Irene Milleiro: No todas las lesbianas deben ser activistas, pero sí todas deben llevar la vida con normalidad.

Irene Milleiro tiene el pelo corto, la risa fácil, gafas de pastas y un look vintage. Cuando habla lo hace con una mezcla de entusiasmo y serenidad, euforia quizás porque tiene la certeza de que con su trabajo está ayudando a cambiar el mundo. O quizás es que duerme poco. Tiene un bebé de 4 meses, Max.

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Esta abogada de 36 años es la directora de campañas en España de Change.org, la mayor plataforma online de peticiones del mundo, que cada día genera unas 500. Desde impedir que se talen los árboles de un barrio hasta lograr que dejen de retocarse a las modelos en las revistas, que las boxeadoras olímpicas compitan sin falda y detener el desahucio de una anciana en Mallorca.

Gracias a las peticiones de Change.org y las miles de firmas de apoyo, en Ecuador se cerraron las clínicas de torturas a lesbianas; Ivan y Ricardo, dos padres gays, pudieron inscribir a su hija en un colegio en Andalucía, que les negaba la plaza por ser una familia homoparental. También se consiguió inscribir a los niños nacidos por subrogación en el extranjero.

Irene vivió hasta los 17 en Pontevedra, más tarde en Bruselas, Venecia y ahora en Madrid. Su filosofía de respetar a los demás y exigir ese respeto para sí misma no sólo ha influido en la forma abierta de llevar su lesbianismo, su matrimonio con otra mujer y su maternidad, sin armarios y con mucha libertad, sino que además ha marcado su trabajo, su anhelo de hacer a los ciudadanos, a las personas corrientes, protagonistas de victorias grandes y pequeñas. Les ayuda cada a día a luchar contra las injusticias y a permitir que otros se sumen y participen activamente en cambiar el mundo.

Trabajas para hacer un mundo más justo. ¿Ahora que eres madre han cambiado las prioridades de lucha?

Siempre me he movido por ambientes progresistas y por la lucha de los Derechos Humanos. Mi sensación es que ahora que tenemos un niño, Max, nos enfrentaremos a más dificultades. Yo que ya soy madura puedo entender perfectamente que a alguien no le guste mi forma de vida. No pasa nada, pero me preocupa que mis hijos puedan tener problemas. ¿Qué consecuencias puede tener para él tener dos madres?, ¿cómo se puede sentir en el colegio o tener que explicarlo en el colegio? A lo mejor me equivoco pero es que he visto entrar en Change peticiones porque a padres gays les han discriminado en un colegio.

¿Y cómo se puede cambiar ese temor?

Creo que debería ser algo más natural, tú llevas a un niño al colegio y debería dar igual si vive con su madre, dos madres, su tío o su abuela, y no lo es todavía. Hay un campo muy grande para las organizaciones LGTB de trabajar una nueva agenda, hace tiempo hubo una muy grande, la del matrimonio. Hemos dado pasos muy importantes en igualdad y visibilización. Pero creo que hay una nueva agenda que incluye la situación de estas nuevas familias y aún no se está abordando.

¿Y cómo debería abordarse?

Yo creo, por ejemplo, que debería haber una especie de distintivo para los colegios. Una especie de distintivo, por ejemplo escuelas de colores, donde se trabaja mucho la diversidad, no sólo en materias LGTB, también Buscar una forma de acreditar a los colegios que apoyan la diversidad. Eso facilitaría mucho las cosas a familias como la mía, que mis hijos tengan su espacio de libertad y normalidad. No debemos dejar que se secuestren las palabras, como la palabra familia, yo tengo una familia.

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¿Cómo se paga el rescate de ese secuestro?

La palabra “familia” se secuestra para llamar a la familia tradicional. Hay que reivindicar los conceptos, la idea de familia, reivindicar las palabras. Somos familias. Tenemos la misma situación que una familia con un bebé, dormimos igual de poco. Cuidamos al niño entre las dos, no hay tanta diferencia. Que vayamos recogiendo esos espacios, hablando con los medios para que también incluyan estas realidades que hace quince años no existían tanto como ahora.

¿Qué nos falta para conseguir la igualdad real?

Temas legales, hay muchas leyes que están relacionadas con el matrimonio y que siguen aportando desigualdad, yo por ejemplo tuve que casarme para que ese hijo tuviera legalmente mis apellidos. Hay una agenda que todavía hay que cambiar. Han sucedido unas grandes reivindicaciones que eran necesarias y fue una lucha muy grande. Podemos disfrutar lo que se luchó en ese momento, y ahora hay que ir luchando cosas más pequeñas.

¿Cuáles son las cosas pequeñas y prioritarias en este momento?

Sin duda es clave un trabajo de visibilidad y normalización de las cosas. Yo nunca me he sentido ni más ni menos por ser como soy. Lo he llevado con bastante naturalidad. Lo principal es no tener miedo. En Madrid y Barcelona vivimos muy tranquilos y no suelen ocurrir cosas desagradables, pero en otros sitios si siguen ocurriendo. Hay que normalizar más en provincias.

La normalización sólo puede conseguirse saliendo del armario. El no tener miedo es la llave para abrir todas esas puertas.

La visibilización de la realidad siempre ayuda, porque sirve como ejemplo. Yo entiendo que no todo el mundo quiere ser activista. Pero personas han ayudado a normalizar porque han salido del armario, como Boris Izaguirre, las series de televisión. Seguir trabajando en ese campo es muy importante.

Siempre los gays. ¿Qué nos falta a las lesbianas?

Hay un extra de miedo. A nivel social está más aceptada la homosexualidad masculina, quizás por eso está más aceptada, porque es más visible. No lo sé. Hay muy poca visibilidad. Creo que deberían llevarlo con tranquilidad. Como sucedió en los Goya, el año pasado, todo el mundo esperando, a ver si cuando agradece después de ganarse el premio (refiriéndose a Elena Anaya) dice a “mi novia”, a ver si lo dice… y dijo “a mi amor”, y me parece bonito y respetable, cada una debe hacer las cosas como le apetezcan, pero hubiera sido un paso adelante decir su novia.

¿Falta más activismo lésbico?

Yo no soy particularmente activista en derechos LGTB, soy activista tanto como en temas de pobreza, como en Derechos Humanos. No creo que todas las lesbianas deban ser activistas, pero si llevar su vida con normalidad. Y hay momentos difíciles y momentos más fáciles. Hay muchos miedos que nos ponemos nosotras mismas del pensar que van a pensar. Las mujeres nos preocupamos más de las consecuencias, damos muchas vueltas. Y creo que es algo que debemos hacer sin ningún miedo. Dirán cosas, claro que dirán. El titular será ese, pero después el titular será otro.

Cada vez hay más ejemplos, pero cada vez más ejemplos de ficción, y aparte de esa ficción hay un mundo real. Y en este mundo, donde quieras que mires, política, tu barrio, hay homosexuales y lesbianas, pero a estas últimas no se les ve. Será el miedo.

Muchas mujeres se excusan en que no les gustan las etiquetas y definiciones.

Entiendo que ser lesbiana no es lo que te defina, porque a mí tampoco es lo que me define, pero eso es algo que puede hacerte creer que no necesites salir del armario, que es algo privado. Y llegas a separar más lo privado y lo público. Y eso te hace no llevarlo con normalidad, ocultar a tu pareja, por ejemplo.

¿Son frecuentes las peticiones LGTB que llegan a Change?

Sí, hay de todo. Aunque a veces las situaciones de discriminación no son reveladas porque la gente no quiere. Ahora en Estados Unidos hay una gran petición para que los Boy Scout acepten líderes homosexuales.

¿Y qué sucede cuando hay peticiones contrarias? Por ejemplo alguna asociación que desee impedir que las personas LGTB adopten niños, ¿ahí qué ocurriría?

No la censuramos. La dejamos en la plataforma. Solo se censuran peticiones que inciten a la violencia.

¿Apoyarías una petición en contra de las personas LGTB?

Nosotros nos posicionamos como plataforma pero está la libertad para que la gente cree lo que quiere crear. Por ejemplo, hay una a favor de la reforma del aborto y otra en contra. Están ahí las dos. Hay peticiones que se ganan sin nuestra intervención. Nosotras elegimos las que queremos ayudar a tener mayor impacto social. Por ejemplo, hubo una para impedir que un cantante de reggae jamaicano que llamaba a mucha violencia hacia los LGTB diera conciertos en España. Y gracias a esta presión se canceló.

¿Cómo funciona Change? ¿Si alguien quiere hacer una petición?

Una persona puede hacer una petición y subirla a la plataforma. Nosotros las revisamos y vemos cuales son las que pueden tener mayor impacto social y también cuales son las que la gente va respaldando más. Nos ponemos en contacto con la persona que la ha creado y la ayudamos a promocionarla. Les asesoramos. Lo importante es que esa persona hable con los medios, no queremos figurar nosotros, somos una herramienta para que se logren los cambios.

¿Cuál ha sido la petición más popular que has tenido en Change?

La más popular fue para que hubiera una casilla en la declaración de la renta para poder dar el 0.7% a la ciencia.

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4 comentarios en “Irene Milleiro: No todas las lesbianas deben ser activistas, pero sí todas deben llevar la vida con normalidad.”

  1. No tengo palabras para describir la repugnancia y desprecio que siento al leer que torturaban a lesbianas en Ecuador, soy un hombre casado con una mujer y no tengo nada en contra del lesbianismo, es mas creo que el amor entre mujeres es mas sensible y aunque entre dos mujeres puede haber una que sea mas fuerte que otra, es (según mi creencia) mas sensible la feminidad. No me agradan el machismo ni el feminismo, me dan la sensación de ser posiciones dominantes desagradables. Creo en todas las clases de amor, a mi me agradan las mujeres y creo que si hubiese sido mujer posiblemente habría sido lesbiana.

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