Psicólogos y psiquiatras se empeñan en discutir quién educa mejor a sus hijos: familias tradicionales, de gays, de lesbianas, reconstituidas, monoparentales, etc. Este mes tratamos la educación de los hijos de madres lesbianas.
Es obvio que todos los padres y madres, o por lo menos los padres y madres normales, procuran lo mejor para sus hijos: que vayan al cole que ellos quieren, que hagan los deberes, que estudien y saquen buenas notas, que sean niños bien educados…. Creo que todo eso es intrínseco a la maternidad/paternidad y, en principio, debería ser igual para padres heteros que para gays y lesbianas, pero ¿es así? Veamos qué opinan profesionales expertos en la materia por un lado y madres por otro.
Probablemente haya muchos psicólogos y psiquiatras que se empeñen en hacernos creer que dos padres o, en este caso, dos madres no son capaces de educar a un niño de manera adecuada y de que sin la figura paterna esos niños crecerán en una familia coja y terminarán siendo adolescentes algodonados. No obstante, hay muchos otros que, basándose en estudios empíricos, opinan de manera antagónica y es a ellos a quienes vamos a dar voz. Vamos a reunir algunas de las conclusiones a las que llegaron a través de dichos estudios:
-Bailey (1978) 1: No hay diferencia estadística en el número hijos de padres gays y madres lesbianas que al crecer se consideran gays y lesbianas comparado con los hijos e hijas de personas heterosexuales.
-Green (1978) 2: Hijos e hijas de lesbianas no han tenido problemas con su identidad de género.
-Brewaeys (1989) 3: No hay diferencias significativas entre los niños y niñas que se criaron con su padre y los que lo hicieron sin este.
-Patterson (1992) 4: Niños y niñas con un padre o madre homosexual desarrollan relaciones similares con sus pares a aquell@s con padre y madre heterosexuales.
-Gold (1994) 5: Padres gays muestran una actitud de mayor cuidado, se involucran más y ven su papel como padres de forma más positiva que los padres heterosexuales.
-Lauberg (2009) 6: Los hijos criados por dos madres lesbianas presentan una mejor salud mental. Un factor que puede contribuir es que su deseo de tener hijos es, con frecuencia, más profundo y reflexivo. A menudo son, además, algo mayores que la media, lo que les puede aportar cierta madurez. Todo ello podría contribuir al bienestar del niño, que puede heredar esta fortaleza y confianza.
Timothy Biblarz, Judith Stacey, Stephen Scott, etc. son otros profesionales que han concluido estudios sobre la materia y podría seguir enumerando expertos que aseguran que no es necesaria la presencia de un padre y una madre para la correcta educación de los hijos, pero lo más significativo de todo es que aseguran que nuestros hijos tienen, como poco, las mismas opciones y posibilidades que el resto de los niños. Nuestra sexualidad no afecta a su desarrollo emocional, personal o escolar; es más, aseguran que los hijos de madres lesbianas tienen más aspiraciones, son más luchadores que los hijos de heterosexuales y tienen las mismas probabilidades de ser homosexuales de adultos.
A la vista está que esto nos favorece; sin embargo, ha causado más de una vez debate entre mis conocidos. Las madres no queremos admitir que nuestra orientación sexual condiciona la educación que damos a nuestros vástagos. Aceptamos que son niños más deseados y que vienen a este mundo después de haberlo pensado mucho, de pasar por largos tratamientos hormonales y que sólo los padres heterosexuales que pasan por este proceso se nos asemejan en sus ansias de ser padres. Y que es esto lo que hace que estemos más atentas a ellos. Un ejemplo de esto es la opinión de Carol, una de las mamás que participó en uno de estos debates: “No hay que generalizar. No vamos a decir si nuestros hijos están mejor o peor educados, cada uno hace lo que puede, pero sí es cierto que al ser niños más deseados y difíciles de conseguir nos entregamos a ellos con más dedicación y atención”.
Conozco muchísimos niños, tanto de padres gays y lesbianas como de heteros, y creo que estoy en posición de decir que es realmente complicado hacerse una idea general. Los niños son fruto de sus progenitores, que a su vez, son fruto de los suyos, lo que hace que su educación no se base exclusivamente en la sexualidad de unos u otros, sino en un conjunto de actitudes y aptitudes de ambas familias. Hay niños de padres heterosexuales tremendamente consentidos y muchos otros increíblemente educados, y lo mismo con los hijos de gays y lesbianas. Lo que bien es cierto es que nuestros hijos viven una realidad que el resto no tiene y eso debería hacerles niños más tolerantes con las diferencias, pero no más o menos traviesos. Las aspiraciones y triunfos que tengan nuestros hijos de adultos o la sexualidad que desarrollen poco nos importa ahora que son pequeños; deberíamos preocuparnos simplemente por criar niños sanos y felices para que de mayores puedan convertirse en adultos tolerantes, con los pies en el suelo, concienciados con el mundo en el que vivimos, respetuosos con la vida y LIBRES.
Bibliografía
1. J.M. Bailey, D. Bobrow, M. Wolfe y S. Mikach, “Sexual Orientation of Adult Sons of Gay Fathers”, Developmental Psychology, 31 (1995), 124-129.
2. R. Green, “Sexual Identity of 37 Children Raised by Homosexual or Transsexual Parents”, American Journal of Psichiatry, 135 (1978), 692-697.
3. Brewaeys et al., “Donor insemination: Child Development and Family Functioning in Lesbian Mother Families with 4 to 8 Year Old Children”, próxima publicación.
4. C.J. Patterson: “Children of Lesbian and Gay Parents”, Child Development, 63 (1992), 1025-1040.
5. M.A. Gold, E.C. Perrin, D. Futterman y S.B. Friedman, “Children of Gay and Lesbian Parents”, Pediatrics in Review, 15:9 (1994).
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