Para hablar de activismo necesito hablar de mi propia historia. Porque el activismo no es un ente abstracto e indescriptible, es un movimiento compuesto por personas. Personas que tienen una historia detrás, que vuelcan sus anhelos y sus sueños en una idea que creen justa.
Yo entré en el activismo, como se suele decir, por casualidad, aunque no tanta. Toda mi vida no había tenido referentes, nadie de mi círculo conocido era homosexual o bisexual (al menos que yo supiera) y en la televisión y en el cine aún no se mostraba demasiado. Necesitaba urgentemente un referente, algo o alguien que me dijera que todo aquello que sentía era normal. Porque lo último que me sentía era normal. Quería que todo eso que me pasaba fuera mentira o una fase, pero en lo más profundo sabía que no sería así. Por ello, acudí a UAMentiende, la asociación LGTBQ+ (lesbianas, gais, bisexuales, transexuales, queer y más) de mi universidad, con un falso pretexto, buscando respuestas, buscándome a mí misma.
Por suerte, encontré todo aquello que buscaba. Comprendí todo eso que me pasaba, me conocí y me acepté, hice muchos amigos, aprendí mucho y, por qué no decirlo, encontré a mi pareja. Esto es lo que me ofreció el activismo universitario y esto es lo que os muestro.
Os podría hablar de todas las campañas, de todos los seminarios, de la propaganda, colaboraciones con otras asociaciones universitarias (Arcópoli, Entendidos URJC, RQTR… y muchas más), etcétera, pero no os transmitiría el verdadero significado de todo ello. Por supuesto, cambiamos a nuestra manera la sociedad para convertirla en algo más justo. Pero pasó algo incluso mejor, y es que el activismo consiguió hacer de mí la persona que realmente quería ser. Esta es mi historia detrás del activismo, una de tantas. Conocí historias preciosas e historias para no dormir. Vi alegría y vi sufrimiento. Vi a gente crecer y a gente llorar. Pero, sobre todo, vi a mucha gente diferente, que no tenían nada más en común que un sueño. Soñamos con un mundo más justo y creo que poco a poco lo hemos ido consiguiendo. ¿Acaso no es lo que todos queremos?
Sin embargo, me resulta impactante cómo muchas personas reaccionan ante la palabra “activismo”. No sé si por falta de información o por una idea equivocada. Es una reacción similar a si les dijeran: “Oye, ¿sabes que la Tierra es cuadrada?”. Creo sinceramente que los movimientos políticos están demasiado mal vistos, tanta lucha como ha habido ha acabado por hartarnos, por hacernos ver a esos militantes como poco menos que alborotadores sociales. No nos confundamos. Por supuesto el movimiento LGTBQ+ es político (que no necesariamente partidista, al menos yo no me asocio con ningún partido político, ni lo haré), pero eso no nos convierte en bichos raros.
Este es un movimiento joven que, sin embargo, parece haberse hecho viejo. Y se ha hecho viejo porque no ha habido un relevo generacional real. Y, a mi juicio, por dos motivos: la gente más joven no quiere involucrarse, cree tener todo ganado; por otro lado, las viejas glorias no abrazan las nuevas ideas. Soy crítica con el movimiento precisamente porque estoy dentro. Necesitamos un cambio, algo que nos impulse, porque la gente que nos quiere ver caer está ganando mucha fuerza. Necesitamos de cada una de vosotras, de vuestros amigos y amigas, de vuestros familiares… Porque un error que se ha cometido es el de presuponer que esta es una lucha sólo para homosexuales, bisexuales y transexuales. Nadie se plantea que para defender los derechos de las mujeres tengas que ser mujer o defendernos del racismo requiera como condición que nuestra piel sea de un color diferente. Quizá es la homofobia encubierta lo que impide a mucha gente formar parte de este movimiento, porque, al fin y al cabo, ¿quién quiere ser confundido con un gay, una lesbiana o una persona bisexual o transexual? No hay manera de distinguirnos, no tenemos un sexo diferente u otro color de piel y eso asusta.
Pero no desesperéis, no sólo se puede hacer activismo desde las asociaciones. En nuestro día a día, hay pequeños gestos activistas. Cada vez que coges de la mano a tu novia en público o la besas o sales del armario con todo el mundo (ya sean conocidos o extraños). Son gestos que contribuyen y ayudan a otras personas a sentirse más libres.
Y eso, amigas mías, es el activismo. Activismo es escribir en la revista MíraLES y transmitir estos valores. Activismo es ser valiente y defender una causa justa. Activismo es recuperar nuestra memoria histórica. Activismo es desafiar las normas de género. Activismo eres tú y soy yo.
Activismo somos todas.
Aida Castaño – Visita mi blog A Vueltas Con El Sexo
La verdad es que está complicado el tema. Darth Heterovader lo ha hecho realmente bien, y han conseguido que la gente huya de la lucha… de cualquier lucha. Porque hay pocas cosas más tristes que ver a una mujer ofenderse y decir que ella no es feminista (y cada día por desgracia veo más) o a un homosexual renegar de la lucha por nuestros derechos sólo porque como ya podemos casarnos y el estado no nos churrusca las neuronas a calambrazos para quitarnos la tontería,está todo hecho (que de eso también oigo bastante).
Me temo que el bando de la Resistencia cada día es más pequeño 🙁