Muchos son los artículos y opiniones al respecto de divorcios con hijos en los matrimonios heterosexuales pero muy pocos o ninguno cuando en la separación hay dos madres. ¿Una desigualdad dentro de otra?
Llevo casi 10 años compartiendo custodia y no son pocas las veces que he pensado si fue la opción más correcta.
En su momento, me pareció que igual que intenté que el papel de su padre fuese activo en la educación y crianza tenía que seguir siéndolo después. ¿Qué derechos y obligaciones tenía más que él con respecto a nuestro hijo? La respuesta más lógica para mí es: ninguno. Ni un solo derecho ni una sola obligación más. El hecho de haberlo llevado durante 9 meses dentro de mi no me otorga privilegios ni más responsabilidades, entonces ¿Por qué iban a ser distintos nuestros papeles como familia separada?
Esa decisión fue en aquel momento lo más justo. No lo mejor para mi ni para mi ex y, puede, que tampoco lo mejor para mi hijo pero sí lo más equitativo para todos.
Está claro que lo ideal sería mantener la familia unida, verse uno la cara cada día y no renunciar a verlos crecer ni a perdernos un solo minuto de sus vidas. Pero ya sabemos que eso no siempre es posible. Entonces, llegado el momento ¿qué es lo mejor? ¿lo justo o lo injusto?
Lo justo es que un niño o niña vea a su familia por igual, lo que supone cambiar de casa cada X tiempo, un trastorno. Lo justo es que ambos participen y colaboren en la educación, complicado. Lo justo es que cada uno lleve su vida como quiera, imposible.
Y es que ese es mi pesar durante años. He supeditado mi vida al sitio donde vive mi ex. Muchas dirán que es lo que hay y que es mi responsabilidad como madre estar al lado de mi hijo. Otras y otros tantos pensarán que debería pensar en mí porque eso beneficiará a mi hijo. Pero, sensatos son los cautos que no opinan de vidas ajenas.
Después de casi una década he pensado, repensado y vuelta a empezar sobre este tema y por más vueltas que le he dado y por más que me hubiese gustado vivir una vida distinta sigo pensando que hice lo justo, que no soy más que nadie para quitar el privilegio de ver crecer a un hijo.
Se dice por ahí, que el Gobierno planea presentar un proyecto de ley de corresponsabilidad parental que regule la custodia compartida. Hablan de estadísticas sobre cuántas familias optan por esta opción (un 17,9% en 2013, según el INE) y que éstas van en alza pero no me queda muy claro si en estas estadísticas están incluidos los matrimonios de lesbianas que se rompen.
A lo largo de mi experiencia en el mundo “lésbico-materno” he podido ver como familias se unen y se separan y, muchas veces, hay menores de
por medio. Creo poder decir con rotundidad que la forma de separarse y decidir sobre la custodia no dista mucho de los matrimonios heteros. Solo que aquí prima “el canal de parto”. ¿Has parido? Es tuyo. ¿No has parido? Régimen de visitas.
Bajo mi humilde opinión, luchamos por la igualdad pero ¿Qué igualdad? La que nos conviene, parece ser. No quiero decir, por supuesto, que ésta sea la tónica general pero sí que se da con demasiada frecuencia. Y es que con la Iglesia hemos topado. Cuando nos hablan de nuestros hijos nos volvemos unas fieras y no queremos compartirlos con nadie. Lo que quiere decir es que confiaste en esa persona para traerlos a este mundo y ahora ya no te parece tan buena opción. Pues querida, habértelo pensado mejor antes.
Desde luego, yo ahora podría estar viviendo en un lugar distinto, podría haberme llevado a mi hijo conmigo que para eso lo he parido yo, podría no tener que dar explicaciones a nadie pero para eso tendría que haber decidido ser madre sola. Como no lo hice no me queda otra que aguantarme con lo que es justo.
¡Quizá en otra vida!
Dibujos de Marta Domercq.