Chavela Vargas (1919-2012) es, tal y como la han cantado algunos de los músicos contemporáneos más renombrados de nuestra época, la dama de poncho rojo, una de las artistas hispanas más importantes del siglo XX. Cantante, actriz, musa y amiga de artistas, escritores y pensadores célebres de la contemporaneidad, entre su amplio espectro de amistades podemos subrayar nombres como los de Juan Rulfo, Picasso, Carlos Fuentes, Pablo Neruda, Diego Rivera y Frida Kahlo, Ava Gadner, Joaquín Sabina, Gabriel García Márquez… figuras a quienes estuvo muy unida durante mucho tiempo, que han reconocido y alabado a la cantante también en los años en los que ni su lugar de origen reconocía su valor como artista y que la han situado en un lugar destacado del ambiente librepensador hispanoamericano. Hasta la década de los años 70 apenas era su nombre citado con demasía; durante los años de depresión económica caería en el silencio y en el alcoholismo, y sólo a partir de 1990 se la rescatará del olvido para devolverle el mérito que le correspondía a su excelente capacidad de conmover cantando. Uno de los amigos rescatadores fue Pedro Almóvodar, que incluiría algunos temas de la cantante en algunas de sus principales películas de principios de los años 90, como por ejemplo, el “Piensa en mí” de Tacones Lejanos, que en este caso sería interpretado por Luz Casal y que se convertiría en un himno de dicha década en España. Se la considera una de las figuras principales de la música latinoamericana. Revolucionó la canción ranchera y trascendió los límites de los corridos, los boleros, la canción cubana y un sinfín de géneros musicales. Superó así los límites de la música mexicana, prescindiendo del mariachi y desligando las rancheras del ambiente de fiesta. Chavela logró desarrollar una forma intimista de contar las canciones y cantar al amor, algo insólito en la tradición musical de habla hispana.
Nació en Costa Rica. Huyó de allí siendo sólo una adolescente, escapando de un pueblo que la incomprendía por ser una mujer que vestía con pantalones. Sus padres se habían divorciado siendo ella niña y ese divorcio supuso que la desatendieran. En cierta manera, la habían abandonado; estuvo aquejada de poliomielitis y fue educada por una tía que trataría de sustituir la ausente figura de sus padres, en México, lugar que sería su hogar durante más de ocho décadas y que la nombraría ciudadana honorífica en 2009. La suya fue una infancia difícil. Tal vez sea esta la razón de que, al enfrentarnos a su biografía, hallemos una Chavela dueña de un espíritu rebelde y una personalidad que tendía a ir a contracorriente y que trascendió los límites asociados a su sexo: la artista fumaba tabaco, bebía alcohol, portaba pistola y vestía y cantaba como un hombre. Una mujer que se desgarró de amor sólo como la sociedad machista en la que se crió permitía cantarle al amor a un hombre, y aunque ella era mujer, cantó sin sexo y consiguió esbozar una personalidad y un estilo únicos. Bajo la tutela del compositor José Alfredo Jiménez interpretó muchas de las canciones más memorables de la historia musical de Latinoamérica, como Luz de Luna, La Llorona, Paloma Negra o Macorina y ella es, a día de hoy, una figura indiscutiblemente fundamental del panorama de las letras y artes latinas.
Premiada con numerosos reconocimientos, entre los que destacarían la Medalla de Oro de la Universidad Complutense de Madrid, la Gran Cruz Isabel la Católica recibida en el año 2000 y un Grammy Latino como homenaje a toda una carrera, en 2007 recibe el Premio a la Excelencia Musical de la Academia Latina de las Ciencias y Artes de la Grabación tras una larga vida de 93 años.
No se le ha conocido pareja alguna, y siempre se ha conspirado sobre la aventura que mantuvo con Frida Kahlo, que según algunas fuentes pudo ser pasajera, según otras no tanto. Se ha llegado a sugerir que entre ambas mujeres existió un romance intenso que duraría años, el tiempo que también se señala que residió Chavela en la casa de los Rivera-Kahlo, apuntándose incluso que la pintora fue el gran amor de la cantante. No existen evidencias concretas que permitan sostener la hipótesis de que fueran amantes sin vacilaciones y la duda planea permanente sobre esta historia. Se desconoce la existencia de pruebas que avalen el hecho, solamente una foto dudosa de ambas y los rumores que dan vida y alimentan la leyenda. Nos quedan sin embargo sus declaraciones:
“Yo nací así. Desde que abrí los ojos al mundo. Yo nunca me he acostado con un señor. Nunca. Fíjate qué pureza, yo no tengo de qué avergonzarme… Mis dioses me hicieron así”.
En el año 2000, en una entrevista para la televisión colombiana, a los 81 años de edad, declaró que era lesbiana.
Inmensa.. quién supiera reír como llora Chavela, dijo Sabina.. 🙂