Sundance está en pleno apogeo en Park City, Utah, esta semana y me complace observar que 2018 será un año excelente para la narrativa y el documental. Hay una serie de títulos que salen del Festival que vale la pena seguir, incluyendo un doc en Joan Jett (Bad Reputation), otro sobre la pareja de lesbianas que se convirtieron en las únicas médicos dispuestas a tratar pacientes con SIDA en Utah (Quiet Heroes), un Biopic producida por Christine Vachon sobre la autora queer Colette (Colette) y la adaptación de Desiree Akhavan de The Dancing of the Miseducation of Cameron Post.
Y ésta que nos ocupa, Lizzie. En este Sundance, he estado buscando algo que solo un buen drama puede ofrecer. Craig William Macneill (Channel Zero) ha vuelto a imaginar los acontecimientos que precedieron y siguieron a los asesinatos de Andrew y Abby Borden en 1892 en Fall River, Massachusetts.
Chloe Sevigny interpreta a la hija acusada matarlos con una hacha, Lizzie Borden, Kim Dickens es su hermana mayor Emma, Fiona Shaw será Abby Borden, su madrastra y Kristen Stewart, la doncella de la familia Borden, Bridget “Maggie” Sullivan.
En veinte segundos, nos hemos hecho muy cercanos con la cara mutilada de Andrew Borden. Un detective le pregunta a Lizzie si su padre tenía enemigos. Antes de que ella pueda responder, hace su aparición Bridget en la casa de los Borden, con nada más que un pequeño baúl y un convincente acento irlandés. Me pregunto si Stewart alguna vez consideró que la represión que sustentaba la trama completa de Bella se hizo literal en Bridget. Cuando tiene un papel que realmente reconoce y juega con el género (como Maureen en Personal Shopper y Valentine en Clouds of Sils Maria), Stewart tiene mucho más con lo que trabajar.
Bridget y Lizzie se vuelven cada vez más cercanas. Su intimidad nace de que Bridget simplemente hace lo que el Sr. Borden le obliga a cambio de un sueldo; una circunstancia que perseguirá a Bridget después de los asesinatos. Pero dada la falta de madre de Lizzie, ella es una extraña a la que le importa. La conexión se expande entre las dos, calentando la fría propiedad de Borden.
Cuando el Sr. Borden, incapaz de nombrar el amor surgido entre su hija la sirvienta, trata de enfrentar a Lizzie con Bridget y le exige que practique “términos apropiados para la señora y el hogar”.
“Eres una abominación”, escupió.
“Entonces, al menos, estamos en igualdad de condiciones, padre”, responde ella en voz baja.
Hay mucho más sobre Lizzie que saborear, pero me gustaría volver a esa pregunta de las primeras escenas y a su respuesta. Cuando se le pregunta a Lizzie si su padre tenía algún enemigo. Resumiendo, la forma en que esta película conecta de manera eficiente el pasado con el presente: “Esto es América. No hay un hombre en este país que no tenga enemigos.”