Netflix acaba de estrenar el interesante documental “Anna Nicole Smith: Tú no me conoces“, sobre la que fuera estrella de Playboy. Esa mujer, rubia, “perfecta”, siempre sonriente, que representaba el sueño americano construido por aquellos hombres de rancio machismo que tuvieron el privilegio de decirnos hasta lo que soñar.
Anna falleció en 2007 de una sobredosis de medicamentos. a los 39 años. Su padre la abandonó a ella y a sus hermanos cuando era una niña. Una sola cabeza de familia, cinco hijos. Fue inevitable dejar de estudiar y empezar a trabajar vendiendo pollo frito al comenzar la adolescencia. En ese tiempo tuvo un hijo con Billy Wayne Smith y comenzó a trabajar en un club de striptease, donde se hizo muy conocida con el sobrenombre de Nikki.
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Un fotógrafo de una agencia de modelos la catapultó a la fama. Era la época -está volviendo- de los grandes pechos, las curvas, la exuberancia. Así que, cuan haría su coetánea Pamela Anderson, Anna comenzó a pasar por el quirófano.
Hizo un reality show de su propia vida, en una época -2002- en que ese concepto ni existía. Desgraciadamente, en dicho reality, todo el planeta pudo verla descender a los infiernos. Y es que en el casposo y tortuoso mundo de Playboy conoció a Howard Marshall, un octogenario multimillonario que se casaría con ella dos años después y que a su muerte no le dejó ni un dólar en herencia.
Pocos supieron lo que revelan imágenes, películas caseras y entrevistas con figuras clave en el documental: Anna Nicole Smith había tenido una relación con una mujer: la novia de su hijo Daniel. Daniel falleció en las mismas condiciones que su madre, sobredosis de medicamentos.
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