Era domingo por la tarde. Mi novia estaba preparando la cena y yo barriendo y sacudiendo el polvo. En la estantería, junto a los libros, lo encontré.
―¿Y esto? ―le pregunté.
―Ah, lo que me regalaron las del curro. Se me había olvidado. Tenemos que probarlo un día.
Teníamos un juguete sexual en casa desde hacía tres días y aún seguía ahí, envuelto, junto a los libros. Sin duda tres años de relación, la convivencia, mucho trabajo, dos perros, una gata, el gimnasio, las clases de inglés y la vida en sí misma habían mermado la pasión que nos profesábamos el primer año, cuando nada era más importante que estar en la cama.
Mientras ella seguía pelando cebollas, abrí la caja, bastante elegante, por cierto, parecía que más que guardar un juguete sexual, llevaba un Smartphone. No estaba tan equivocada: para mi sorpresa el juguete se cargaba igual que mi iPhone.
El que pronto se convertiría en mi mejor amigo se llamaba Iroha. No parecía un vibrador, era tan suave y delicado como la piel. Me lo metí entre las piernas y seguí barriendo. El motor es potente pero no hace nada de ruido. Empecé con la vibración sutil, pero ya cuando limpiaba el espejo del baño me cambié a una vigorosa (tiene muchas opciones). Cada vez menos centrada en la limpieza de mi casa, cogí a mi novia por detrás. La abracé, le mordí suavemente el cuello. Ella sintió en su culo la vibración de mi entrepierna.
―Veo que has empezado a probarlo tú. Apenas acabe la cena, lo probamos juntas.
Seguí besándola y abrazándola, aumenté el vigor de las vibraciones de nuestro Iroha. Yo estaba a punto de correrme y ella entró en calor. Dejó el cuchillo y las verduras a un lado.
Sólo os puedo contar que ese domingo acabamos cenando a las 23.30.
En el juguete de la semana os recomiendo a Iroha. Es alta tecnología aplicada al placer. Discreto, suave, con un almacenamiento funcional (se guarda en la misma cajita en la que se carga), con un revestimiento antipolvo, fácilmente lavable.
Ahora, mi novia y yo nos disputamos a Iroha. Hace más fácil cada tarea del hogar: lavar, barrer, cocinar… Pero aunque nos peleamos su custodia, siempre, al final, acabamos disfrutando juntas.
¿Te gusta? Aquí lo tienes. También aquí. ¡Disfruta!
Hale! Pues tiene muuuy buena pinta!
Pero que maravillosa manera de recomendar un producto. Enhorabuena chicas!