Ibtissame Lachgar es la activista de las mil causas. La hemos apodado así en la redacción ante nuestra fascinación por su inagotable lucha en pro de los derechos humanos.
Y es que Ibtissame aparece allá donde haya una reivindicación en Marruecos, ya sea celebrando el Orgullo del Norte de África en Mellila, convocando un “kiss-in” en Rabat (foto) en solidaridad con unos adolescentes arrestados por besarse o dando cobertura a un grupo que tiñó con colorante alimentario rojo una fuente de la misma ciudad para conmemorar el Día Internacional contra la violencia contra de la Mujer.
Como en el caso de tantas otras mujeres que rompen públicamente una lanza por las libertades y derechos humanos y de la mujer, Lachgar está constantemente amenazada de muerte, violación y todo el etcétera que os podáis imaginar. Por si fuera poco ISIS la tiene en su “lista negra” desde 2015. Pero algo que a cualquiera nos desmotivaría en nuestra lucha, a ella le da más fuerza.
Co-fundadora y portavoz de M.A.L.I, Movimiento Alternativo por las Libertades Individuales, “el único movimiento de desobediencia civil que existe en Marruecos” en palabras de nuestra protagonista, “un movimiento donde no existen fronteras, ni color de piel ni religión. Es el primer colectivo marroquí abiertamente universalista, feminista, secular, pro-aborto y pro-LGTB. Como buena psicóloga clínica que es, Lachgar sabe que tiene a mucha gente de a pié en su contra, y que que cuestione la impartición de religión en las escuelas o que defienda el aborto es para sus conciudadanos casi una reivindicación diabólica. Sabe que no se puede hacer un cambio profundo ateniéndose a las premisas subjetivas de lo que está bien y está mal en su sociedad, lo que le ha llevado a una reflexionada “desobediencia”. Es más, Lachgar afirma que la sociedad marroquí esta tendiendo a ser cada vez más conservadora desde que gobierna el PJD y que internet no está más que contribuyendo a la desinformación y, por medio de la censura, dando mejor acceso solo a canales y webs radicales que potencian la misoginia y la violencia. Critica a su vez el papel de Europa en todo esto, y cómo los guetos de migrantes en los países ricos de la Comunidad potencia esta radicalización.
Uno de sus focos de lucha es el acoso sexual en su país. Cualquier mujer que haya ido a Marruecos sabe que no puede andar sola por la calle sin encontrarse con problemas en menos de dos horas. Lachgar siempre se refiere al caso de la turista francesa que se dio la vuelta al mundo pero acabo yéndose desesperada de Marruecos a los dos días: “Es horrible, viajó por todo el mundo y, sin embargo, no lo pudo hacer en Marruecos por culpa de toda esta mierda (…) Muchas personas progresistas no saben qué es el significado de acoso, piensan que esos actos se tratan de un simple flirteo”. Otra de sus batallas es la libertad de la comunidad LGTB. El artículo 489 del Código Penal marroquí condena la homosexualidad con entre 3 y 6 años de cárcel, aunque “este castigo no es tan problema si se compara con la violencia física que reciben por parte de su entorno”.
¿Cómo lo hace? ¿De donde saca el valor? Ella lo tiene claro, “no tengo miedo. Ni de la policía, ni de la cárcel, ni de la muerte. Por eso consigo ser yo misma”.
Fuente: Elfarodemelilla
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