La noche de San Juan

Melancolía, tristeza y añoranza sentía yo el pasado día 23. Estaba en la misma playa y era el mismo día en que dos años atrás me enrollé con mi primera chica, Laura. En la misma playa, a la misma hora, con la misma arena y el mismo mar donde me di cuenta que realmente me gustaban las chicas.

Hoy se me caían las lágrimas al recordar ese día del 2009, y a la vez de este 2011, con una amiga mía y también amiga de Laura, Andrea. Ella estaba ese mismo día con nosotras, pero no se enteró de lo que había pasado hasta bastantes meses después.

Laura tenía 4 años más que yo cuando me contó que yo le gustaba. Ella era mi amiga, pero aparte de eso tenía novio. Seguíamos estando como amigas hasta ese día de san Juan cuando nos enrollamos. A lo mejor el alcohol nos ayudó a dar el primer paso, o simplemente la magia de ese día.

Todo fue muy bonito, ese día y los que le siguieron. Estábamos bien juntas, me sentía bien... Pero su armario tan cerrado no me dejaba sitio para respirar, y si a eso le sumamos que no dejaba al novio acabó en un caos absoluto.

A las tres semanas de estar así le pedí un tiempo, y en ese tiempo sus ataques continuos de celos sin sentido y sus presiones me hicieron acabar con todo aquello de la forma más rápida posible. No quería acabar mal con ella, porque era mi amiga, y aunque hubieran sido solo tres semanas habían sido intensas; encima era mi primera chica. Las cosas se complicaron demasiado y todo acabó mucho peor de lo que me podía llegar a imaginar.

Pero hoy mi mente ha borrado casi todos los malos momentos que yo pasé en aquellos meses siguientes, y de ellos sólo recuerdo lo bueno. Por eso, cuando hoy le contaba a Andrea lo mal que me había sentido esta noche de San Juan al recordar todos los momentos que había pasado con Laura en aquel mismo lugar y en otros, no he podido evitar que se me saltaran las lágrimas. Las cosas dos años después siguen estando tensas. Ella sigue encerrada en su armario, donde está a punto de ahogarse. Sigue con el novio y cada vez más gente se está dando cuenta de lo que ella siente. Laura sólo siente rencor, odio y rabia; desde mi punto de vista, para tapar el dolor. Laura a día de hoy, con 21 años, aún se enfada cuando Andrea queda conmigo.

A mí me da mucha pena. Pena el acabar así, pena el que Andrea tenga que estar en medio, pena el que me tenga tanto odio; pena por ella, por no poder hacer y sentir lo que quiere por el miedo a lo que diga la gente que le rodea; pena de que tenga que vivir una vida que no es la suya.

Todo esto me hace pensar que si yo hubiera estado a su lado, si hubiera tenido más paciencia podría haberla ayudado a ser ella misma y a luchar contra ese miedo que la invade. A día de hoy, después de todo el daño que me ha hecho y del que ha intentado hacerme, no me importaría poder ayudarla, poder ser alguien en quien apoyarse y hacerle ver que el hecho de que tus amigos sepan que eres lesbiana no es tan malo. Porque si son amigos te aceptan de verdad. Y mantener una relación en la que no hay amor ni hay placer, por muchos años que lleven juntos, no está bien.

Realmente hace cosa de un año lo intentamos arreglar y quedar como amigas, pero no hubo manera. Me tiene demasiado odio, rabia y rencor para poder olvidarlo todo, o al menos lo malo, y seguir siendo lo que éramos antes: amigas. O simplemente podernos saludar si nos vemos por la calle o si estamos en el mismo grupo de amigos, ya que viviendo en el mismo pueblo es bastante común.

Me gustaría que ella se diera cuenta de que yo no le tengo ni rabia ni rencor, que no quiero nada malo para ella y que deseo que sea todo lo feliz que pueda. Me encantaría que supiera que cada vez que paso por delante de su casa recuerdo cuando estábamos en el sofá una encima de la otra, oíamos la puerta y nos despegábamos rápidamente. O cómo tenía que ponerse de puntillas para darme un beso, o cómo estábamos cada tarde juntas disimulando lo que había entre nosotras. O que cuando suena depende qué canción sigo acordándome de ella.