Es una situación rocambolesca. Pero digna de ser comentada porque nos da una información valiosísima y contundente sobre la homofobia vigente, y mil veces negada, que impera todavía en nuestra sociedad.
El fútbol es un arte. Y una pasión. Remueve y libera intensas emociones en quienes lo juegan y quienes lo ven. Pero a la vez es el negocio donde se evidencian las bajezas más primitivas de nuestra sociedad. Desde su cúspide hasta su base.
Nos dolió escuchar a una parte de la afición de El Español en un partido contra el Barça aquel “Shakira es una puta” para irritar a Piqué. Nos dilapidó la fe en la humanidad escuchar a los ultras del Betis un “No fue tu culpa. Era una puta. Lo hiciste bien” dirigido a Rubén Castro, en aquel momento detenido por malos tratos y amenazas a su ex novia. Y ahora ya directamente nos harta y aburre, -y casi que nos dan penita-, escuchar cómo la afición de su propio equipo, el Arsenal, llama “lesbiana” a Héctor Bellerín como si fuera un insulto con el que hacerle pagar haber hecho una mala jugada en el campo.
Él mismo se lo ha contado a The Times, “algunos aficionados me llaman lesbiana y otros muchos insultos homófobos porque llevo el pelo largo. Cuando juego mal, la situación se vuelve insostenible”. Porque lleva el pelo largo, porque es vegano y animalista declarado, porque es un amante de la moda y le encanta ir a desfiles y cuidar su estilo al vestir, porque sabe coser y porque ama Gucci y Balenciaga. En definitiva, porque tiene aficiones consideradas femeninas. Y ya sabemos, para algunos lo femenino está un punto por debajo. De ahí que llamarle “lesbiana” le parezca a muchos todo un Eureka. Porque ser mujer, y además homexual, es vergonzante. Otra casta, que dirían en la India.
“Si actúas de forma distinta de lo que esperan te conviertes en una diana. Es mucha presión. Se trata de algo muy peligroso (…) me dicen cosas como que me han visto en desfiles de moda y que me centre en el fútbol”, explicaba rotundo Bellerín a este medio.
Y mientras tanto, nadie en la industria del fútbol hace nada. Los troles siguen. Bellerín ha cerrado sus redes en varias ocasiones. La FIFA mira siempre a otro lado y machismo y homofobia campan a sus anchas por los campos de fútbol de todo el planeta.
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