Una activista boliviana pone de manifiesto cómo las mujeres indígenas que se identifican como lesbianas o bisexuales sufren una triple discriminación que les obliga a migrar de sus comunidades y alejarse de sus familias, de su cultura y hasta de su propia identidad.
Para muchas familias indígenas la homosexualidad simplemente “no existe”, cuenta Silene Salazar, una mujer quechua quien a sus dieciséis años se aceptó como lesbiana.
A Silene la discriminación de género y por orientación sexual, y el racismo por ser indígena, no la detuvieron, sino que la inspiraron para convertirse en una defensora de los derechos humanos y activista LGTB apasionada por la justicia social.
No hay manera que las acepten entonces lo que tienen que hacer es migrar a las ciudades y también pierden un poco el contacto con su propia identidad, dejan de identificarse como mujeres indígenas.
Bolivia es un país muy machista, entonces ser mujer es complicado. Mi familia es muy machista y existe la heterosexualidad obligatoria. De cierta manera la mujer está con la función de reproducirse, tener hijos y casarse. Identificarse como lesbiana es muy fuerte por la discriminación
Existimos, estamos aquí, estamos en todas partes, somos mujeres, somos lesbianas, somos indígenas y somos humanas, ante todo.
“A mis dieciséis años me acepté como lesbiana, pero a mis veintitrés fue cuando viendo la situación, me puse a enterarme un poco más del movimiento LGTBI que existía, de los derechos que existían, de la Declaración de los Derechos Humanos y de todos estos instrumentos internacionales que existen, y vi que había muy pocas voces de mujeres dentro del movimiento LGTB, que era más liderado por hombres gay. Entonces unas compañeras y yo fundamos la red de lesbianas y bisexuales para empoderar mujeres y para que hubiera más liderazgo”
Silene fundó la Red Nacional de Mujeres Lesbianas y Bisexuales, un grupo de apoyo para mujeres de todo el país y el primero de su tipo en Bolivia que además busca visibilizar las identidades LGTBI dentro de las comunidades rurales indígenas.
Para mí era un reto declararme como mujer lesbiana y pensar que podía tener una vida normal o una vida feliz en una ciudad tan discriminante.
En Bolivia, las victorias legislativas por los derechos LGTBI han sido muy reñidas. Al vivir en un país tradicionalmente católico, las personas LGTBI lucharon durante décadas para que se reconociera su existencia. Si bien Bolivia tiene leyes contra la discriminación basada en la orientación sexual y la identidad de género, Silene señala que rara vez se hacen cumplir.
El año pasado, se aprobó una ley que permite a las personas cambiar el género en sus tarjetas de identificación, pero se enfrentó a numerosas protestas de grupos religiosos.
Para muchas familias indígenas la homosexualidad simplemente “no existe”, cuenta Silene Salazar, una mujer quechua quien a sus 16 años se aceptó como lesbiana.
Ella es ahora defensora de los derechos de mujeres como ella.
Su historia➡️https://t.co/oaqNaQkZaN@ONUMujeres pic.twitter.com/AsN2aYMtn5
— Noticias ONU (@NoticiasONU) March 28, 2018