De armarios y otros cautiverios

mirales.esMe acuerdo como si fuera ayer: leía en un suplemento dominical una entrevista sobre eso que llamaban homosexualidad, y que apenas comenzaba a entender (en todos los sentidos). Me llamó la atención el perfil de una entrevistada, una conocida profesional de los medios de comunicación, de más de 30 años, cuyo aspecto no hacía levantar sospechas pero tampoco confirmaba posibles dudas. Recuerdo nítidamente cómo mi mente, todavía algo inocente e inexperta, extrañamente me dibujó en la cabeza la imagen de una presentadora de informativos deportivos casi inmediatamente. Una parte de mí sabía perfectamente de lo que hablaba, quizá acaso mostrándole a la otra parte lo que aún estaba por llegar. Pero lo que más me marcó, además de eso, fueron las dificultades casi asfixiantes de las que hablaba la periodista.

Mucha gente se sigue preguntando por qué, en estos tiempos que corren, sigue habiendo personas que esconden de manera más o menos intencionada su orientación sexual, especialmente en el caso de los llamados “personajes públicos”. La mayor pega la suelen poner (con más que razonables motivos) personas del colectivo que se sienten necesitadas de referentes ­­–especialmente los jóvenes–, si no para sentir cierta reafirmación de forma externa, sí para al menos saber que hay alguien como ellos que ha “andado el camino antes”. Como decía Marie Wilson: “No puedes ser lo que no puedes ver”. Sin embargo, no es tan fácil como se puede pensar, y para “salir del armario” un famoso tiene que sortear un gran número de obstáculos y contradicciones que le pueden costar su carrera.

mirales.esSiempre se ha dicho que en la industria del entretenimiento hay una proporción inusualmente grande de personas no-heterosexuales. La mayoría de los casos más conocidos de salidas del armario así lo atestiguan, pero por otro lado también se dice que las personas más famosas nunca lo revelan. Entre varias razones, predomina el miedo a perder su status de icono mundial que les reporta pingües beneficios económicos y trabajo casi seguro, además del reconocimiento por parte del “gran público” como ejemplos o modelos a seguir. Otros factores que pueden afectar a sus carreras, como sus ideologías políticas o su color de piel, antaño motivos de persecución y rechazo, ya son baladí en casi todos los casos. Pero la orientación sexual sigue siendo un problema dentro de un negocio que aun así ya no tiene reparos en mostrar y vender lo que en su interior todavía oculta, en programas de televisión, series, películas, obras de teatro y un sinfín de “productos”. Entonces… ¿qué es lo que falla?

mirales.es¿Es acaso el mundo todavía “demasiado heterosexual”? ¿Demasiado religioso, al menos como para poder convertir en el galán fantasía de –casi– todas las mujeres en un maricón apestado, o a la mujer fatal de las películas de 007 en una vulgar bujarrona nada más revelar su verdadera orientación sexual? ¿Acaso se esconde un odio latente en el showbusiness casi tan grande como el patente de la sociedad en la que todavía vivimos? ¿O es el miedo “a perderlo todo” y dejar de ser un poster-man/woman lo que conduce a estas personas a tomar esas decisiones? Cada caso es un mundo, y ciertamente no se puede coaccionar, ni mucho menos obligar, a nadie que no quiera publicar ni permitir saber nada. Pero sigue siendo muy cierto que este fenómeno deja muchas dudas (o muchas certezas) sobre el tipo de cambio real que se está produciendo en la sociedad. Dejar la dignidad en la mesa a cambio de un cheque con muchos ceros no beneficia en nada a la causa, y es la gente con ese poder de atracción la que más debería abrir los ojos a un mundo que se niega a ver por miedo e ignorancia, prejuicios y creencias destructivas.

Los verdaderos entresijos del mundo del entretenimiento son más que de sobra conocidos por aquellos que lo habitan: directivos, productores, directores, actores… Muchos de ell@s saben perfectamente de las orientaciones sexuales de sus compañer@s de profesión, pero tod@s saben que no respetar la omertà les puede acarrear problemas. La homosexualidad es, pues, otra cosa más que se puede comprar y vender, sólo tolerable, exponible, si da rédito al bolsillo. Muy a la manera del Ayuntamiento de Madrid con su trato a la fiesta del Orgullo LGTB, por poner un ejemplo cercano. Pero quita más que da en un mundo como este, donde ser heterosexual, o aparentarlo, es uno de los cada vez más exigentes requisitos para poder “ser algo”, incluso a niveles más terrenales. Así que no esperéis que esa nadadora de sonrisa encantadora ponga cara de póquer cuando el presentador graciosillo de turno le pregunte por “los chicos”, o que el guaperas de Hollywood le invite a un expreso a ese camarero tan mono mientras rehúye las miradas de todas las tías que babean a su alrededor. Parece ser que lo de encerrarse en una caja de madera no es sólo cosa de muertos.

Elena G.

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1 comentario en “De armarios y otros cautiverios”

  1. Sinceramente, creo q cada cual ha de ser libre para salir o no, y q cada cual puede tener sus motivos. Q los personajes publicos son de gran ayuda a la h de normalizar la situación no se puede negar. Pero tambien esta en nuestras manos, un granito d arena y poco a poco conseguiremos q lo q antes era extraño, reprobable o como querais llamarlo sea algo normal. No veo b eso si, q como dices…… algun presentador graciosillo….. pregunte x ” un chico” ” una chica” cuando ese presentador graciosillo pregunte x “alguna persona especial ” entonces se dara un paso más 🙂 . Y me da igual q la chica sexi de 007 sea o no sea homosexual ……. eso no va a dejar q muchas d nosotras fantaseemos con ella ;). gracias siempre es agradable leeros

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