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La tierra se abre a tus pies

, publicado el 16 Marzo 2010

[caption id="attachment_36" align="alignleft" width="300"] Directora Revista MíraLES[/caption]

Lo que cuenta. Lo que cuenta suele ser mucho más grande que lo que no. Pero quizás por esa misma grandeza o altura suele pasar más inadvertido en el día a día. Lo que cuenta se deja ver cuando menos lo esperas. Un día, a las 3:42 de la madrugada, a las 4:03 de la tarde o cuando más seguro puedes estar de que todo lo tienes bajo control.

En un momento el mundo bajo tus pies se remece y tu vida no vuelve a ser cómo era. Puedes perder tu vida, perder a alguien, perder algo material o algo dentro de ti, tal como sucede con los chilenos que han sufrido uno de los terremotos más destructivos de su historia.

No es necesario vivir en un país sísmico para ser víctima de un terremoto, para que la calma desaparezca, los cimientos de una vida se estremezcan y se vengan abajo. Hace dos meses una joven pareja compuesta por Steven Monjenza y Tiwonge Chimbalanga, decidió casarse en su país, Malawi. En medio de la celebración fueron detenidos, encarcelados, maltratados y ahora esperan que se dicte la sanción por homosexualidad y escándalo público que podría encerrarlos por 14 años.

Desde entonces el suelo se sacude no sólo para la pareja, si no que también para los homosexuales del país, ya que la policía ha puesto en marcha una operación a gran escala para detenerles.

El fuerte remezón de su vida también lo sintió Virginia Huanca, que a fines del año pasado, cuando acudía a una fiesta cogida de la mano de su novia, en Bolivia, fue golpeada y violada por el marido de su enamorada. Las heridas le produjeron la muerte y su asesino continúa en libertad.

Uganda se prepara para recibir un movimiento sísmico extremadamente nefasto si se aprueba la ley que pretende castigar la homosexualidad con pena de muerte y correctivos de cárcel para quienes mantengan relaciones de amistad con gays y lesbianas.

Los terremotos no se pueden predecir con exactitud ni tiempo. Las fuerzas de la tierra son hasta ahora incontrolables para nuestras tecnologías. Pero las fuerzas destructivas de la naturaleza humana, las que provocan las convulsiones que remecen la vida de miles de personas víctimas de la homofobia en el mundo no sólo pueden controlarse si no que además requieren de un esfuerzo colectivo para erradicarse totalmente.

Lo que cuenta tiene mucho que ver con los cimientos que construimos y la forma en la que decidimos vivir nuestras vidas. Lo que cuenta es lo que queda. Nuestra visibilidad como lesbianas es un paso adelante en la normalización de nuestros afectos y una poderosa base que se une y se mezcla con la de todas las mujeres que luchamos día a día para que los terremotos humanos no vuelvan a estremecer el suelo de ninguna persona por su orientación sexual.

Categorías: Editorial , Opinión
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