Cabo Polonio es hoy conocido por su belleza, uno de los balnearios uruguayos que es destino obligado para locales y turistas. Pero hace años era un lugar escondido entre dunas donde muchas mujeres lesbianas levantaron su oasis hippie reviviendo las casetas a pie del mar que habían dejado abandonadas antiguos pescadores.
Músicas célebres, mujeres de leyes, pintoras, arquitectas… Eran mujeres conocidas y relevantes en Montevideo, y estaban todavía en una dictadura que detenía a personas por “atentado al pudor”. Querían vivir la playa en libertad, sin mirones, sin rumores.
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“Teníamos nuestras parejas, pero no había unas ganas enormes de decir nada, con que no nos molestaran nos bastaba. Y esa era la idea de estar en el Cabo“. Es el testimonio de una de aquellas mujeres, que a presente y a sus setenta años, comparte vida con la bailarina a la que conoció entre aquellas arenas.
Cuando la idea de crear el rancho empezó, empezaron a sumarse varias mujeres, solteras y en pareja. Levantaron viviendas que pasaban de manos de unas a otras, para veranear y para vivir, eran los 70. Llegaron los 80. Nadie conocía aquellas playas.
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Luego todo cambió y hoy es una referencia turística. ¿Cómo pasó? “Apareció por el rancho un francés, que se hizo un ranchito. Luego alguna que otra familia. Pero eran cinco cabañitas, cuando mucho, y querían lo mismo que nosotras, estar ahí”. Pero la belleza del lugar llamó a unos y otros, llegó la deslocalización del turismo, la globalización…y se acabó el paraíso. O al menos se tuvo que compartir.
Una bella historia sobre nuestros primeros referentes de libertad y visibilidad lésbica.
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