¿Qué podemos esperar de una app con nombre de compresa para pérdidas de orina? Brenda ha llegado en el año 2010 para hacer las relaciones sociales entre mujeres un poco más fáciles… O eso pensaba esta periodista.
Ay, mujeres. ¿Dónde conocerlas cuando ya has peinado todos los garitos de ambiente de tu zona y áreas colindantes, cuando te podrían soltar por Chueca con los ojos vendados tras unas cuantas vueltas sobre ti misma, y aun así lograrías encontrar el Fulanita sin margen de error? Nuestra coleguita Brenda quiere hacerse un hueco de 9,7MB en tu smartphone.
La rendición llega ahora. Lo que se antojaba un mundo de posibilidades desde el flirteo, eso que llaman amor y hasta el sexo esporádico y vivaracho se ha convertido en una suerte de Bender grindero —el equivalente man-to-man de Brenda— pero con una vuelta a la tortilla, disculpen el chascarrillo. Sí, los estereotipos siguen ahí para que los intentemos romper a base de reconocerlos una y otra vez.
El mito de la lesbiana que se lleva las maletas a la segunda cita, la intensidad con poemas de Peri Rossi en el perfil… Mientras una conversación en Grindr o Bender no suele trascender del “¿Dónde estás? / Baños de la estación de bus / Ahí nos vemos”, por lo general las mujeres buscan prendarse y brendarse. Cualquier proposición no-romántica difícilmente encontrará su objetivo, pero vamos a pensar que queréis adentraros igualmente en la búsqueda del amor 2.0, o al menos, dotar de relaciones más diversas y nutridas al ciberespacio brendero.
Tras un estudio exclusivamente motivado por lo profesional y el afán divulgador, hay unas cuantas peculiaridades que se deben tener en cuenta una vez que decides introducirte en las murallas de Brenda, potrilla de Troya. Como casi todo en esta vida, una app mal usada puede llevar a la autodestrucción. Veamos:
- El temor a ponerte cara: no por obvio hay que dejar de decir que resulta desconcertante hablarle a una puesta de sol, o a lo sumo, a una mano o un posado de espaldas.
- Descripción: por si poner una foto de un paisaje no aportase suficientes datos sobre la hembra en cuestión, las landscape-girls suelen acompañar una frase de la corriente del coaching para que el interés suscitado por su personalidad no te deje dormir. Si nos lee algún desarrollador de Brenda, anda, poned unas etiquetas de intereses para ir directamente a las que leen cómics de Alison Bechdel, por citar un ejemplo.
- Geolocalización: el temor de encontrarte a alguien a 0 km. Ah, soy yo. La maravilla de encontrarte a una chavala exhibiendo ostensiblemente la portada de un cómic de Alison Bechdel y que Brenda sea tu suerte de mariliendre facilitadora del primer contacto.
- Exnovias: ay, que lo dejasteis hace nada y vuestros perfiles son unas sutiles pullitas mutuas del tipo “absténganse neuróticas”. Según el grado de desequilibrio emocional, hasta alguna foto juntas sutilmente recortada con una mano aventurera asomando por tu hombro.
- “Amiga, ¿eres tú?”: dentro de la paranoia de no incluir una imagen reconocible se encuentra la de coincidir con una persona ya tratada en el 1.0, y darse cuenta tarde, mal y en pleno bochorno de fanfarroneo.
- “Pues ha quedado buen día”: solemos dar unos rodeos que ni películas de western. Desde una parrafada que bien podría competir con las brasas de las sombras de Grey hasta la primera invitación en condicional para tomar un café pueden pasar días, semanas, meses, años, lustros.
En definitiva, que Brenda sea un medio más para conocerse, y lo que ese café depare sea cosa del destino, así muy rollo Paulo Coelho.
Para las que tenemos más mala baba, Brenda también puede ser un fin en sí mismo. Con una pretensión de hacer ejercicio de puro pantojismo nació el Tumblr colaborativo La rendición de Bre(n)da, donde podéis compartir vuestras capturas delirantes enviando un correo a [email protected] , muy al estilo de los chicos de Grindr Sorpresa. Que no todo es ligar, nenas.
Bárbara G. Vilariño.
Periodista. Redactora de PiKara Magazine.