Ayer se oficializó la pena de muerte para gays y lesbianas en Uganda. Ese es el panorama en el que lucha esta admirable mujer. Es Kasha Nabagesera, y a sus 43 años no piensa callarse ni con la pena capital, aun habiendo sido testigo del asesinato y apaleamiento de compañeros de lucha.
Escribía cartas de amor a sus compañeras de escuela, razón por la que fue expulsada de varios colegios. En la universidad la hicieron firmar que no se acercaría al cuarto de sus compañeras. “Está enferma y no tiene cura. Déjenle terminar de estudiar”, suplicaba su madre. En realidad su madre y su padre siempre respetaron su orientación sexual, pero mentían por evitarle la muerte o la cárcel.
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Vive con guardaespaldas, en un lugar aislado, consciente de que muchos quieren arrebatarle la vida para arrebatarle con ella la voz. Una voz poderosa, feminista, orgullosa, que tambalea conciencias. Fundó junto a otros activistas la asociación FARUG, primera del país en reivindicar los derechos LGTB. A consecuencia de su actividad, se publicó su foto y su nombre junto a los de otros compañeros bajo el titular “Colguémoslos”.
Kasha ha denunciado intentos de violación, agresiones, pero no se ha detenido nunca. Ha abierto el primer bar LGTB en Uganda y lanzado el portal Kuchu (homosexual en suajili) y la revista Bombastic, ambos de temática LGTB. “Implica un gran sacrificio pero mi casa es Uganda. Si me fuera estaría abandonando a mi comunidad LGTB. Si saben que estoy cerca les da cierta seguridad. Es una especie de solidaridad”.
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Todo nuestro amor y admiración, Kasha.