Cada vez que cuento como me embaracé, me siento como la protagonista de un libro de Isabel Allende. Sí, parece una historia de realismo mágico. La idea de ser madre es algo que siempre tuve en mente. Lo que no me había imaginado es que sería madre soltera. Al comienzo, de adolescente, me imaginaba siendo madre junto a algún chico, sí, en esa época tenía novios. Ya a los 20, cuando salí del armario, me imaginaba una familia junto a una mujer. Pero a mis 36 años, después de tener varias novias y vivir muchas aventuras, el cuerpo me pedía estar sola, dedicada a mí, y mis óvulos me pedían una fecha.
El reloj de la fertilidad comenzaba a presionar. Vivo sola en un piso pequeño, acogedor y luminoso, tengo un trabajo que me gusta y que me permite dedicar tiempo a mi hijo, muy buenas amigas que me apoyan y me cuidan (algo importante cuando tienes lejos a tu familia). Sentí que tenía todo. Así que sin pareja emprendí el camino de la maternidad. En Madrid se me presentaban dos opciones, ser madre a través de la seguridad social, mediante una inseminación artificial en un hospital público, o ser madre a través de una inseminación casera. La primera opción era gratuita, solo tenía que pagar el banco de semen (entre 300 y 400€). Según mi experiencia son algunos meses en lista de espera, cuando llega tu turno te examinan, al ser una mujer lesbiana no presuponen que tengas problemas de fertilidad por lo que sin realizar pruebas exhaustivas que realizan a mujeres heterosexuales que han intentado mucho tiempo embarazarse con sus parejas masculinas, te recetan hormonas para estimular el crecimiento de más óvulos y para que no se rompan antes de tiempo. Debes contactar con un banco de semen español dando tus características físicas o las de tu novia. Pero no puedes saber nada más del donante. La segunda opción es sin hormonas, por lo que se reduce el porcentaje de éxito, ya que además es una inseminación casera, por lo que el semen del donante no se deposita directamente en el útero, como se hace en otras clínicas, pero tiene otras ventajas, como que puedes hacerla en la intimidad de tu hogar y escoger las características del donante del que será tu hijo. Yo ya tenía la cita en la Seguridad Social, pero antes de ésta decidí intentar por el método que me gustaba, una inseminación hecha en mi casa.
La elección del donante la hice en el banco de semen más grande del mundo, Cryos, que tiene sede en Dinamarca y te lo manda a tu casa. Cryos tiene en su página web casi mil donantes, así que hay mucho donde elegir. Con la ayuda de mi familia y mis amigas comencé la búsqueda del que sería el donante de mi bebé. Ya puestas a encargar el semen por internet, escogí un perfil ampliado, esto quiere decir que puedo saber toda la información disponible de mi donante, aunque sea de identidad no revelada. Sin conocer su nombre elegí según una foto que tenía de cuando era un bebé (¡tan mono!), según sus gustos deportivos, literarios, musicales, sus ideas ante la vida, su voz (puedes escuchar una grabación y hasta leer una carta en la que el donante explica por qué quiere donar), su árbol genealógico, sus hobbys, sus estudios. Por aproximadamente 700€ encargué dos pajuelas de motilidad 10 (en este link se explica muy bien cómo elegir) del donante perfecto, el que le gustaba a mi madre y a mis mejores amigas, y las encargué en un tanque de nitrógeno, puesto que así duraban casi una semana congeladas. El envío llegó puntual según la fecha solicitada (en base a mi ovulación).
Esa noche, la del 28 de febrero pasado, invité a mis mejores amigas a casa, que son todas mis ex novias. Compré un pollo asado, preparé una ensalada y abrí varias botellas de vino blanco. Cenamos, nos reímos, y casi a medianoche llevamos a cabo la inseminación. De fondo sonaba “Gracias a la vida”, de Violeta Parra. Me recosté en mi cama. En la jeringuilla que viene con el kit de inseminación introdujeron el semen dentro de mi, y cruzaron los dedos. Mis dos perritas, recostadas a mi lado, miraban la escena con mucha atención. Después de que me inseminaron estuve media hora con las piernas levantadas. Para que la fuerza de la gravedad hiciera lo suyo. Mi inseminación fue bonita, especial, rodeada de gente querida con la que comparto historias de amor. Pero temía que no hubiera resultado. No sé, parecía tan fácil. Tenía muchas ganas de estar embarazada, pero no tenía miedo de no estarlo puesto que en el peor de los casos, si me llegaba la regla, debía ir a la seguridad social para mi inseminación artificial. Pero la regla no llegó. Un viernes a mediados de marzo me hice el test. Positivo. Me cayeron las lágrimas de la emoción. Hace casi dos meses nació mi hijo. El niño más precioso que he visto en mi vida. Mi parto, rodeada de todas mis ex novias, fue también divertido y especial. Pero este ya es tema para otro artículo.
Actualización: Actualmente la legislación danesa no permite envíos a domicilio para realizar inseminaciones caseras
Comentarios 3
Cass, 26 Enero 2018
Y el punto es...?
Por cierto por qué no adoptaste??? Habiendo tantos miles de niños huérfanos y con necesidad de amor y cobijo, tuviste que recurrir a esa chorrada sólo para que se parezca a tí?????
QUE ASCO
En respuesta a por anonymous_stub
Belén, 26 Enero 2018
Cass, me parece fuera de lugar tu opinión. Esta chica contó su experiencia, no es asunto tuyo, mío ni de nadie opinar sobre eso. A quién le importa tu opinión o la mía? Por favor, seamos respetuosos con las decisiones de los demás si queremos que nos respeten. Saludos.
En respuesta a por anonymous_stub
Ana, 26 Enero 2018
Creo que sabes que desgraciadamente la adopción no es nada fácil de conseguir, y mucho menos para una mujer soltera. Confío en que para dar esta opinión tengas a tu espalda la experiencia de haber luchado, y logrado, adoptar a uno o varios niños. Si no es así, revisa por qué ver la paja en el ojo ajeno sin revisar el tuyo.
Por cierto, lo de 'qué asco' sobra en una conversación de adultos.
Saludos.
En respuesta a por anonymous_stub
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