Josephine Baker era bisexual, negra, bailarina y espía en la II Guerra Mundial

Fue un ícono en todo el sentido de la palabra. Josephine Baker es la diosa bisexual que todas realmente aspiramos a ser. Era valiente, decidida y toda una avanzada para su época.

Nacida en la pobreza en St. Louis en 1906, Baker comenzó a trabajar a la edad de ocho años para ayudar a mantener a su familia. Abandonó el colegio y comenzó a trabajar como limpiadora para una familia blanca rica, con quien vivía. Con tan solo trece años se casó por primera vez y trabajó como camarera.

Tuvo una relación con Frida Kahlo, fue una fantástica bailarina de cabaret y ayudó a derrotar a los nazis siendo espía militar. Sin embargo, esta fantástica mujer estadounidense no siempre fue lo tuvo tan fácil.

Para ganar dinero extra, bailó en las calles, marcando el comienzo de su carrera como animadora. A los 15 años, se casó por segunda vez después de mudarse a Nueva York, donde comenzó a bailar en los clubes de Harlem. Aquí, Baker comenzó a explorar su sexualidad y tuvo su primera relación con la cantante de blues Clara Smith.

A los 19 años, Baker dejó Estados Unidos para empezar una gira por Europa con un grupo de baile y ya nunca regresó. Estableció una vida en París, ya que le ofrecieron un trabajo en La Revue égre (“The Black Variety Show”).

Saltó a la fama con sus bailes, a menudo cómicos, incluyendo su danza infame en la que llevaba una falda hecha de plátanos de goma y bailaba el Charleston.

Durante la década siguiente, se hizo conocida en los círculos de Pablo Picasso y Ernest Hemmingway a los que contaba que “vivía en un país donde tenía miedo de ser negra. Era solo un país para los blancos. Así que me fui. Me había estado ahogando en los Estados Unidos … Nos fuimos muchos, no porque quisiéramos irnos, sino porque no podíamos soportarlo más … me sentí liberada en París”.

Su carrera en el cabaret se detuvo en 1939 después de que Francia le declaró la guerra a Alemania y entonces comenzó a actuar para las tropas francesas, para mantener la moral alta y nunca se presentó en París una vez que los nazis la ocuparon.

Conoció a Jacques Abtey, un oficial de inteligencia que reclutó a “corresponsales honorables”, y Baker se convirtió en espía de la resistencia francesa que ayudó a derrotar a los nazis.

 

Buscó información en las embajadas portuguesa e italiana, trabajó para obtener información sobre las tropas de Mussolini, la política japonesa y los agentes alemanes que estaban activos en París. La posición de Abtey en la resistencia se vio comprometida después de que Alemania invadió Francia en 1940, y entonces comenzó a viajar con Baker bajo la apariencia de “Jacques Herbert”. Su fama le dio una gran libertad y significó que podía recopilar información sobre Alemania y luego enviarla de vuelta a aquellos que todavía peleaban en Francia.

En 1944 ingresadó en la Fuerza Aérea Francesa como segundo teniente y, una vez finalizada la Guerra, fue galardonada con la Medalla de la Resistencia.

Se retiró, adoptó once hijos y pasó el resto de sus días haciendo campaña contra el racismo y, por supuesto, muy entretenida. Baker falleció en 1975. Ella fue la primera mujer estadounidense que recibió honores militares franceses en su funeral.

Sin duda, una vida fascinante.

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