Entender el clítoris y darle el mejor uso posible

Punto G, punto A, punto H, pezones, antebrazo, cuello, oreja, parte interior del muslo, labios, ombligo… sin duda son muchas las zonas erógenas de las que las mujeres disponemos para disfrutar, perder el control y lograr placer sexual. El clítoris no es sólo una más, es una de las zonas erógenas por excelencia, con tantas terminaciones nerviosas que no hay límite para las sensaciones a experimentar. Así que, qué menos que dedicarle un artículo. ¿No te parece?

¿Has tratado alguna vez de contar la multitud de nombres que existen para llamar al pene? Seguramente si nos pusiéramos a apuntar ahora rellenaríamos este artículo sólo con nombres (¡Leonardo Dantés ya lo comprobó con su canción!)

Sin embargo, me gustaría poder hacer ese mismo ejercicio para hablar del órgano homólogo femenino: el clítoris, pero creo que no sería lo mismo. Pepitilla, botón y… ya está. Se acabó. Ya no se me ocurren más nombres con los que haya oído nombrarlo. Para ser del todo sincera, tampoco es que lo haya oído nombrar demasiado. Dicen que lo que no se nombra no existe y es evidente que silenciar esta parte de la anatomía de las mujeres ha supuesto durante mucho tiempo silenciar nuestros deseos, nuestro placer, nuestra erótica y, en definitiva, nuestra sexualidad (al menos en todo lo que no está directamente relacionado con la maternidad… para esto sí tenemos permiso).

En algunas culturas se extirpa en la práctica que llamamos “mutilación genital femenina”; pero en otras culturas esta extirpación existe, de manera menos dramática, pero igualmente eficaz: la invisibilización, la tabuización y la ignorancia. Durante años nos han convencido incluso que en el ranking de “orgasmos válidos” los llamados clitorianos quedaban en segundo lugar frente a los vaginales; era signo de inmadurez sexual y enfermedad mental (enfermedades mentales como la histeria femenina y el síndrome premenstrual, que por otra parte también tienen miga). Y para mí: ya basta de todo eso. Basta de sexualidades de primera y de segunda, de monopolios del placer por parte de lo masculino y de malestares a causa de la falta de información, basta de no ponerle nombre a las cosas. Por que lo que no se nombra, no existe y mi placer, mi clítoris, mi satisfacción existen.

Sí, el clítoris es el órgano más parecido al pene, ¡no la vagina! Tiene un glande y un tronco, está cubierto por un capuchón y es la zona del cuerpo con más terminaciones nerviosas; muchas más de las que pueden existir en la vagina, con diferencia. Como el pene, el clítoris entra en erección durante la excitación, llenándose de sangre sus cuerpos cavernosos. Si del pene oímos hablar constantemente (en forma de chistes, de demostración de virilidad, como estímulo erótico, con respecto a su tamaño o incluso como amenaza), cómo es posible que el clítoris aún hoy siga siendo algo misterioso, desconocido y desprestigiado. Esto tiene que dejar de ocurrir, así que ¡manos a la obra!

Empecemos por pensar en el papel que el clítoris juega en la sexualidad (reconozco que ésta es la parte que más me gusta). Desde un punto de vista estrictamente biológico, este órgano no sirve para nada… no participa en la reproducción ni en ninguna de esas funciones que tan bien nos enseñan en la escuela de los seres vivos, que nacen, crecen, se reproducen y mueren. Sin embargo, desde una perspectiva psicológica, el clítoris es un órgano que sirve para una importante función: el placer.

Está formado por tejido altamente sensible, situado en una zona protegida, de manera que esa sensibilidad sólo produzca bienestar y no dolor. ¿Te imaginas que el clítoris se encontrara en el interior de la vagina? No quiero ni imaginar los partos… Pero afortunadamente la naturaleza ha sido lo suficientemente sabia como para colocarlo fuera, en el lugar en que se unen los labios menores, con el hueso púbico a la espalda del glande, de forma que el pubis lo proteja y también lo estimule cuando se roza o frota la zona. Tal y como está colocado se hace evidente que es un bien preciado de la anatomía sexual femenina, sólo para proporcionar sensaciones positivas. Por último, desde un enfoque social, también tendría una estrecha relación con la comunicación que, sin embargo, a veces nos perdemos por desconocimiento.

¡Cuántas parejas no pueden compartir y relacionarse placenteramente a través de este órgano por una visión de las relaciones eróticas basadas meramente en el coito, en el pene y en la vagina. Si tenemos un órgano pensado y diseñado exclusivamente para dar placer, ¡démosle uso!

Sigamos con una reflexión sobre su estructura: músculos flexibles con alta concentración de terminaciones nerviosas, rodeado de mucosa en el glande y con gran cantidad de vasos sanguíneos que facilitan su erección. Sus raíces, que llegan hasta cerca del ano son la explicación de que sintamos placer en el primer tercio de la vagina (y sólo en esos primeros centímetros), en los labios menores y en la zona perianal. Es decir, no se trata sólo de un botón mágico, es mucho más, puesto que reparte las sensaciones en toda la vulva. La intensidad de la sensibilidad del clítoris es tal que algunas mujeres no soportan la estimulación directa del glande y prefieren la estimulación indirecta, a través del capuchón y de los alrededores (labios menores y mayores, zona de alrededor de la vagina e interior, en el primer tercio de ésta, etc.)

Como todos los órganos vinculados a la sexualidad, necesitan ser activados con una “contraseña” para poder cumplir correctamente sus funciones. Solemos llamarlo clave erótica. Si nos agarran la oreja y la masajean mientras fregamos los platos; o si nos rozan el pecho accidentalmente en el autobús con un bolso, seguramente no sintamos nada (al menos agradable) y mucho menos nos excitemos.

Con el clítoris pasa lo mismo: aunque puede ser una sensación agradable notar el roce del pantalón en el clítoris cuando nos sentamos en un banco del parque, para excitarnos necesitamos activar el código necesario: necesitamos sentir deseo. A veces se nos despierta por una subida hormonal, otras veces a raíz de un acontecimiento o estímulo y otras veces lo despertamos cuando pensábamos que no nos apetecía demasiado. Una vez hayamos encendido el motor de “objetivo: satisfacción” el límite lo ponemos nosotras. Podemos rozar el clítoris sutilmente, frotarlo más activamente, estimularlo a partir de caricias, o a través del sexo oral; también podemos tocarlo con juguetes eróticos, un dedo o el cuerpo de otra persona, o quizás con la almohada o la alcachofa de la ducha… Investiga, disfruta, prueba y conócete. Comparte tu clítoris en compañía o sácale partido sola. No más invisibilidad.

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9 comentarios en “Entender el clítoris y darle el mejor uso posible”

  1. Opina un hombre: indudablemente el clítoris es la llave mágica para el placer femenino y el que mueve con su sensibilidad a la pasión extrema cuando una mujer ya siente apetito sexual. Como se plantea en el artículo y por desgracia represiva social, religiosa y sexista no se le ha dado la importancia que en realidad se merece y se le ha menospreciado y vilipendiado como una parte pecaminosamente sucia.

    En realidad debemos de lograr una libertad individual para poder experimentar con todas las partes de nuestro cuerpo y llegar a un conocimiento más profundo del cuerpo del sexo opuesto. Todo está en que exista apertura, curiosidad y ganas de conocer lo que le complace a la pareja para poder lograr mayor armoníay y gusto en nuestras prácticas sexuales.

    Y luego de haber tenido el placer de poder convivir con amigas lesbianas, como hombres deberíamos dejarnos guiar por ellas con la finalidad de poder saber qué es lo que realmente hace feliz a una mujer… y quién no lo sabe mejor que otra mujer. Lo importante es vencer los prejuicios y las muy mal fundamentadas opiniones generalizadas que existen al respecto.

    Saludos desde México.

  2. Le comentaba a una amiga que esta es mi página preferida para informarnos los mejor posible cuando de mujeres se habla. Y ojo, no digo de mujeres lesbianas. Mirales es una maravillosa revista que cualquier mujer actual deberia de leer. Gracias por la información en este artículo.

  3. Que las mujeres hetero siguen bajo el zapato machista, hoy día encarnado en la pornografía
    Pero lo más vergonzoso es reconocer que el desconocimiento y el veto del placer femenino se extiende hasta las mismas lesbianas hoy día, ya que muchas, al ignorar las posibilidades sensuales de su propio cuerpo, son incapaces de un intercambio intenso de posibilidades eróticas con otras.

  4. Así es pero en cuestión de placer las mujeres no nos quedamos con dudas bueno no en mi experiencia al estar con una chica exploró no sólo su clitoris es tocar acariciar cada punto de su cuerpo y descubrir dónde y cuáles son sus puntos de excitaciones es lindo y ya no tiene que ser un misterio o algo de lo que nos dé vergüenza es más pienso que nuestro sexo es mucho más lindo e intenso Saludos chicas

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