Bridget Coll, la monja lesbiana que encaró a Pinochet y cambió la ley en Canadá

La irlandesa Bridget Coll era una monja lesbiana visible y activista nacida en 1934. Una combinación bastante original, sobre todo para su época. Conoció a Chris Morrissey, también monja, en Chile, donde había logrado irse de “misiones” junto a su Orden religiosa, pero su amor las hizo dejar atrás los hábitos.

Bridget, junto a Chris, no solo no se armarizó, sino que luchó por que el estado canadiense reconociera su unión y le dieran así la nacionalidad a Chris, que todavía vive, y que huía de la dictadura de Pinochet. (Bridget murió hace 5 años).

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Fue Chris la que le dijo que era lesbiana y le insinuó que creía que ella también. Bridget tenía 43 años y se dio cuenta de que sí lo era. Ambas vivían entonces en Chile y se fueron posicionando del lado de un pueblo totalmente oprimido y alejándose sin querer de una congregación más centrada en extender el Evangelio que en hacer justicia: 

“Alentábamos a las mujeres a defenderse en una sociedad fuertemente patriarcal, lo que nos valió el apodo de “destructoras de hogares”, explicó en una ocasión la ex monja, que se unió a una asociación contra la tortura de Pinochet. La cosa se puso verdaderamente fea y ambas huyeron a Vancouver, donde Bridget luchó para que reconocieran a su pareja como tal y no le hicieran volver al país andino. En 1992 desafió al Constitucional con su historia de amor por delante, llegó a resonar en los medios de todo el planeta y sorprendentemente ¡ganó! Chris recibió la nacionalidad canadiense y ambas pudieron vivir el resto de su vida en Vancouver. (Foto inferior: Bridget y Chris en el Orgullo de Vancouver 1999). 

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bridget coll

“La protesta duró sólo tres minutos. Ella siempre estaba en la primera fila. Yo era la que se contenía. Ella estaba al frente arrastrándome” explicaba recientemente Chris a la BBC tras la muerte de su mujer, refiriéndose a la implicación de Bridget en las peligrosas protestas callejeras contra Pinochet.

Maucire Casey, historiador, ha sido el que ha redescubierto y contado su historia en una exposición sobre la diáspora LGTB en Irlanda. Encontró varias cintas en las que las mujeres contaban su vida. Bridget provenía de una familia católica y ya con 15 años se decidió a consagrarse a Dios. Años después, tras un discurso del Papa en contra del uso del preservativo y del control de natalidad, empezó a tener serias dudas de si su lugar era la Iglesia. Logró que la derivaran a Chile y allí conocer a Chris acabó de separarla de una Iglesia nada comprometida. 

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A día de hoy Canadá las reconoce como parte importante de la historia de su país, Irlanda las homenajea en esta exposición y Chile se acerca a conocer y rescatar la historia de Chris Morrisey.  No nos cabe duda de que, tras una historia tan sumamente valiente, admirable y vanguardista, Bridget merecía dejar este mundo enormemente satisfecha. “Al final de su vida estaba contenta. Murió como vivió, con sencillez y valentía”, contó Chris a la BBC.

Fotos: BBC/Universidad Simon Fraser. Foto inferior: Bridget y Chris.

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