Lo que me dijeron mis profesores

La guardería, la escuela o el instituto suenan a libros y exámenes, pero realmente en ellos vivimos las dos primeras décadas de nuestra vida: la infancia y la juventud, esos años a los que todos, con una cierta edad, dicen querer volver. Nuestro paso por el colegio y el instituto es muy importante en nuestra formación; y no sólo me refiero a estudiar aquello que marcan los libros, sino a la formación de nuestros primeros conceptos, nuestras primeras ideas y opiniones. En la preadolescencia y adolescencia todo lo que oímos y vemos nos influye y nos forma como personas. Por ello los profesores tienen un importante papel en aquello que nos transmiten, en su forma de hablar; por eso se tiene que hablar de la homosexualidad naturalmente, igual que de otros temas como el racismo o las personas discapacitadas, ya que a día de hoy son cosas que aún no están totalmente aceptadas dentro de la sociedad. Si desde pequeños es una cosa de la que se habla transversalmente, poco a poco será una cosa normal y natural vista desde los ojos de los más pequeños, que no será un problema cuándo crezcan.

Todos los colegios e institutos, hasta el día de hoy, tienen que educar de una forma tolerante la diversidad afectivo-sexual; y ello no sólo implica que se hable en tutorías y cuando surgen conflictos homófobos. Se debería enfocar de una manera mucho más fácil, en el día a día, en el momento de poner ejemplos o en las lecturas obligatorias que se mandan cada trimestre. Así se ayudaría a normalizarlo y no verlo como una cosa que sólo da problemas.

Para que esto sea posible la palabra la tienen los profesores, por ello he hablado con profesores y orientadoras de mi instituto. En el momento de proponerles que me contestaran unas preguntas para una revista lésbica, ya se notaba en las expresiones si les resultaba cómodo o no hablar del tema y, aunque nadie me ha negado contestar a las preguntas, sí he notado cierta incomodidad en sus contestaciones.

Todos ellos ven la homosexualidad como una condición sexual que no implica ser diferentes o dejar de tener los mismos derechos que una persona homosexual. Su opinión varía cuando pregunto si se debería hablar en clase, a lo que la orientadora me responde que no, después se lo piensa y dice que debería hablarse en educación sexual. Manel y Llorenç me responden que desgraciadamente sí, ya que actualmente se siguen dando actitudes discriminatorias y hay que eliminar los prejudicios de la gente para que deje de ocurrir. El hecho de que se quite la asignatura de educación por la ciudadanía, opinan, es un gran error, ya que era un espacio donde se hablaba de la homosexualidad y ahora sólo dependerá de los tutores que esto ocurra.

Hablando sobre si la homosexualidad está totalmente normalizada, todos creen que no es así: que hay una parte de la sociedad que lo acepta, pero la otra parte no; y que, empezando por el partido político que actualmente gobierna, que dice que el matrimonio homosexual es anticonstucional, se están dando pasos atrás, quitándonos nuestros derechos. Llorenç piensa que para que esté totalmente normalizado tiene que producirse un gran cambio social que costará varias generaciones, cree que tiene que presentarse como una cosa normal, empezando por los medios de comunicación, siguiendo con las religiones, quienes deben mostrar una postura diferente; dándose una mayor visibilidad en el deporte y normalizando la cuestión en la educación, empezando por los más pequeños. La orientadora cree que se tiene que trabajar en la educación, tratándolo desde un punto de vista de roles y no tanto identidad sexual o relaciones eróticas. Manel también opina que las mujeres lesbianas estamos aún más discriminadas, ya que aún vivimos en una sociedad machista que tolera antes a los hombres.

Hablando sobre el acoso escolar que pueden recibir las personas homosexuales, solo María ha percibido insultos por detrás y Manel ha sido el único que ha visto cómo constantemente se han metido con alumnos homosexuales, siendo criticados por ser más femeninos de lo habitual y recibiendo burlas de una manera constante; él reacciono hablando personalmente con los acosadores, haciéndoles reflexionar y tratando el tema en tutoría.

De todo esto podemos extraer que, aunque la homosexualidad es un tema que día a día está más normalizado dentro de la sociedad, aún queda mucho por hacer y desgraciadamente se siguen dando casos de homofobia. El papel de los profesores consiste en actuar con respeto y tolerancia sobre la homosexualidad, demostrando su interés por normalizar la situación aunque sin saber aún muy bien cómo hacer para que esté adaptado al curriculum escolar y pueda ser visible, sin tener la necesidad de hablar específicamente de ello.

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