Hoy queremos compartir contigo una carta que llegó a nuestra redacción, la carta de una mujer lesbiana que estuvo muchos años en el armario, que luchó contra su orientación sexual y pensó que no podría ser feliz. Y hoy, desde su aceptación y felicidad, anima a otras chicas a abandonar los miedos y los armarios:
“Hoy necesito hablarte a ti, sí a ti, a esa chica que duerme con el miedo de que sus sentimientos sean descubiertos, a esa chica que mira de reojo a su compañera de clase, a esa chica que por más que evita fijarse en las mujeres no lo consigue.
Quiero decirte que yo viví lo mismo que tú, que yo pensé lo mismo que tú y lo que es peor, yo evité lo mismo que tú.
Sí, lo evité, evité enamorarme de mi mejor amiga sin ningún éxito, intenté tener novios, ¿sabes?
Yo salía con chicos, paseaba de la mano con ellos y les sonreía cuando venían a buscarme a casa, hasta los besaba al despedirme, a algunos incluso llegué a quererlos, pero a ninguno llegué a desear.
Era una lástima besarles y tener que cerrar los ojos e imaginar que besaba a una chica para poder continuar con el beso, era una lástima perder mis principios con personas que eran mi final, pero aun así yo actuaba como tú.
Yo solo esperaba levantarme una mañana con los mismos gustos que mis amigas, encontrar un día a un chico que me gustara de verdad y me enamorara locamente, y eso nunca pasaba, ese mañana nunca llegaba….
Lo intenté y mira que lo intenté, por mi padre, por mi madre, por mis abuelos, incluso por mis amigos, por todos menos por mí, por mí nunca lo intenté, a mí misma lo único que hacía era culparme, reprocharme, renegar de mis propios sentimientos… hasta que hace poco alguien me dijo:
– ¿Sabes que tú no has elegido ser quién eres y cómo eres?
Hasta entonces no entendí que quizás todos tenían las respuesta menos yo, llevaba tantos años ocupada en disimular mis sentimientos que no me había dando cuenta de que en el mundo había mas personas como yo y que eran felices de ser quiénes eran y cómo eran, que ya llevaba tiempo culpándome de algo que yo no elegí.
Por eso me dirijo a ti, porque sé que me lees a escondidas, porque sé que intentas buscar respuestas a tus preguntas, porque sé que aun esperas levantarte una mañana y no sentir lo que sientes, pero eso nunca llegará, porque también eres como yo y tampoco elegiste ser quien eres.
Hoy te escribo acompañada de la mujer de mi vida, te escribo acompañada de mi mejor amiga, sí, de esa chica de la que tanto evité enamorarme.
Te escribo para que te des cuenta de que lo que hoy ves imposible mañana puede ser posible.
Y ojalá no tengas que esperar tantos años como yo, para que alguien te haga entender que tú no has elegido ser quien eres, para que te quieras y decidas ser valiente y ser feliz”.
Marta.