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Usted, mujer lesbiana, no existe

, publicado el 1 Febrero 2012

Usted, mujer lesbiana, no se engañe. Usted no existe. Ya sé que pareciera que si, pues así, a simple vista, viajando en el metro o paseando en la calle, parece usted una mujer común y corriente, una mujer real.

[caption id="attachment_36" align="alignleft" width="300"] Directora Revista MíraLES[/caption]

Pero no lo es.

Su inexistencia comenzó antes de que usted pudiera asimilarla. No nació gritando desde el interior de dos piernas abiertas, porque usted, mujer lesbiana, ha sido parida por un hombre, no por otra mujer.

En éste, un mundo de hombres, han sido ellos los que han definido y explicado el lesbianismo, siempre en relación a ellos mismos y a su papel en la sociedad. Usted ha sido enferma o perversa. Rebelde con su rol de género. Rara. Pecadora. Desviada, ingenua. Demasiado poco atractiva como para despertar el interés masculino. Una mala copia del varón.

Usted, mujer lesbiana, no existe. Pruebe en los libros de cuentos para niños o en las películas infantiles, mire la cartelera de cine de esta semana o quédese un momento sentada en el sofá, mirando la publicidad de televisión. ¿Ya se encontró? ¿En una princesita que espera que otra le calce el zapato adecuado?, ¿en un anuncio de vinos protagonizado por una pareja de lesbianas?, ¿en alguna película de moda que muestre una sana y bonita relación entre mujeres?

No. Usted no está ahí. Tampoco en las campañas públicas de salud y prevención de infecciones, ni en las destinadas a erradicar la violencia de género. Estos anuncios que ve por la calle no le hablan a usted. Esos anuncios saben que usted no existe.

Casi ni ha existido en la historia. Si no me cree, pruebe a buscar en las enciclopedias. Es poco lo que encontrará. Son demasiadas las pruebas que los historiadores han necesitado para despojar a una mujer de su heterosexualidad.

Usted, mujer lesbiana, tiene poca importancia para los mercados. No se le considera un nicho atractivo. Ni política ni socialmente influyente.

Deje de engañarse. No crea que porque vive en España y desde 2005 se puede casar y tener hijos con otra mujer, usted o su familia existen. Si no me cree, trate de rellenar el cuestionario del Censo 2011 y comprobará que no hay espacio para dos madres. Que no hay espacio para existir, para contar.

Que sí, que seguramente me dirá que hay ciertas películas, ciertos libros, ciertas series de televisión donde ha podido encontrarse, reflejarse. ¿Pero es suficiente para existir? Quizás existe, pero a medias, quizás lo suyo se parezca a esas películas de fantasmas, a esas de espíritus que a veces hacen ruido, que a veces se manifiestan pero no se ven. Que deambulan en otra dimensión y, en ocasiones, perturban a la gente real.

Categorías: Editorial , Opinión
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