María Jimena Pereyra es sin duda un símbolo de visibilidad lésbica en Chile. Cuando la cantante se hizo famosa en un programa de televisión, la primera edición de Rojo, eran muchos los rumores sobre su orientación sexual. Rumores que ella en ese momento no estaba lista para confirmar, puesto que eran los años 90 y Chile no podía presumir precisamente de su tolerancia y su diversidad sexual.
Pero las cosas cambian, afortunadamente para las famosas lesbianas, que pueden vivir su vida con libertad, y para las lesbianas que no somos famosas, que no salimos en los medios y necesitamos referentes para empoderarnos y ayudarnos en nuestros procesos.
En una reciente entrevista a la revista Nueva Mujer, por el día de los enamorados, María Jimena Pereira, de 42 años y su esposa -en Chile no existe el matrimonio igualitario, pero sí un acuerdo de unión civil, AUC- Tania García, kinesióloga de 27, hablaron sobre su relación, sobre su boda, en febrero de 2017, una ceremonia muy romántica y especial. Decidieron casarse después de estar 5 años juntas, y ahora están en la búsqueda de hijos, a través de la reproducción asistida.
Os contamos aquí lo más relevante de la entrevista:
¿Esto las llevó a tomar la decisión de firmar el AUC?
T: Después de que ella estuvo hospitalizada (Jimena estuvo hospitalizada por cáncer y lupus), entendimos que era importante que yo pudiera tener el permiso para tomar decisiones en caso de que ella no pudiera, sobre todo considerando que su familia vive fuera y la mía también. Soy chilena, pero mis papás viven en Mendoza. Además, antes de que Jime se enfermara, comenzamos a intentar ser mamás por medio de reproducción asistida. Yo le decía: “¿Y el anillo pa` cuándo?”.
J: Me costó entender el mensaje (ríe).
Varias veces han mencionado a la prensa que quieren ser madres. ¿Cómo ha sido el proceso?
T: Me he sometido a tratamiento cinco veces. Cuando firmamos el AUC, yo podría haber estado embarazada, porque por esa fecha fue el último intento. Llevamos tres inseminaciones artificiales y dos fecundaciones in vitro. Ha sido difícil, son muy pocas las probabilidades: la primera es alrededor de un 15%, mientras que la segunda un 30%. En Chile este procedimiento es caro, en Argentina está en el sistema público y es gratuito, pero tendríamos que estar un tiempo allá.
Aunque estén unidas civilmente, los derechos de las madres lesbianas son muy deficientes en Chile pues solo cuenta como madre la biológica. La otra no tiene derechos sobre los hijos.
Las cifras muestran que el miedo a revelar la orientación sexual es latente. ¿Qué les parece?
J: Tenemos muchas amigas cuyos padres no saben que son lesbianas, o que la gente de su trabajo no tiene idea. Ellas sufren, porque tienen terror a contarlo y lo hemos conversado, pero es complejo.
T: Ese miedo sólo reside en una, porque piensas que tus papás no van a entender. Es un alivio hablarlo en la familia y darse cuenta de que están felices. Al final, el miedo reside en una, pero es una también la que tiene que enfrentarlo. Soy de la idea de que hay que hablar, que todos se enteren, porque, si no, seguimos perpetuando los prejuicios.
¿Se sienten con la responsabilidad de aportar a concientizar sobre este tema?
J: Nunca lo imaginé, pero cuando se hizo noticia que firmamos un AUC, me di cuenta de cuánto pesaba que una mujer lesbiana hiciera pública su relación en sociedad, o que mostrara públicamente su amor hacia otra mujer. Ahí tomé conciencia del impacto. Siempre nos hemos mostrado como una pareja como cualquier otra, porque eso somos.
T: Hasta hoy nos llegan mensajes de niñas dándonos las gracias por abrir espacio a este tema y nos cuentan que sus familias nos vieron en la tele o en el diario, que eso las ayudó a contarles acerca de su orientación sexual.