4 formas diferentes en las que mis amigas y yo nos convertimos en madres

Hace diez años mi grupo de amigas y yo hablábamos de garitos y fiestas. Hoy no nos reconocerías, nuestros temas son el baby led weaning, destete, pantallas sí o pantallas no, técnicas para dormir, cuentos de diversidad familiar, etcétera.

Somos un grupo grande, el típico grupo de amigas lesbianas que derivó de ex novias, ex amantes, amigas de Chueca, nuevas incorporaciones, etcétera. De este grupo cuatro somos mamás, otras dos están casadas, una está divorciada sin hijos, y dos están solteras.

La primera que introdujo un bebé a nuestras vidas fui yo. Me quedé embarazada a los 36 años por una inseminación artificial con semen de donante en Amnios, una clínica preciosa y acogedora en el centro de Madrid. A mi chica y a mí nos hicieron sentir como en casa. Ya que tenía una buena reserva ovárica pedimos una IAD sin hormonas, en ciclo natural. Ellos buscaron un donante de semen que se pareciera físicamente a mi mujer.

Al segundo intento me quedé embarazada de Pedro, el niño más precioso del mundo que vino a revolucionar nuestro mundo y a enamorar a nuestras amigas, incluso las más reacias a la maternidad. Pedro fue toda una inspiración.

Las segundas que se apuntaron a este camino fueron nuestras amigas Gloria y Cris. En su caso querían participar más activamente las dos del embarazo y optaron en Amnios por un método ROPA. Gloria hizo la estimulación y le sacaron los óvulos. A estos óvulos los fertilizaron en el laboratorio y así se formaron cuatro embriones. Dos están congelados y los otros dos son sus hijos Pablo y Miguel. De Pablo se embarazó Cris y Gloria, cuando Pablo ni siquiera gateaba, se transfirió el embrión de Miguel. Se llevan apenas un añito, son unos enanos maravillosos e inseparables.

Nosotras todas mujeres lesbianas y tres niños en nuestra tribu. ¿Dónde estaban las niñas? ¿Os habéis dado cuenta que la mayoría de lesbianas que conocéis tienen niños? ¿Será el universo confiándonos la educación de los niños feministas que necesita este planeta?

Todas nuestras esperanzas estaban puestas en Claudia, nuestra amiga más valiente, porque se animó a ser madre soltera. ¡Si ya nosotras nos hacíamos un mundo siendo dos con un niño, nos impactaba Claudia!

Animada por nuestras buenas experiencias, Clau llegó también a Amnios. Pero cuando midieron su fertilidad no obtuvo muy buenas noticias. A sus 39 tenía la fertilidad de una mujer mayor de 45. Estuvo de bajón porque aunque podía ser madre con la donación de ovocitos, le dolía no poder tener hijos con sus propios óvulos.

Nos volcamos con ella y la animamos a ser mamá a través de la ovodonación. Esto es que Amnios buscaba una donante de óvulos con sus mismas características físicas. Un donante de semen que también se pareciera, y ya en el laboratorio se hacía la magia de la fecundación. Como fueron embriones de muy alta calidad (por lo jóvenes que eran los donantes) obtuvo cinco y se embarazó a la primera transferencia.

Y no os lo vais a creer… ¡pero por fin teníamos a nuestra niña! ¡Daniela!

El quinto pequeñajo llegó a nuestra vida de una manera diferente. Sin reproducción asistida, así que nos perdimos el tratamiento, el embarazo, el parto… Fue a través de nuestra amiga Rocío, que conoció y se enamoró de dos personas a la vez. Su actual novia Marta y el hijo de tres años que tenía, Gabriel.

Y aunque Rocío no lo había parido, del alma le salió ejercer directamente como mamá. Se adoran. Es el niño más dulce del mundo. Pedro, Pablo, Miguel, Gabriel y Daniela se han convertido en lo mejor que nos ha regalado la vida. Nos hemos convertido en madres por diferentes caminos. Algunas tenemos relación genética con nuestros hijos, otras no. Pero da igual cómo hemos llegado hasta aquí. El resultado es el mismo. No podemos estar más enamoradas.

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