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El mayor problema del colectivo gay es la invisibilidad

, publicado el 18 Abril 2010

En Italia no es fácil conseguir una buena oferta de ocio para la comunidad LGTB pero siguiendo algunas recomendaciones sobre las principales ciudades podemos sentirnos cómodos en el país de la Cosa Nostra.

Milán, por estar al norte y ser mundialmente conocida como la capital de la moda, el glamour y las tiendas caras, es bastante más amable con el público gay que vive en sus calles o que visita la ciudad por unos días. Uno de los sitios más chic es el G Lounge, donde se pueden tomar cocktails desde primera hora de la tarde hasta las dos de la noche.

En Milán también encontramos locales de chicas, el Sottomarino Giallo hace noches temáticas con dj’s de todo el mundo y en Binario 1 también podemos tomar una copa en un ambiente más relajado.

Algo curioso que ocurre en algunos sitios de Italia es que para acceder a estos locales de ambiente, es necesario presentar la tarjeta del Club Arci, la asociación gay y lésbica más activa de Italia. Si vamos de turistas, la podemos conseguir en la puerta presentando un documento de identidad y pagando una pequeña tasa.

La otra gran ciudad, claro, es la bella Roma. Hace unos años era algo complicado encontrar un local de ambiente en la capital italiana pero ahora son numerosos los bares o restaurantes orientados principalmente a un público homosexual. Entre los más famosos destacan el Aspeiron o el Coming Out en el centro de la ciudad o el Hangar en Via in Selci, uno de los más populares por ser el primer bar gay de Roma.

Esta ciudad además acoge otro tipo de eventos LGTB como el festival Gay Village que durante unos días, normalmente en verano, acoge artistas, músicos, performes venidos de todos los puntos del planeta para deleite de italianos y turistas.

Somos hermanos, dicen. Sangre caliente, mediterránea, dos países muy parecidos y muchas cosas en común, pero hay algo que nos diferencia. Italia y España comparten vínculos, pero el tratamiento que recibe la comunidad LGTB es un signo de diferencia.

Cierto es que la homosexualidad no es considerada un delito desde que se introdujera el primer código penal en 1889. Sólo durante el gobierno fascista de Mussolini, al igual que pasara en otros países con regímenes totalitarios, los homosexuales eran condenados a muerte. También es un hecho que la edad de consentimiento sexual es idéntica a la de parejas de ambos sexos, los 14 años.

Varias son las regiones italianas que poseen leyes en contra de la discriminación, sobre todo en el norte de país, y desde 2005 se estableció una protección contra la discriminación por orientación sexual en el trabajo, pero no podemos obviar que en octubre de 2009 el parlamento italiano rechazó una ley para introducir la discriminación sexual como agravante de delitos.

Y es que el mayor problema del colectivo gay, lésbico, bisexual y transexual de Italia es la invisibilidad. Sencillamente no existen, no existen a ojos de los políticos que una y otra vez ignoran sus peticiones y sus necesidades, y tampoco existen para la tradicional sociedad católica italiana, a no ser que les toque un caso de cerca.

Ante esta falta de debate, un grupo de directores de cine italiano pensaron que sería significativo dar voz a todo un grupo que permanece callado pero que tiene tanto que decir como el que más. Gustav Hofer y Luca Ragazzi dirigieron en 2008 un documental, Improvisamente l’inverno scorso, en el que criticaban la actitud de los partidos políticos ante las siguientes elecciones al decidir eliminar la homosexualidad de sus debates y programas electorales.

Con acciones como éstas y con personajes como Vladimir Luxuria, la transexual más activista de Italia, poco a poco se conseguirá que los medios y por tanto, la opinión pública, deje de ignorar a este colectivo.

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