Esta es la dolorosa y fascinante historia del “8 de marzo”.

Debemos conocer nuestra historia para poder sentirnos orgullosas de ella

El 8 de marzo es una fecha en cierto sentido mágica. Son varias las situaciones relevantes para la historia de la emancipación femenina acontecidas un 8 de marzo de las últimas décadas, de ahí que esta fecha se haya hecho ineludiblemente con el estandarte de ser el Día internacional de la Mujer. Todo empezó un 8 de marzo de 1857. No hacía tanto que las mujeres trabajaban y por supuesto ni entonces, ni ahora, su salario era equitativo al de los hombres. Tampoco lo eran sus condiciones laborales.

Las trabajadoras de una fabrica textil decidieron manifestarse en la calle por el cambio: Su sueldo era ¡menos de la mitad que el de sus semejantes masculinos!, y las condiciones en las que trabajaban eran inenarrables. Se conoce como la primera manifestación de mujeres en pro de sus derechos (fue duramente reprimida por las fuerzas de “seguridad”). 

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No lograron nada pero ese día supuso el disparo de salida para algo que ya no podía postponerse más: La lucha de las mujeres por la igualdad. Dos años después se crearía el primer Sindicato femenino. Sin embargo, tendríamos que esperar más de 50 años para que se celebrara oficialmente el día de la mujer. Clara Zetkin propondía en la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas de 1910 que el Día internacional de la Mujer fuera el 8 de marzo, siendo aquella reunión de más de cien mujeres de 17 países diferentes donde se inició de forma oficial el debate sobre el sufragio universal, algo que no solo tardaría en llegar, sino que se encontraría con la oposición de la inmensa mayoría de hombres y mujeres del mundo, así como la de la inmensa mayoría de partidos tanto de izquierdas como de derechas. Nueva Zelanda sería de los primeros territorios en conquistar el sufragio, gracias al movimiento revolucionario liderado por Kate Sheppard. También lo lograrían a principios del siglo XX Australia del Sur y Tasmania.  

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Poco tiempo después marzo traería a la historia otra tragedia. Coincidiendo con varias protestas y manifestaciones, -El lema entonces era “Pan y rosas”, donde el pan simbolizaba el salario justo y las rosas unas condiciones laborales y personales equitativas- el 25 de marzo de 1911, también en Nueva York (Manhattan), la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist ardió en la madrugada, dejando morir a centenares de mujeres que trabajaban en su interior día y noche. La fabrica bloqueaba todos los accesos y salidas para evitar hurtos, por los que sus trabajadoras tenían que trabajar literalmente encerradas. Aquel día su encierro les causó la muerte a 146 de ellas. El sindicato Women’s Trade Union League y el International Ladies’ Garment Workers Union organizaron varias protestas tras la masacre, entre ellas un desfile funerario silencioso que reunió a 100.000 personas, la inmensa mayoría mujeres.
 
 
En Rusia, pocos años después, el 8 de marzo de 1917 se organizaría una marcha feminista con 40.000 mujeres, no abalada por el gobierno. Supuso la reivindicación femenina más allá de los sabotajes de la ley imperante y permitió que, con la caída del Zar y durante el gobierno provisional, se alcanzara el derecho al voto femenino. Finlandia sería entonces el primer país europeo en conquistar el voto femenino, aunque entonces era una colonia del Imperio Ruso. En 1920 el sugrafio universal llegaría a EEUU (y el 1931 a España, con la II República). En 1977 la ONU declarara el 8 de marzo “Día Internacional por  los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional para conmemorar la lucha histórica por mejorar la vida de la mujer”. Esta es la historia de una fecha teñida de sangre, de lucha, de reivindicación y esperanza. Una fecha que sigue en pie de guerra por la igualdad.

 

(La campaña antisufragista y antifeminista de los medios ha sido imparable desde el inicio del feminismo hasta nuestros días)
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1 comentario en “Esta es la dolorosa y fascinante historia del “8 de marzo”.”

  1. Muy interesante el artículo, me ha gustado mucho leerlo. Da rabia, porque seguimos por el estilo. El hombre sigue pensando que el mundo es suyo y nosotras sus sirvientas. Parece que no, pero si. Es terrible.

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