Safo es sin duda la lesbiana más conocida de las historia, y también la “primera”. O eso se pensaba. La investigadora e historiadora Charlote Dingle se ha pasado los últimos años investigando a otra poetisa que vivió en Mesopotamia (actualmente Irak) 1700 años antes que Safo, que se dice pronto.
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Era una Suma Sacerdotisa llamada Enheduanna que gustaba de escribirle poemas a la diosa Inanna. Fue la primera persona en firmar con su nombre sus poesías y en escribirlas en primera persona. El mecenas era su padre, rey de Mesopotamia, quien quería aprovechar el don de su hija para honrar a los dioses y asegurarse sus favores a su reino. Tras su cuaderno de poemas escribió: La autora de estos textos es Enheduanna. Es la primera referencia de alguien que pone su nombre tras sus creaciones literarias. Se podría decir que ¡inventó la firma!
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En sus poemas nuestra protagonista le habla de su amor a la diosa Inanna y habla de apartar de su vida a Nanna, el dios que hace pareja con ella. Inanna era la diosa del amor, del sexo y de la guerra, una gran excusa para que Enheduanna pudiera ensalzar sus atributos físicos y dar rienda suelta a su deseo entre sus rimas. La poetisa se describe a sí misma como aburrida de lo mundano y humano, y mucho más interesada en amores divinos. -Imaginamos que para una lesbiana la vida tenía que ser un poco aburrida en la corte hace miles de años-.
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Enheduanna se atreve incluso, mucho antes de que el concepto de “género” rondara por el mundo, a hablar de identidades y sexualidades. “Convertir al hombre en mujer, a la mujer en hombre, Inanna, adornar las mujeres su lado derecho con ropa de hombre”, juega a proponer en su texto “La mujer del corazón infinito”. Lo cierto es que varios estudios arqueológicos proponen que en aquella época en Mesopotamia había mucha diversidad de género, según abundantes grabados de entonces. Incluso se ha propuesto que la diversidad LGTB estaba bien vista, o al menos mejor vista que siglos posteriores.
Fuente: Curvemagazine