Hoy estamos de luto. Las mujeres hemos perdido la capacidad de decisión sobre nuestros cuerpos, sobre nuestra maternidad, sobre cuándo y cómo o si deseamos formar una familia. Ahora nuestros cuerpos se supeditan a decisiones judiciales, a supuestos excluyentes y decisiones médicas. Han convertido mi cuerpo en un campo de batalla político e ideológico. Pero lo que sucede en él ya no depende de mí.
Ahora, si soy menor, deberé obtener permiso paterno o someterme a una decisión judicial. Con 16 años, el Estado me permite tener sexo con mi consentimiento, pero no garantiza mi acceso a la prevención o a la educación sexual y aún así regula judicialmente mi aborto. Voy a decirlo bajito, no sea que planteen que mi consentimiento sexual comience después de mi matrimonio.
Ahora, la malformación, enfermedad incurable o anomalía fetal incompatible con la vida ya no será un supuesto. Sólo podrá interrumpirse el embarazo si dos informes médicos consideran que es un grave riesgo para mi salud física o psicológica para mí. ¿En qué mundo una malformación, una enfermedad incurable o anomalía fetal incompatible con la vida no supondrían un riesgo para mi salud psicológica?
Ahora, si me violan, sólo podré interrumpir mi embarazo hasta la semana 12. Una interrupción de mi embarazo después me haría ser juzgada penalmente, como a mi violador.
Ahora todas las personas que participan en mi aborto (médicos, administrativos, etcétera) pueden declararse objetores de conciencia. Objeción de conciencia sobre mi cuerpo, sobre lo que sucede en él. Independientemente de las leyes que también regulan lo que sucede en mi cuerpo. Mi pobre cuerpo convertido en campo de batalla político, ideológico y, como dicta la ley, de objeción de conciencia.
Nos encontramos frente a una regresión de derechos de nada menos que décadas, que nos sitúa en los viajes a Londres, en una privatización del aborto seguro y, cómo no, del regreso a los abortos clandestinos. Esto, sumado a la falta de recursos en educación sexual y de prevención nos lleva a antes de 1985.
¿Y esto qué tiene que ver con las lesbianas o bisexuales? Sufrir una violación no tiene orientación sexual. Formar una familia, tampoco. Ser madre de una niña que en un futuro mantendrá relaciones sexuales no tiene orientación sexual. Esta pérdida de derechos afecta a lo más íntimo que tenemos como mujeres: nuestros cuerpos, nuestras familias, nuestros hijos e hijas (si deseamos tenerlos). Porque esa es la clave: el derecho a decidir.
En realidad no es un derecho de las mujeres o que afecte a las mujeres exclusivamente. Es un derecho que perdemos como sociedad. Porque todos nacimos de una madre, porque todos podríamos tener una hija. Porque en el fondo supone, una vez más, el regreso a un modelo impuesto de familia y de pensamiento en el que no encajamos la mayor parte de la sociedad.
Lo más grave es que se cumple una promesa electoral. Gallardón lo dice con la cabeza alta, ha cumplido con algo que prometieron hace dos años y esto es producto de esa promesa. Como si el control sobre nuestros cuerpos ayudase a hacer olvidar a su electorado todos los escándalos de presunta corrupción que salpican constantemente a su partido.
Este es un renglón más dentro de una larga letanía de pérdida de derechos, que hacen que nos manifestemos día a día más ciudadanos por más cosas. Derechos que nos afectan como mujeres lesbianas o bisexuales.
La privatización de la sanidad, los recortes en educación, la exclusión de las personas en situación irregular del derecho a la salud, la subida de tasas universitarias, el repago de medicamentos, la salvaje reforma laboral, la exclusión de las personas que no encajamos en su molde (solteras, lesbianas o bisexuales) de la cartera de reproducción asistida pública, la subida de tasas de la justicia, el fin de la ley de dependencia… Sumamos el aborto.
Me recuerda a la cita de Niemoller, tan conocida por su amargo final:
“Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada”.
Pero seguimos teniendo voz. Y voto. Que no lo olviden.
___________________________________
Biografía: Esperanza Montero es una activista bisexual. Actualmente preside Cogam (colectivo de gais, lesbianas, transexuales y bisexuales de Madrid).
Recordemos que no se decide sobre tu cuerpo, sino de otro cuerpo, de otra vida no igual a la tuya. ¿No decimos que tenemos que respetar a los demás?;pues se empieza desde el embarazo!!
estoy de acuerdo con el comentario anterior y además añado que si tanto decidimos en nuestro cuerpo deberíamos decidir también en el caso de poner a la pareja anticonceptivo o tomarlo nosotras y así se evitaría todo el lío del aborto. Lo que no puede ser es que parece que aquí a las mujeres se nos obliga a quedarnos embarazadas y por eso nos tienen que dejar abortar.
pero bueno qué pesadas con el nosotras parimos nosotras decidimos!! que no estás decidiendo sobre tu cuerpo como si decidieras ponerte pecho u ortodoncia, que estás decidiendo sobre un ser vivo que se chupa el dedo dentro del útero ya a las 8 semanas, y claro que lo hombres tienen algo que decir en este tema, puesto que lo primero, también es su hijo y segundo seas hombre o mujer te puede parecer un asesinato y seas hombre o mujer puedes expresa tu desacuerdo
oh venga ya que os metáis con lo de que una menor no pueda abortar con el consentimiento paterno es una brutalidad y una simpleza. No puedes consumir drogas, ni comprar tabaco, ni beber, ni conducir hasta los 18 pero os parece lo más normal del mundo que una niña de 16 años se quede embarazada(y no por obra del espíritu santo) y que sin decir nada a los padres como si fuese lo más normal se vaya a una clínica y aborte…no sé a qué extremos estamos llegando.
Dejad el talibanismo, joder, que nadie os obligará a vosotros a abortar, por lo mismo, no estáis en condiciones de obligar a nadie a tener un hijo si no quiere o no puede. De los que han comentado en contra ¿Cuántos de vosotros alimentáis a niños abandonados, cuántos de vosotros acogéis madres en riesgo social? La tasa de desnutrición infantil sube sin parar, los enfermos crónicos se quedan sin ayudas, a miles de familias con niños pequeños los echan a la calle y os preocupáis más de defender a un feto. Haced algo por los que ya están aquí, coño!