Janis Joplin (1943-1970)
El 27 de Julio de 1962 el diario universitario The Daily Texan publicaba: “Ella se atreve a ser diferente […] va descalza porque así se siente como ella misma, lleva Levi’s a clase porque son más cómodos, y lleva su autoarpa[1] siempre consigo porque, en caso de que tuviera el impulso de romper a cantar, puede hacerlo más fácilmente. Ella es Janis Joplin”.
De esta forma era descrita al mundo, y más tarde así será inmortalizada, una de las mujeres más legendarias del rock. Sus compañeros de la universidad de Texas, en Austin, donde cursó durante unos años Bellas Artes (aunque sin llegar a terminar la carrera), la recuerdan así, como un personaje excéntrico, alternativo e inconfundible, que transmitía, inevitablemente, una forma diferente de ver y de vivir la vida. También en Port Arthur, su pueblo natal, un enclave petrolero de la América profunda en el que pasó los primeros años de su vida, el recuerdo que le guardan es el de una chica diferente. Janis no conservó demasiadas buenas sensaciones de su vida en Port Arthur. Los habitantes del pueblo la señalaban con el dedo por su estilo desaliñado y diferente, y se puede decir que en el instituto sufrió lo que hoy apuntaríamos como acoso escolar. Siendo apartada por el resto de jóvenes, no tuvo más remedio que desarrollar una personalidad fuerte y determinante, pero solitaria y herida, para sobrevivir en un pueblo que no supo acogerla. Esto, por un lado, marcó su fuerte impulso hacia la necesidad de autodeterminación y de independencia pero también significó, por otro, un lastre emocional que, al parecer, será fuente de sufrimiento en los años posteriores. Esta herida la reparará el escenario y la capacidad que adquirió para desnudar su alma a través de la música, elementos que se convirtieron en ella en una forma de autoexpresión genuina a partir de la cual confluían por fin las partes de esa Janis escindida. Fue así una apasionada cantante y una inteligente vividora que, como suele ser habitual en este tipo de perfiles, exprimió la vida hasta sus últimas consecuencias.
No siempre entendió bien, sin embargo, muchos de los episodios que la hicieron sufrir, y para sobrellevar esa ansiedad tan suya, que cesaba cuando subía al escenario pero que al bajar del mismo regresaba con más fuerza, buscó cobijo, primero en el alcohol, después en las drogas. Su adicción, especialmente a la heroína, provocó que muriera de una sobredosis el 4 de octubre de 1970. Toda su vida fue una carrera de altibajos. La disonancia entre su dependencia emocional (especialmente hacia la necesidad de un alguien a su lado para sobrellevar una soledad que la ahogaba, pero también hacia unos padres por los que no acababa de sentirse completamente aceptada) y las tremendas ansias de autonomía la llevarían a, a la temprana edad de 27 años, abandonar la vida.
A partir de este hecho, que contribuiría sobremanera a consolidar su leyenda, Janis pasará a formar parte del denominado club de los 27. Este club estaba formado por un grupo de jóvenes músicos que alcanzó con profunda rapidez e intensidad el estrellato y que, como consecuencia del final de un movimiento hippie que languidecía y que dejaba en cierto modo a sus adeptos un poco a la deriva, moría antes de tiempo, todo ello derivado de problemas con las drogas y probablemente de un éxito que no supieron digerir. A este club pertenecieron músicos como Brian Jones (ex Rolling Stones), Jim Morrison (líder de The Doors) o Jimi Jendrix (quien no necesita presentación), que había fallecido dos semanas antes de que lo hiciera Janis. Posteriormente, aunque en condiciones históricas diferentes, se han añadido a esta lista nombres como los de Kurt Cobain o Amy Winehouse, fallecidos también a los 27 a causa de una vida de excesos emocionales y problemas con las drogas.
La cantante texana es así, hoy en día, uno de los iconos más destacados de la música del siglo XX. Con una personalísima voz, inigualable y profundamente talentosa, Janis Joplin alcanzó en muy pocos años una popularidad importante, tanto dentro como fuera de las fronteras de Estados Unidos. Militó en tres bandas diferentes: Big Brother and the Holding Company, Kozmic Blues Band y Full Tilt Boogie Band. La suya fue una trayectoria profesional rica, llevada a cabo en tres bandas algo diferentes entre sí, que tuvieron sus más y sus menos, y una cosa en común: en todo momento, la voz de Janis y su potente y carismática presencia en el escenario ensombrecían al resto de la banda. Era a ella a quien el público veneraba. Su participación en el legendario concierto de Woodstock del año 69 nos ha dejado una serie de archivos y de recuerdos que dan la oportunidad de que su magia siga hoy vigente y, además, nos ofrecen una pista de lo que contribuyó esa misma música al movimiento social y cultural de los 60: la cantante representa en cierta manera una de las épocas más vivas de la música rock y de toda la estructura ideológica y cultural que se erigió alrededor. Podría decirse que Janis es, además de un icono musical, una de las representantes más vivas de la historia de la liberación de la mujer y de la libertad sexual. Eran tiempos de emancipación y ella se convirtió en un icono de la libertad de aquel momento. Rebelde e inconformista, la cantante fue símbolo de fuerza y de rebeldía para muchas mujeres de su época. Feminista vital, tal y como la describen algunos de sus biógrafos y críticos, mucho más culta de lo que las biografías oficiales la hacen suponer, fue en el fondo una chica soñadora e ingenua, con ciertos problemas de autoestima que trató de subsanar con una entrega incomparable a la música, su verdadera ligazón de sentido con el mundo.
No tuvo demasiada ventura en el amor, o tal vez sería más correcto decir que ninguno de los hombres con los que estableció una relación más duradera supieron seguirle el ritmo, pues la intensa Janis era mucha Janis. Estuvo casada en una ocasión en un intento por “ser como las demás”, pero el matrimonio con Peter LeBlanc no funcionó: este la abandonó. Tras este suceso, y enamorada del sol de California, aceptó la proposición de un productor que había conocido en Texas y, en 1963, se estableció en la ciudad de San Francisco. Su vinculación ideológica con el barrio de Haight-Ashbury, centro neurálgico del movimiento contracultural estadounidense, fue desde el principio muy fuerte. Ella era la imagen de libertad y dicho barrio de la ciudad un baluarte también simbólico de los movimientos emancipadores de los 60. El cruce entre las calles Haight y Ashbury fue durante mucho tiempo la sede del movimiento beatnik y de la cultura hippie, un icono de la rebeldía juvenil e inconformista que dominó Estados Unidos durante la década de 1960 y que daría germen a los movimientos sociales contemporáneos, entre ellos el movimiento feminista y el movimiento por los derechos LGTB. Haight-Ashbury representaba por tanto un fortín de libertad y alternativismo y Janis se hallaba allí como pez en el agua. Ella misma fue una abanderada de la revolución sexual. Sus casi 40 biografías oficiales, traducidas a más de 16 idiomas, le reconocen infinidad de amantes, tanto masculinos como femeninos, entre los que destacan los músicos Kris Kristofferson y Leonard Cohen, quien dedicó a una noche pasada con Janis en el Hotel Chelsea de Nueva York la canción “Chelsea Hotel #2” dentro del álbum New Skin for the Old Ceremony (1974).
Dichos documentos recogen crónicas que constatan la vida sexual poco convencional que mantuvo la cantante a lo largo de su vida. Aunque las biografías políticamente más correctas le sitúan junto a dos nombres masculinos principales, Seth Morgan y David Niehaus, la verdad es que existe una crónica más que abundante para pensar no en la bisexualidad de nuestra protagonista, sino en una sexualidad libre y sin etiquetas que ella nunca negó ni escondió, y la realidad es que, aunque ella nunca se reclamara a sí misma como lesbiana, tuvo más amantes femeninos que masculinos. Entre la multiplicidad de romances y encuentros sexuales un nombre femenino resalta por encima de los demás: el de Peggy Caserta, la propietaria de una boutique de ropa de referencia del barrio Haight-Ashbury que se volvió loca por Janis la primera vez que la oyó cantar y que se convertiría en su groupie, su amiga incondicional, su compañera de juergas y también en su amante. Tal vez, fue Peggy su única pareja estable.
Si su vida emocional fue volátil, no puede decirse lo mismo de la musical. Janis Joplin fue, y será por siempre, una figura fundamental de la historia musical norteamericana, puede, quizá, que la más notable cantante blanca de todos los tiempos, a pesar de que murió joven y su carrera fue corta. En 1999, fue elegida como la tercer mejor artista femenina del rock en la lista 100 Greatest Women in Rock realizada por VH1. En 2004 la revista Rolling Stone la colocó en el lugar 46 de los 100 mejores artistas de todos los tiempos. En 2008 la ubicó en el puesto 28 de los mejores cantantes y en 2013 recibió una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood. En el año 2015 quedamos a la espera del estreno del biopic Get It While You Can, un proyecto dirigido por el cineasta Jean-Marc Vallèe que lleva más de 5 años gestándose y que rescatará, con la actriz Amy Adams en el papel de Janis, la vida de una de las voces de talento más indiscutible del movimiento musical moderno.
Mientras, para saciar las ganas de rock, os remitimos una de sus actuaciones más brillantes durante el concierto que ella y la banda Big Brother and the Holding Company ofrecieron en Monterey en el festival Monterey Pop en 1967, que les catapultaría a la fama.
[1] Autoarpa: instrumento musical más pequeño que un arpa que suena similar a un clavecín y que suele utilizarse para hacer música folk- country.