El panorama es desolador. Como mujer lesbiana, feminista y activista por nuestros derechos, escribo esta despedida a Manuela Carmena con lágrimas en los ojos.
Madrid no es solo la ciudad que amo, mi hogar. Es también un símbolo. Es un símbolo de libertad, de apertura. Las imágenes del Orgullo de Madrid o de las manifestaciones feministas del 8M han dado la vuelta al mundo en televisores y periódicos de muchos países. Madrid es un ejemplo.
Las que vivimos el Orgullo de Madrid llevamos 4 años viendo como la Cibeles y otros edificios emblemáticos se iluminan con los colores de la bandera arcoíris cuando pasan nuestras pancartas, nuestras carrozas.
Llevamos años viendo que los edificios oficiales cuelgan largas banderas LGTB para hacer evidente que respaldan nuestro derecho a vivir libres e iguales.
Viendo como en los anuncios de Madrid nuestra forma de amar encuentra un espacio. Encontramos representación. El año pasado vimos como el Ayuntamiento de Madrid celebraba los 40 años de Orgullo LGTB con un vídeo protagonizando por dos abuelas lesbianas, e incluyendo a familias lesbomarentales reales, y mujeres trans.
Manuela Carmena, además de una forma de hacer política basada en el respeto y la elegancia, nos dejó paseos peatonales con la bandera LGTB y semáforos con dos chicas de la mano o dos chicos. Lo que es una tontería para muchos, pero es un símbolo para tantos más. Y un gran referente para niños y jóvenes LGTB.
Nos acostumbramos a los colores arcoíris, las leyes inclusivas, a la alegría y a la tolerancia, tanto que llegó a parecernos que siempre estuvieron ahí. Pero no. No estuvieron siempre y tampoco estarán.
¿Y ahora, qué viene?
Aunque Manuela Carmena ganó en votos, la unión de los tres partidos de derecha suma una letal condena para los ciudadanos. VOX, la extrema derecha, entra por primera vez al Ayuntamiento y a la Comunidad de Madrid, y aunque el alcalde no será de VOX, tendrá que pactar con este partido, y muchas de sus nefastas ideas serán una realidad.
¿Qué quiere VOX con el colectivo LGTB? Lo primero, invisibilizar al Orgullo. Sacarlo del central Paseo del Prado y llevarlo a Casa de Campo. También quiere hacernos pagar la limpieza.
Para VOX un niño con dos mamás no es una familia. Para ellos las lesbianas somos lesbianas porque no nos queda otra elección. Odiamos a los hombres y por ende pensamos que no sirven ni siquiera para el sexo. De ahí que tengamos que escoger a otra mujer.
VOX (y el PP) no cree en la identidad de género ni el feminismo. Hace unos días manifestaron que su ideal de mujer era la Cenicienta, esa chica abnegada y silenciosa, que acata todo lo que se le pide, y las hermanastras somos las feministas, feas todas, por cierto.
Madrid ha reemplazado los edificios arcoíris, la tolerancia, las políticas a favor de la igualdad, la libertad y el amor. Lo ha reemplazado por una nube gris tan densa que da miedo. Miedo a perder, miedo a volver a empezar.
Ames a quien ames, Madrid te quiere, nos dijo un día Manuela Carmena. Y hoy te damos las gracias por ese amor. Esperamos que sea eso lo que nos mueva a luchar, lo que nos mueva a defender lo que tantos años nos ha costado conseguir. Ni un paso atrás.