¿A quién no se le pone una sonrisa estúpida cuando se siente observada con atención? ¿Quién no se ha puesto coqueta, se ha hecho notar y, probablemente, ha hecho el imbécil como nunca cuando una atractiva desconocida no le quitaba el ojo de encima? Pues imaginaos si retomáramos el antiguo y noble arte del piropeo y expresáramos nuestros pensamientos más atrevidos o el más tierno y rendido amor con una frase graciosa que nos abriera camino hacia una conversación y quién sabe qué más…
Hay que ver lo poco que piropeamos las mujeres. Tal vez sea porque es un arte típicamente masculino (del albañil de toda la vida, para más señas) o porque simplemente no nos sale; pero el hecho es que puede apañarte una conquista en un ratito de nada.
El tradicional “¡Eso es carne, y no lo que echa mi madre al cocido!” o el conocido “Te comería enterita, con ropa y todo, aunque estuviera un mes cagando trapos”, son habituales de nuestros chicos de la construcción y muchas veces no caen bien. Hoy en día los tenemos mucho más elaborados que aluden incluso a las nuevas tecnologías, como “Eres como un iPad: fina, elegante y dan ganas de tocarte” o los graciosos de toda la vida: “Dime tu nombre y te pido para Reyes”.
Cuando eres un poco inútil en estas lides (como lo soy yo) puedes utilizar uno gracioso para tratar de entablar conversación sin comprometerte demasiado. Ahí van algunos ejemplos:
- Perdona, pero… ¿no tendremos algún amigo en común para que nos presente?
- Ayer perdí mi número de teléfono… ¿me das el tuyo?
- ¿Dónde tienes el “Me gusta” para hacerte un click?
Seguro que se ríe a carcajadas tras un momento de vacilación, porque ese par de segundos en los que piensa “¿Qué coño me está diciendo la tía ésta?” no te los quita nadie.
Si eres un poco más atrevida aquí tienes otros:
- ¿Te importa si te miro durante un rato? Es que quiero recordarte para mis sueños.
- Hola. He oído a tu cuerpo llamarme a gritos desde el otro lado del local.
- ¡Guapa! Por ti mato a un elefante a chancletazos.
- Dile a tu madre que me muero por que sea mi suegra.
Para decir cuando vas andando por la calle y descubres a una diosa paseando:
- ¿Qué monumento eres tú, que no sales en mi guía?
- Si hace falta, me convierto en perro para salir de paseo contigo.
- ¿Qué hace una estrella volando tan bajo?
Muchos de los piropos que oímos o conocemos están adaptados para que sea un hombre quien se los diga a una mujer. Por ejemplo:
- ¡Te lo juro, guapa! Hace treinta segundos era maricón…
(Si cambiamos la última parte, nos queda un piropo poco delicado, pero gracioso).
- Mañana ingreso a un seminario para ser cura. ¿Me ayudas a disfrutar de la última noche?
(Aquí, dejad volar vuestra imaginación. Podéis iros al Himalaya, a un convento de clausura, a las rebajas… el caso es que sea un destino del que podéis no volver).
- Si yo fuera tu novio, me volvería ateo, porque ya no tendría nada más que pedirle a Dios.
(Obviamente, cambiamos la primera parte de la frase y miramos embelesadas mientras lo decimos).
No dudemos a la hora de piropear, pero hagámoslo con gracia; no sirve de nada poner acento andaluz (no estamos contando chistes de Jaimito) y no debemos permanecer inexpresivas como si estuviéramos recitando la lista de los reyes godos. Tenemos que ponerle sentimiento y encajar bien las frases de rechazo: ¡hay muchos peces en el mar!
Sobre todo, hazlo con cautela: si en un control de la Guardia Civil le dices a la atractiva cabo “¡Ay, si estás así de verde, cómo estarás de madura!”, es probable que termines en el cuartelillo. Te lo digo yo…
Pero hay que decirlo, por si acaso, que nunca se sabe quién estará escuchando. Puede tratarse de tu jefa (la mujer que firmará tu despido en breve o el ascenso a su cama), tu media naranja o simplemente alguien con quien vas a tener esa noche sexo increíblemente bueno. Lo que está claro es que oír un piropo te alegra el día y para mí, queridas lectoras, los dioses no hicieron más que dos cosas perfectas: la mujer y la rosa.
Hoy caminaba por la calle con mi perrita, haciendo su paseo mañanero, cuando de pronto pasa un grupo de chicos de la limpieza, uno de ellos me mira y me dice ¡guaaapaaa!
Y yo voy y me sonríe, claro está que ni lo miré, pero si que me sonreí.
Pfffff!!! tan mal estoy? y mi autoestima qué? Si ya sonrío por esto? No no, estoy fatal!!! Eso fue lo que me dije cuando todo esto paso, pero lo cierto mujeres y hombres y seres humanos de este planeta tierra que es mentira!
No estaba fatal, simplemente decaída y un piropo ya sea una palabra o dos o tres o una frase completa, bien dicha y en el momento exacto es geniaaal! Y ya da igual quien te lo diga, el asunto es señorxs, el asunto es sentir esa sensación de bienestar que te produce.
Ayyyyys!!! que te dices a ti misma, uy! anda! no estoy tan mal eh? Me puedo sentir así y quizá hasta no gustarme mucho como me veo últimamente, pero si un completx desconocidx me vio por la calle y me dijo eso es que tan mal no estaré.
Recuerdo uno que me dijeron alguna vez cuando pasaba con unas amigas y que fue el ÚNICO piropo que escuche en mi vida que me pareció original y entrador:
“Ahí pasan las chicas, para darle vitaminas a mi ojos”.
Pobre muchacho, todas estábamos en pareja, pero re daba para colgarse a hablar, jajaja.
Saludos!
¡Me quedo con el de “¡Ay, si estás así de verde, cómo estarás de madura!”, sencillamente genial! Espero que esta primavera vuelva a llevarse el verde para poder practicarlo a menudo.