Confesiones de una ex heterocuriosa

heterocuriosaSí, lo reconozco, fui heterocuriosa. Tenía 26 años, demasiada experiencia para mi edad con hombres y me apetecía probar algo nuevo, diferente. Lo llevaba deseando desde hacía muchísimo tiempo: quería acostarme con una mujer. Y la verdad, sucedió cuando menos me lo esperaba…

Yo estaba con mi rollo de turno (para mí en ese momento era obviamente un tío) en un club. Él me encantaba en todos los sentidos. Era un auténtico bellezón de hombre, pero claro, apareció ELLA y ya no tuve ojos para nadie más. Nada más verla me gustó. A mí y a todo el que estaba alrededor… Morena, pelazo de anuncio, alta, tipazo y unos labios para comérselos. No sólo era guapa sino que era extremadamente sexy. Vamos, que no podía quitarle ojo de encima. Y por suerte para mí, ella a mí tampoco. Se me acercó en un momento en que Jan, mi rollete, se fue al baño. Hablamos, coqueteamos, nos reímos, bailamos… Pero claro, Jan ya había vuelto del baño y yo no le estaba haciendo ni caso. De repente, en un momento mientras bailábamos, hablándome al oído de una manera tan sensual que hubiera podido tener un orgasmo sólo con oírla, me preguntó si me iba con ella a su casa. Creo que ella no había terminado de hacer la pregunta y yo ya le había dicho que sí. Y ahí dejé al pobrecito de Jan flipando tanto por el hecho de que lo dejara plantado como por que tuviera tanta suerte de irme con semejante mujer.

Yo estaba cada vez más nerviosa, más ansiosa y… más cachonda. Por fin en el taxi nos liamos. Yo le dije que no había estado nunca con una mujer y me dijo que no me preocupara. Fue dulce, cariñosa, atenta y comprensiva. Besar esos labios era… indescriptible.

Por fin llegamos a su casa, nos tomamos una copa y directas al sofá. Yo estaba de los nervios. No sabía qué hacer con ese cuerpo tan perfecto y me daba vergüenza estar tan mojada. Intenté tranquilizarme y llevar la iniciativa un par de veces, pero no daba ni una. Tras varios intentos fallidos me dijo que me relajara, que me dejara hacer y que disfrutara. Y así lo hice. Y lo volví a hacer unas cuantas veces hasta que caí rendida del agotamiento…

Cuando me desperté tarde al día siguiente y la vi a mi lado sonriendo no sabía ni qué decir. Estaba muerta de vergüenza. Pero ella siguió tan tranquila haciéndome cosquillas por las caderas y besándome el hombro. Después de un rato así, las dos tumbadas y dándose cuenta del corte que yo tenía, me preguntó si me apetecía ir a desayunar por ahí. A los pocos minutos estábamos en un café muertas de risa recordando mi cara de susto al despertarme. De eso hace 4 años y desde entonces somos íntimas amigas (sólo alguna vez al principio de nuestra amistad hubo derecho a roce y la verdad es que todo fue mejor…). A ella le encanta decir que fue mi maestra y contar mi cara de susto y mi torpeza en la cama la primera vez y yo me muero de risa cada vez que lo cuenta, porque siempre añade que hizo tales maravillas conmigo que pasé de ser curiosa a no querer otra cosa. Después de Martha tuve una aventura con otra “heterocuriosa” y fue genial para las dos. Después volví a estar con hombres, pero ya no era lo mismo… ya no me llenaba el sexo con ellos. A los pocos meses de mi primera vez con Martha, encontré a la que hoy es mi preciosa mujer, cómo no, por casualidades de la vida.

Ya no quiero otra cosa.

B.
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14 comentarios en “Confesiones de una ex heterocuriosa”

  1. Aquí una heterocuriosa, bisexual, promiscua o como se me quiera llamar. Yo no creo nada en las etiquetas y lo máximo que puedo decir sobre mi acerca de este tema es que he tenido relaciones sexuales con hombres y mujeres y la única diferencia -hasta ahora- es que aunque el sexo con ellas es fantástico, no se me meten en la cabeza. Simplemente no me enamoro de chicas. En todo caso, me gusta leer vuestra revista, aunque a menudo se utilicen etiquetas y se tienda a pensar que, al final, todas caemos en la heterosexualidad o en la homosexualidad. En mi mundo, que la curiosidad te lleve a la homosexualidad es más bien excepcional. Viva el amor y también el placer.

  2. La perra strikes back

    Soy oriunda de una ciudad pequeña tipo pueblo, de mentalidad añeja y conservadora: hay centenares de heterocuriosas y bisexuales escondidas por doquier pero, eso sí, nunca se puede llegar más lejos con ellas por el miedo al qué dirán. Esto es verídico.

    Puedes pasarlo bien con ellas siempre y cuando dejen claro lo que buscan (porque una amplia mayoría te engañan, precisamente, porque detrás hay alguien con ellas, un novio, un marido, o una familia rancia, y el objetivo es engancharte para futuros encuentros y así no ponerse a buscar otras cosas por ahí, porque es un riesgo, que aquí todos nos conocemos).

    Es imposible enamorarte de alguien que no tiene claro lo que quiere, que teme a salir del armario y que te “oculta” a sus conocidos y familiares como si tuvieras la peste: si no te respeta, y ella no se respeta a sí misma, yo no quiero saber nada. Es posible que mi experiencia pese: he estado con dos heterocuriosas. Dos “relaciones” perfectamente olvidables (para mí eran relaciones, pero, evidentemente, para ellas yo, porque me engañaron: una porque tenía novio en el extranjero y la otra no lo tenía muy claro, pero que cuando encontró a otro para casarse y demás, me dejó tirada). Y todo por el asqueroso qué dirán de estos puebluchos de mierda.

    Igualmente, procuro ser flexible, porque no todas son iguales: el problema es que esa minoría no está en mi ciudad, y si están, están escondidas, desconfiando de todo el mundo (y planteándose la misantropía).

    Es muy triste que las heterocuriosas (de doble vida) tengan que ir mintiendo por ahí para lastimar al personal.

    Saludos,

    La perra

  3. Lamentablemente, hoy en día en muchos lugares del mundo, sigue pesando, sobre todo en lugares pequeños, el triste “qué dirán”.

    Y es que a veces ese “qué dirán” no es sólo un cotilleo de plaza entre ignorantes, sino que se puede convertir en un “qué me harán” y complicar la vida a algunas personas.

    La base para mí está muy clara: si alguien se quiere, o se gusta, en ello sólo existe algo bueno.

    1. Aveces la descarga es una versif3n spioruer a la indicada, normalmente para corregir algfan problema puntual.Solo cuando hay cambios importantes se anuncia una nueva versif3n.

  4. Qué rabia. Sería tan estupendo que las personas fuesen claras con lo que sienten desde un primer momento.. sobre todo porque no es tan difícil dar a conocer lo que realmente quieres. Ni siquiera en los primeros momentos; definir las cosas..

  5. No existe tal heterocuriosidad. No es un concepto científico sino más bien un concepto “pop” de moda diría yo jaja. Existe lo que se llama un continuo entre la Heterosexualidad absolutad y la Homosexualidad absoluta estudiado y creado el concepto por el científico Kinsey. También existen las experiencias bisexuales como algo pasajero en la vida de una persona (una o un par de experiencias con alguien del mismo sexo en toda su vida “heterosexual”) y como transición a una homosexualidad como el caso de la nota quizás. O una bisexualidad permanente también y/o oscilante por épocas. No pensemos la orientación sexual como algo estático porque no lo es. Ni tampoco nos cerremos a creer que el bisexual se tiene que decidir porque eso es más bien una intolerancia a la incertidumbre propia del ser humano. Uno puede ser bisexual y no tener que “decidir” por uno u otro bando je…. lo dice una bisexual que no está cerrada a nada.

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