Elizabeth Alice Austen nació en 1866 en EEUU. Pocos la conocen, pero verdaderamente esta mujer es un exponente importantísimo de la historia lésbica. Su tío Oswald trajo un día a casa una cámara de fotos de la época. Un invento que por entonces era una verdadera revolución de medio siglo de antigüedad que solo tenían familias adineradas.
Su tío Peter, profesor de química, le enseñó a usarla. La suerte de tener dinero la sacó del ostracismo de tener que casarse con un hombre y no poder trabajar. Alice empezó a fotografiar inmigrantes y personas que vivían en la calle. Pero acabó convirtiéndose en una revolucionaria al retratar por primera vez en la historia de forma masiva mujeres lesbianas, muy invisibilizadas en ese momento.
Y es que existía un oasis en Staten Island, la isla donde nació. Era un pasaje precioso y acomodado, donde la gente tenía más libertad, económica y social, para ser quien era. Ese oasis era el Club Darned, donde las mujeres se reunían, hacían cosas “de hombres” como fumar, tocar música, hacer deporte o ligar…entre ellas. Alice decía que su vida era “larky”, es decir poco seria. No se daba cuenta tal vez de que lo que realmente era ser libre, sin más.
Lee también: The Archivettes, la historia de la biblioteca lésbica más grande del mundo
Gertrude Tate era asidua al local, donde empezó el amor de ambas, que duraría el resto de su vida. Gertrude era profesora de prescolar e instructora de danza en Nueva York, y desde que se conocieron ambas se visitaban con regularidad y hacían viajes juntas por Europa hasta que un día decidieron irse a vivir juntas, época en la que nuestra protagonista empezó a hacer sus mejores retratos por las calles de la capital de EEUU. (Foto inferior: Gertrude y Alice)
Una larga vida de 86 años en la que la artista vivió el Crack del 29, y con él la ruina, de la que solo pudo sacarla su trabajo fotográfico.
A raíz del gran debacle económico, Alice y Gertrude envejecieron hundidas en la pobreza, en un centro de mayores sin recursos. Pero una exposición del museo Richmond Town, donde las fotografías de Alice fueron homenajeadas por cientos de personas, consiguió reunir los ingresos suficientes para que pudieran pasar sus últimos años en una residencia más confortable. Su obra lésbica nunca fue censurada, pues se consideraba curiosa y sociológicamente interesante.
Lee también Susan Sontag, retrato íntimo de una superviviente nata