Esta es nuestra década. Es la hora de la normalización de la diversidad. Es la hora en la que las mujeres lesbianas salimos a la palestra.
¿Te das cuenta?
Hace diez años, posiblemente no podías identificar a ningún personaje público en el panorama español que fuera lesbiana. Seguramente habías oído rumores sobre Anabel Alonso, cuando su personaje en Siete vidas, Diana, salió del armario, como Ellen Degeneres hiciera en Ellen.
Pero poco más. Ahora se te ocurren muchas. Algunas que sabemos tú y yo pero no el gran público, y otras muy visibles. Hace diez años, posiblemente no conocías a ninguna mujer lesbiana que hubiese creado una familia. Hoy en día, el número de madres lesbianas, solteras o en pareja es muy alto. Elena Anaya, Sara Gilbert, Cynthia Nixon…
La salida del armario de Sandra Barneda no fue fácil. La presentadora salió al paso de los rumores y, visiblemente estresada por verse entre la espada y la pared, decidió dar el paso y convertirse en casi el primer y más importante referente lésbico de la televisión nacional. A Elena Anaya, la revista Cuore la sacó sin pedirle permiso alguno en actitud cariñosa con su pareja, pero poco tiempo después ella misma le dedicó a esta el Goya recibido por La piel que habito. Ambas, tanto Sandra como Elena, se enfrentaron a los prejuicios de los grandes medios y a la presión de la comunidad LGTB, que les pedía aprovechar su fama para hacer visibles a las miles de mujeres que en este país aman a otras mujeres. Así lo hicieron y hoy son dos grandes referentes lésbicos.
¿Por qué es tan importante que las celebridades estén fuera del armario? Pues porque, gracias a eso, hoy en día nuestra realidad está al alcance de un segmento de la población que antes desconocía plenamente nuestra existencia, solo sabía de los prejuicios que nos señalaban. Jubilados, adolescentes, amos de casa… Nos encuentran en la portada del Hola, del Diez minutos o del Vanity Fair; se conocen todos los amoríos de Kristen Stewart o de Cara Delevingne porque los ven en el Corazón, corazón de Televisión Española o en el Sálvame de Telecinco y hablan del vestido de Dulceida el día de su boda —hemos sido testigo de multitud de bodas lésbicas desde que se modificara el Código Civil hace 13 años, el 1 de julio de 2005, y se permitiera el matrimonio homosexual.
Existimos en los pueblos, incluso tenemos un festival LGTB agrícola en Galicia que ya va por su cuarta edición, Agrocuir; existimos en la política y el activismo (Boti, Violeta Assiego, Purificación Causapié, Ángeles Álvarez, Isabel García Sánchez…), el periodismo (Paloma Rando, Paloma del Río, June Fernández…); somos las visibles profesoras del colegio, somos reinas del baile de fin de curso del instituto (Lindsey Creel y Brie Grimes, Florida), somos influencers, tenemos canales de YouTube con miles de seguidores, ganamos concursos de misses (Miss España, Patricia Yurena, o Miss Guatemala, Josephine Ochoa, entre otras muchas), en el deporte (Martina Navratilova sigue siendo una de las mejores tenistas de la Historia, pero si nos acercamos al presente encontramos innumerables referencias, y no solo de forma individual: el matrimonio formado por Kate y Helen Richardson-Walsh ganó una medalla de Oro en los últimos Juegos Olímpicos). Son mujeres lesbianas algunos de los principales exponentes de la literatura mundial (Elisabeth Bishop, Gertrude Stein, Patricia Highsmith, Gloria Fuertes, Sara Waters…), también de la fotografía (Annie Leibovitz), de la música (Alison Goldfrapp, Javiera Mena, EME DJ, Mayte Martín, Vanesa Klein…) o la arquitectura (Lota de Macedo Soares). Somos esenciales en la evolución de la filosofía y la ciencia (Rita Mae Brown, Judith Butler…). Por suerte, esta lista es ya tan extensa, que no acabaría nunca.
Casi pareciera que siempre estuvimos ahí, que siempre fuimos visibles de algún modo, y eso es lo mejor de todo: que nuestra etapa de vivir entre bambalinas ha quedado atrás. Sin embargo, sin conocer el pasado, no tiene sentido el futuro y no debemos olvidar que nuestra conquista de la visibilidad es de antes de ayer y que no ha sido un camino de rosas. Queda mucho por hacer.
No debería ser noticia que una mujer fuera lesbiana (O que un hombre sea gay) pero me alegro que se haya mejorado en este aspecto y que dentro de unos años más mujeres sean visibles.
Desde que me declaré lesbiana no me han podido ir mejor las cosas (Al principio lo pasé mal con los típicos chulitos del insti). Estoy casada y pensando en ampliar la familia y tengo pocos amigos pero esos amigos fueron importantes en esos momentos duros y son verdaderos amigos.
Animo a muchas mujeres (Y hombres) a dar el paso de salir del armario y que vivan su vida con libertad y sin miedo a lo que digan. Y yo no soy tan referente como las mencionadas en el artículo pero sigo mi camino y quiero aportar mi grano de arena.
Como suelo decir: “El armario sólo para guardar ropa”