Esta es una historia de cómo un sueño puede convertirse en realidad. Quizá no termine siendo como esperabas pero no por eso acaba siendo menos maravilloso. Es la historia que hará que muchas mujeres puedan ver cumplido un sueño que quizá pareciera imposible.
La llegada de un bebé a una familia es, casi siempre, un motivo de inmensa alegría. Y junto a esa alegría ya se sabe que llegan las preguntas, esperanzas, ilusiones y miedos.
Una duda que suele surgir es si podrás dar el pecho si decides hacerlo y, lamentablemente, no siempre esa ilusión puede cumplirse.
En las familias con dos mamás existe una particularidad respecto con este tema. Y es que puede que haya dos mamás dispuestas a dar de mamar. Una lo tiene más fácil que la otra, hasta ahí está bastante claro.
La mamá no gestante tiene algunas posibilidades de compartir la lactancia, aunque requiere tiempo, constancia, hormonas y mucha, mucha paciencia. Aunque con todo y con eso no siempre el resultado es positivo, creando un sentimiento de frustración por no conseguir ese llamado “apego” que dicen se consigue en los momentos de lactancia.
Por suerte, siempre hay personas que son un ejemplo de que con ganas se puede conseguir un sueño. Y para muestra, una historia preciosa de cómo conseguir hacer realidad una ilusión.
“Mi mujer y yo íbamos a tener una bebé que se llamaría Naira. Hablamos con varias matronas del típico curso de preparación al parto, también hablamos con algunas asesoras de lactancia, leí sobre el tema de la lactancia compartida y al final, si quería conseguir relactar, es decir, que me saliera leche del pecho, lo que tenía que hacer era ponerme un sacaleches varias veces al día. Como ya sólo quedaba un mes para que naciera Naira, tenía que haberme puesto el sacaleches cada 2 horas. Me recomendaron uno hospitalario doble. Era más potente y se podía alquilar. También me hablaron de unas pastillas que me podían ayudar. Pero no estaba muy claro. Y mientras lo encontraba y no, Naira nació y yo sin leche.
No me quise desmotivar y fui consciente de que hubiera sido un tremendo esfuerzo el conseguirlo y trabajando no tenía tanto tiempo.
Naira nació de cesárea. Les pedí que por favor me dejaran estar al lado de mi mujer a la hora de la operación asegurándoles que yo no miraría. Sólo quería estar con ella en este momento tan importante para las dos. Y nació. Era perfecta.
La pusieron en una cunita a nuestro lado y no paraba de llorar. Me dejaron acercarme mientras aún mi mujer y yo estábamos con lagrimitas de tanta emoción. Naira lloraba desconsoladamente y le habé bajito; le dije “No llores mi amor, que ya estás aquí con tus mamás”. La bebé se calló y se relajó. Fue alucinante que reconociera mi voz. Cierto es que durante todo el embarazo le hablaba bastante.
Estando en el hospital, ingresadas, Naira cogió el pecho de mi mujer estupendamente. Y le encantaba estar ahí. Le apodaron “la más tragona del hospital” y es que la mayoría del tiempo lo pasaba chupando. Y mi mujer encantada.
Mi mujer les dijo a las enfermeras del hospital y al ginecólogo que queríamos hacer lactancia compartida a pesar de que a mí no me salía leche y nos dijeron las asesoras de lactancia que cuando Naira me succionara, si yo ayudaba con un sacaleches, lo podía conseguir.
En el hospital me daba miedo ponerme a Naira en el pecho. Prefería que estuviera con mi mujer para que le subiera la leche lo antes posible. Y sentí también que la podría confundir. Mi mujer me insistió bastante en que me pusiera a la bebé en el pecho. Y aunque era mi mayor deseo, estaba asustada.
La segunda noche de estar en el hospital, estando las tres solitas en la habitación y sintiendo que tenía todo controlado tuve la curiosidad y decidí acercarme a mi hija al pecho. ¡Naira cogió mi teta! Aluciné muchísimo y me hice fotos como si este fuera el mayor acontecimiento de mi vida. A mi mujer se le saltaban las lágrimas de verme tan feliz con mi hija al pecho. Naira succionaba con fuerza e hizo mi teta suya hasta el día de hoy.
El primer día que fuimos a la pediatra, a pesar de ir un poco asustadas por si no le parecía bien lo que estábamos haciendo, flipamos mucho más. No le habíamos contado nada, cuando ella misma nos dijo que por qué no me ponía yo a la niña para que me saliera leche. Y entonces nos pusimos súper contentas y le contamos nuestra historia. Nos recomendó incluso que le quitáramos una toma a Naira y me la pusiera yo para que con la succión consiguiéramos sacar leche. Es importante añadir que Naira está sanísima y de peso ideal. Por lo que si hubiéramos querido hacer lo que nos dijo no habría pega. Yo misma decidí no hacerlo. No vi importante que saliera leche. Ya no lo necesitaba, pues a Naira, yo, con mi pecho, le daba lo que ella pedía. Dormirse.
Hoy tiene 4 meses y medio. La alimentamos de lactancia materna exclusiva. Come de la teta de mi mujer. Y se duerme en la mía.
No le gustan los chupetes. Cosa que veo normal. Con cuatro tetas, ¿quién quiere un chupete?
Ya no necesito que me salga leche. Ni tampoco me esfuerzo en ello. Me da igual. Naira está muy bien alimentada con el pecho de mi mujer. Al cual le llamamos “tetita de leche”. Y cuando quiere dormirse o necesita relajarse, tiene mi teta, su “tetita del amor”.
Es fantástico. Y mi hija es una niña muy feliz. Ella y nosotras diferenciamos muy bien cuál es su necesidad en cada momento. Si lo que tiene es hambre, succiona muy fuerte. Y como ve que no sale nada, lo suelta y se enfada. Entonces se la pone mi mujer. Otras veces, sólo quiere succionar y quedarse dormida. En estos casos le vengo perfecto. Está calentita con su tetita del amor y con mucho cariño. Mi mujer en esos momentos descansa mucho y puede dedicar este tiempo en hacer otras cosas. Hacemos colecho y se suele quedar dormida en mi teta o en la de mi mujer.
Algunas noches son divertidas porque Naira duerme entre las dos y si me mira a mí mi mujer rápidamente me grita “¡Quiere tu teta!”. Pero después Naira la mira a ella y digo yo: “¡No, quiere la tuya!”. Al final, si ha comido hace poco, pues se duerme en mi teta, y si no ha comido aún, se queda con la de mi mujer. Así dormimos las tres.
Hasta ahora está siendo todo una experiencia muy bonita. Nuestras vidas no han cambiado, simplemente han mejorado. Naira es una más en nuestras vidas, y está con nosotras en todos los momentos del día. Las tres somos muy felices y estamos cumpliendo nuestro sueño”.
Espero que esta historia os haya sacado también una sonrisa y la ilusión de ver que con ganas, paciencia y mucho amor, se puede conseguir cualquier cosa que una se proponga. Si buscas más información de la lactancia inducida, no dejes de leer este artículo, de la revista Oveja Rosa, un espacio para las familias LGTB.
Fotos cedidas por las mamás de Naira
yo como Matrona Les, animo siempre la lactancia compartida. Felicidades
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Mi primo me chupa la chiche y el tiene 12 años eso es normal y solo se entero que yo tenia leche y eso que aun no tengo ni un bebe