Pedro Almodóvar siempre se ha atrevido con la diversidad (no te vamos a hacer ningún Spoiler). Es más, es el primer director español que habla sin tapujos ni cortapisas de romances lésbicos y gais desde la dictadura -Sin contar a Maqueda y su Me siento extraña-.
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En esta ocasión vuelve a contar con Penélope Cruz para un papel infinitas veces repetido –esa mujer luchadora, de clase media, piernas arqueadas y acento medio sureño medio vallecano- pero esta vez actuado mejor que nunca. A Penélope se le notan los años, y no me refiero a las arrugas, sino a que está mas atractiva y rotunda que nunca. El duelo artístico entre ella y Milena Smit es bastante épico.
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La película aborda muchas cosas, desde el drama de los desaparecidos de la guerra y postguerra, desperdigados por cunetas que el Estado ha abandonado, hasta el amor, la maternidad en solitario, la muerte y la bisexualidad.
Todos estos temas están bastante bien entrelazados, y lo decimos no siendo del todo fans del director manchego, al que preferíamos hace dos décadas. Almodóvar entra al trapo en esta película, opina y se posiciona. Y de nuevo se adentra admirado en un universo puramente femenino.
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Tienes que verla, aunque sea por la charla que tendrás después con tus acompañantes.