Querida:
El verano pasado yo atravesaba una etapa muy dura, donde una tristeza general me tenía absorbida. Era una de esas penas que te atrapan y te retienen en su núcleo, haciéndote sentir sin escapatoria. Por alguna razón que escapa a mi entendimiento, sin conocerte ¡soñé contigo! Fue entonces cuando pasó.
Rememoro ese sueño:
Yo estaba, como de costumbre, en la playa del remo (aquí en Mazagón), semitumbada boca arriba, con la vista dejada caer sobre el horizonte que separa el cielo del mar. Una chica se aproximó a mí por la derecha, quedando parada frente a mi cara perpleja.
Alta y delgada, con la cara finita y de buen tipo, con un pelo moreno muy largo y liso. Bonita. Quieta a mi lado y, sin articular palabra alguna, me sonreía.
—Hola ¿me conoces? ¿Quién eres? —le pregunté. No contestó.
En lenguaje no verbal me invitó a la orilla y, entre risas, estuvimos largo rato jugando con las olas. Le envolví a preguntas, pero permanecía sin responder. Sólo usaba la boca para sonreírme. Después, hizo amago de marcharse. Me angustiaba que desapareciera y no saber más de ella. En un último intento, le dije:
—Dime al menos de dónde eres ¿no?.
—Isla Cristina. —pronunció. Y se fue.
Recuerdo que, en ese momento, me desperté y legañosa pensé: “¡¿Isla Cristina?! Mira que conozco a media humanidad de todos los lugares del mundo, pero yo allí no conozco a nadie. Bueno, a Manuel Carrasco, pero eso no cuenta.”
Durante días fui pensando vagamente en ello, hasta que me lo robó el olvido en el tiempo. No fue hasta aproximadamente un mes después de que aparecieras por Facebook y me mandaras una solicitud de amistad, cuando ese sueño regresó a mi memoria. Aluciné. “Hostia ¡es ella! ¿Cómo es posible? ¿Cómo no he caído antes en la cuenta?”
Hay quien afirma que situaciones así son imposibles, que en los sueños aparecen recuerdos. Ya sé que el mundo es un pañuelo, que Huelva es muy pequeña, que… Pero no, nunca te he visto en mi vida. Nuestros círculos y costumbres jamás se acercaron. Nunca. Nuestras pisadas iban por caminos diferentes. Sin pretender llegar a lo metafórico, basado en lo literal. No estoy muy segura de creer en el destino, porque pienso que todo en este mundo está conectado entre sí y, por lo tanto, una acción de una persona afecta al resto. Yo tomé la decisión de estar contigo y, esa acción, ha traído bienestar a mi vida.
Desde aquel día, una sensación de equilibrio emocional se está apoderando de mí, espantando mis fantasmas. Desde aquel día, vivo en paz. No cambiaría esta sensación por nada. Siempre he sido la típica bollera intensa, que desde el primer instante se aferraba a un sentimiento profundo, pero contigo es todo diferente. Todo va como tiene que ir, despacio y con buena letra. Cada día que pasa siento más por ti y compruebo que todo va conectando.
Sólo llevamos 3 meses juntas y no sé a dónde irá a parar esto (¡Ojalá dure y perdure!), pero pase lo que pase, ya nos espere un futuro unidas o separadas, siempre pensaré en nuestra historia como en la historia de no ficción más bonita que me haya pasado, y dudo que alguna vez llegue a escribir un relato de ficción que supere a ésta realidad.
Y termino citando un… “Pero ya nos habíamos conocido antes, una vez en un sueño.” (La bella durmiente)
Por: L Quejica
Hola!
Me encanta! me he quedado boquiabierta al ver que alguien más soñó con su futura pareja. A mí también me pasó dos años antes de conocer a la mujer con la que llevo ocho años de felicidad y complicidad absoluta.
Me alegro de que la magia se dé en historias cotidianas
Sed muy felices 🙂
Aveces los sueños se hacen realidad! Que tierno.