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Homosexualidad en las aulas

, publicado el 1 Diciembre 2010

“¡Maricón! ¡Bollera! ¡Lamecoños!”, gritos que resuenan en las cabezas de muchos estudiantes en el día a día de sus vidas en el instituto.

Quizás no lo haya sufrido en mi propia piel directamente, pero sí en la de mis amigos cercanos. Cruzar el pasillo o salir a la pizarra a hacer un ejercicio puede resultar insoportable oyendo las voces de tus compañeros escupiendo insultos y palabras desagradables al compás de sus risas burlonas.

Las clases de secundaria se llenan de adolescentes confundidos por su orientación sexual, los “populares” de turno que necesitan reírse de alguien para llamar la atención y alumnos que siguen los pasos de aquel que más les conviene con el único fin de caer bien o darse a conocer.

En el momento en que una chica o chico pasa a ser el “maricón” o la “bollera” se le cierran todas las puertas, sus compañeros tienen miedo o vergüenza de hablar con ellos por pánico a que les pase lo mismo y se rían de ellos; por tanto, consiguen que intentes ocultar lo que eres para poder tener amigos, disfrutar de la infancia, ser feliz.

Al ser pequeños, todo nos afecta más y todas las burlas que sufrimos en el colegio hacen que perdamos las ganas de ir a clase, y al ir sin ganas empiezas a sacar malas notas, estar triste y caer en el fracaso escolar.

Con suerte, la gente va madurando y cambiando con el tiempo y así nos volvemos más tolerantes y comprensibles, empezamos a aceptar las cosas y a preocuparnos más por nosotros que por la gente que nos rodea. Los insultos se van reduciendo y hay personas que se ponen de tu parte, te defienden y te suben la autoestima; te ayudan a salir adelante para poder empezar a aceptarte tal como eres. Te vas abriendo más a la gente y vas perdiendo el miedo a lo que digan y piensen de ti. Empiezas a descubrirte, a encontrarte dentro de esa persona que aparentabas ser.

Este año he empezado primero de bachiller y no sé si ha sido coincidencia o si es cierto que los “artistas” somos más liberales y abiertos, pero he pasado de ir a clases con un homosexual o ninguno y que los otros compañeros se alejen y se burlen, a que haya un gran porcentaje de homosexuales y que el resto de la clase, tanto chicos como chicas, nos acepten totalmente. No hay ninguna clase de diferencia entre ellos y nosotros, no hay ningún tipo de rechazo, sino totalmente al contrario: somos un grupo muy unido, en el que nunca faltan risas ni planes de fin de semana juntos.

Realmente no había visto una convivencia como la nuestra y menos a nuestra edad. Es totalmente distinto a todos los demás años de mi vida. Tenemos todos una especie de conexión que hace que disfrutemos el día a día juntos. Con los profesores es algo parecido. El otro día estábamos hablando un par de nosotros con la tutora, que nos decía que ella fue la primera promoción del bachiller artístico en nuestro instituto, y comentábamos que había muchos homosexuales en clase. Nos explicó que cuando ella estudiaba sí que era verdad que el artístico era un grupo diferente y pensaban y actuaban muy distinto a los demás grupos, pero que tampoco eran tan naturales como nosotros; que la homosexualidad se escondía mucho más y no se oía “yo soy lesbiana”, “yo soy gay” o “yo soy bisexual”. Todo se quedaba en rumores.

En cambio, por las tardes voy a la escuela de idiomas, y en esa clase soy yo la más pequeña; todos los demás tienen desde unos veinte hasta gente que ya debe de tener unos cincuenta.

El otro día la profesora estaba explicando cómo se decía soltero, casada, con pareja… Para decir “con pareja”cambia la palabra si la pareja es un chico o una chica. Entonces dijo:

—Las chicas usaréis partner y los chicos partnerin, es decir, es lo más normal.

Entonces se paró, se corrigió y dijo:

—Bueno, lo normal no, que hay gente que se puede sentir mal… Con pareja sexo masculino partner y sexo femenino partnerin.

Mucha gente puso caras raras a la corrección, otros rieron, yo sonreí. Me llamó la atención porque nunca había visto a un profesor corregirse para tener en cuenta a los homosexuales.

En definitiva, el tiempo pasa, la gente cambia, la sociedad se transforma y todo evoluciona, mejorando cada día un poco más.

Categorías: Lesbianópolis
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