Brittney Griner es posiblemente la mejor, o una de las mejores, baloncestistas de la historia. Actualmente es pivot en los Phoenix Mercury en la WomanNBA. Le ha sorprendido la guerra de Ucrania estando en Moscú, Rusia, donde participaba en la liga rusa. Tratando de salir del país, inexplicablemente, fue detenida por las autoridades.
Se cumple un mes de su arresto y prácticamente no tenemos noticias. Las últimas imágenes de ella son en un aeropuerto, arrastrando una pequeña maleta. La semana pasada apareció en la televisión estatal rusa una foto policial de Griner que la acusaba de transportar drogas y la señalaba para una pena de 10 años de cárcel.
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Actualmente un Tribunal Ruso ha extendido su detención por dos meses más, hasta el 19 de mayo, según la agencia rusa Tass. Hasta donde sabemos, actualmente Griner comparte celda con otras dos mujeres, también sin antecedentes penales.
Estamos verdaderamente preocupadas por su paradero y el hacer de un Tribunal que no nos da ninguna confianza. La deportista es, además de estadounidense, lesbiana, y en Rusia su visibilidad también está penada. No sabemos si el estado ruso quiere usarla como rehén teniendo en cuenta su fama o, al contrario, cederá a la presión internacional y a los miles de muestras de apoyo y preocupación en las redes.
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Paralelamente, los colectivos LGTB critican que la noticia sea “de segunda” en los medios de comunicación mainstream. “Si fuera un jugador de su calibre de la NBA masculina esto estaría en la portada de toda publicación deportiva y de todos los medios del mundo”, sentenció la columnista deportiva Tamryn Spruill. Por ahora, el Secretario de Estado estadounidense ha pedido que su cónsul tenga acceso a la jugadora.
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