Harriet Tubman nace en 1820. Llega al mundo en una familia de esclavos, en Bucktown, Maryland. Su destino ya estaba escrito desde ese mismo momento, pero esta extraordinaria mujer de raza negra, entendió desde muy joven que tenía derecho a su libertad y que iba a pelear por ella. Luchó contra la esclavitud, y puso todo su empeño en conseguir la igualdad y el derecho de las mujeres al voto.
Desde los cinco años Harriet trabaja en el servicio doméstico, para pasar posteriormente a los duros trabajos del campo. Muy pronto comienza a recibir palizas y malos tratos de todo tipo, que en algunas ocasiones le dejan secuelas. La educan en la religión católica y va interiorizando una fe en Dios que la acompañará a lo largo de su vida y la ayudará a soportar multitud de vicisitudes. Sin embargo, nunca asume la doctrina que le intentan inculcar sus amos blancos, donde el esclavo negro es un siervo cuyo único propósito en la vida es obedecer y servir a sus dueños.
Con apenas 24 años se ve obligada a casarse y pronto llegan los niños, aunque es muy duro para ella asumir que sus hijos están condenados desde su nacimiento a ser también esclavos. Cinco años más tarde Harriet enferma gravemente y su dueño pretende deshacerse de ella, en aquella época era muy común que se separase a las familias vendiendo a los hijos o a los padres. Para su fortuna, no encuentran el comprador adecuado y la familia sigue unida.
Harriet no acepta el terrible destino que le ha tocado vivir y empieza a planear su huida. Su sueño es marcharse con su marido y sus hijos lejos de allí, a algún lugar donde puedan ser libres. Pero como los sueños a veces se escapan por las esquinas, su esposo se niega en rotundo a marcharse con ella e intenta convencerla de que se quede y acepte su destino.
En 1849 decide escapar junto a dos de sus hermanos, pero aunque lo consiguen, sus hermanos se arrepienten y la convencen a los pocos días para regresar. Harriet no deja pasar mucho tiempo y vuelve a escaparse, pero esta vez se va sola.
El ferrocarril subterráneo
Así se denominaba a la red de ayuda que se creó para salvar a cientos de esclavos, aunque ni era subterráneo ni era un ferrocarril. Este grupo de personas estaba formado por negros libres, creyentes cristianos y blancos que estaban en contra de la esclavitud.
Harriet llega a Filadelfia y a partir de ese momento se pone en contacto con los movimientos abolicionistas, con la intención de volver al Sur para salvar, además de a su familia y amigos, a todos los esclavos que fuese posible. Se involucra plenamente en el proyecto del ferrocarril subterráneo, a pesar de la peligrosidad y los consejos de quienes le aseguran que es una locura que un esclavo vuelva a la misma región donde ha sido esclavizado.
Por esas fechas también se aprueba la “Ley de Esclavos Fugitivos”, por la cual se insta a todos los organismos oficiales a que colaboren en la captura de los esclavos huidos, incluidos los estados del Norte que no son esclavistas.
Tubman se dedica a salvar esclavos durante 11 largos años, especialmente en los meses de invierno. Su nombre empieza a resonar de tal manera, que los esclavistas, que se sienten incapaces de capturarla, llegan a ofrecer una recompensa de 40.000 dólares a quien se la traiga viva o muerta.
La Guerra de Secesión
La guerra civil entre los estados de la Unión (del Norte) y los estados Confederados (del Sur) estalla en 1861. Tubman colabora como enfermera en la contienda, esperanzada de que si el Norte alcanza la victoria, la esclavitud pueda ser abolida.
El conflicto termina en 1865 y efectivamente la esclavitud llega a su fin en Estados Unidos, aunque desgraciadamente sólo sobre el papel. Los negros seguirán sufriendo la discriminación durante muchos años más.
El derecho de las mujeres a votar
La última etapa de su vida, Harriet la dedica reclamar el voto para las mujeres. Da varias conferencias y cuando se crea la Federación Nacional de Mujeres Afroamericanas, en 1897, le solicitan que sea ella quien pronuncie el discurso de apertura.
Para defender a la mujer, la igualdad y los derechos humanos, Tubman se recorrió Estados Unidos, costeándose los gastos con su propio dinero, a pesar de que su economía siempre fue precaria. En ocasiones dormía en la calle, porque no encontraba ningún hotel donde aceptasen a personas de raza negra.
A pesar de su difícil vida y las secuelas que le dejaron las palizas que recibió en sus años de esclavitud, Harriet Tubman fallece a los 93 años de edad, en marzo de 1913.
Una mujer en los billetes americanos
Los billetes americanos siempre han llevado un rostro masculino, nunca uno femenino. Esto cambiará por primera vez dentro de unos años. En la primavera del pasado 2015 se inició una campaña para que se votara a favor de colocar a una mujer en los billetes de 10 dólares. Entre más de 15 mujeres propuestas, la ganadora fue Harriet Tubman, que adornará estos billetes a partir del año 2020.
La esclavitud en el siglo XXI
Aunque la mayoría de gente piensa que la esclavitud no existe en la actualidad, la realidad es bien diferente. En países como Sudán, se calcula que hay alrededor de 300.000 personas que sufren la esclavitud. Pero globalmente, la cantidad asciende a la escalofriante cifra de 30 millones de seres humanos.
Afortunadamente, siempre hay personas que luchan contra las injusticias. Personas especiales que dejan enormes huellas en su camino, huellas que el paso del tiempo no logra borrar. Esas huellas gigantes son las que hoy hemos seguido en este artículo, las huellas de Harriet Tubman.