Mi primera vez con una mujer

Todas nosotras hemos tenido nuestra primera vez con una mujer y en la mayoría de los casos ha supuesto un descubrimiento más que grato. Más tarde o más temprano hemos percibido que, por primera vez, eso que sentíamos era más que amistad y nos hemos lanzado al vacío para poder ser felices con la mujer que amábamos en ese momento. En muchas ocasiones, ese sentimiento nace de repente, después de pensar durante un tiempo que nos atraían los hombres. A veces es una mujer en concreto la que nos hace sentir así pero sorprendentemente, en muchas ocasiones ese descubrimiento aparece en una edad adulta. Puede que toda tu vida hayas tenido relaciones con hombres y que ni siquiera te lo hayas planteado antes, pero de repente aparece ella y hace que tu mundo y lo que tenías construido se tambalee. Puede que no seas lesbiana, que simplemente sientas curiosidad, o puede que esa chica en concreto haga que te plantees lo que has vivido hasta ahora. A veces, simplemente lo dejas pasar y no significa nada, pero en otras ocasiones, si te armas de valor y descubres que realmente sientes algo por ella, decides romper con todo y arriesgarlo para poder comenzar una relación con esa chica que se cuela en tu mente las 24 horas del día. Las dudas te invadirán probablemente, sobre todo si en tu caso eso ocurre cuando ya tenías una estabilidad y estabas segura de tu orientación sexual totalmente heterosexual pero, quién no arriesga no gana, o eso dicen.

Esa es la historia de Laia y Aixa quienes, por casualidades del destino, coincidieron en una organización como voluntarias, y lo que comenzó como una inocente amistad, a pesar de que no lo pudieran ni imaginar al principio, se convirtió en algo más.

mi primera vez con una mujerLaia había estudiado trabajo social y decidió comenzar como voluntaria para poder ejercer su profesión, ya que se trataba de una manera de comenzar a adquirir experiencia. Hasta ese momento su vida era de cuento, terminó su carrera viviendo en casa de sus padres, con una rutina a la que se había acostumbrado, y con el novio del que creía estar enamorada desde hacía años, con el que pretendía casarse y tener varios hijos. Pero lo que ella no sabía es que todo esto cambiaría de un momento a otro sin que apenas se percatara.

Aixa y Laia no se conocían pero casualmente tuvieron que realizar una actividad conjunta para la asociación con la que colaboraban. Fue un minuto lo que coincidieron, en un simple relevo en el que Laia ni se percató de lo que Aixa significaría en su vida tiempo más tarde, lo que no sabía es que ésta ya se había fijado en ella sin conocerla, en un grupo de Whatsapp donde estaban todos los voluntarios y donde ya le llamó la atención a pesar de que ella también tuviera pareja. Lo cierto es que le pareció una chica guapa y simpática, pero como cualquier otra que podía haber conocido.

Poco a poco fueron coincidiendo más, pero no fue hasta la noche en que cenaron juntas con el resto de sus compañeros cuando realmente tuvieron la oportunidad de conocerse. Después de unas cuantas copas, comenzaron a hablar de los tópicos que existían sobre el hecho de irse a vivir fuera de casa de los padres ya que, por casualidades de la vida, en ese momento ambas estaban buscando piso; Laia para irse a vivir con su novio y Aixa, tras la ruptura con su pareja, se iría a vivir sola. Ahí fue cuando comenzó todo, el tonteo de Aixa al darse cuenta que esa chica era algo más que una cara bonita, y qué mejor ocasión para acercarse que proponerla que buscaran piso juntas, podía ayudarla a encontrar piso para vivir con su novio. Esa fue la única excusa que encontró para poder mandarla un mensaje días después para hablar sobre ello, y lo que comenzó como una inocente conversación sin más, acabó transformándose en una amistad en la que los momentos que compartían juntas empezaran a ser cada vez más frecuentes.

A medida que se conocían más, Aixa se daba cuenta que algo en esa chica le hacía que le gustara por encima del resto. Seguía teniendo citas con otras pero nunca funcionaban, sabía que Laia era inalcanzable ya que no le gustaban las mujeres y estaba feliz con su novio, pero no podía evitarlo, incluso llegó un momento en que si tenía que decidir entre quedar con una chica o tomar algo y simplemente hablar durante horas con Laia, escogía eso.

La complicidad que existía entre ambas era innegable, y cada vez mayor, compartían gustos, estaban cómodas juntas, se reían y no tenían silencios incómodos; a Aixa le gustaba tontear pero además a Laia, a pesar de que en ese momento ni ella lo supiera, le encantaba gustarla y que tonteara con ella. No fue consciente hasta el día en que su amiga le confesó que le parecía una chica impresionante y que le gustaba, pero Laia no se lo terminó de creer, sentía que a todas les decía lo mismo y se lo dijo, pero lo que no esperaba era la respuesta que ésta le dio: “No te preocupes, que a partir de ahora vas a empezar a sentirte especial”.

mi primera vez con una mujer 1Cada día ambas tenían más necesidad de estar juntas, aprovechando cada ocasión para estar la una al lado de la otra; Lo curioso era que Aixa lo hacía conscientemente, pero Laia no, solo se dejaba llevar diciéndose a sí misma que simplemente se trataba de una buena amiga con la que compartía muchas cosas y a la que comenzaba a contarle sus problemas, sus preocupaciones y las dudas que comenzaba a tener con su novio.

Poco a poco la química entre ambas era más que evidente, hasta el punto en el que una noche de fiesta comenzaron a hablar de cómo reconocer si una chica era lesbiana y Laia comenzó a sentir curiosidad al respecto. Esa noche el alcohol comenzó a hacer estragos y decidieron tomar unos chupitos de Tequila. En ese momento, Aixa quiso aprovechar que estaban desinhibidas y le explicó a Laia como debía beberse realmente un buen Tequila; ella se pondría la sal en el cuello y el limón en la boca; Aixa chuparía la sal, bebería el chupito y a continuación tomaría el limón de sus labios, a lo que Laia le contestó que quería probar. Cuando pasó la lengua por su cuello, Laia sintió un torbellino de emociones dentro de si, a continuación Aixa bebió lentamente su vaso de tequila mirándola a los ojos y lentamente acercó la boca a la suya, rozando sus labios, a pesar del temor que sentía de que ésta se asustara y pudiera retirarse bruscamente; pero todo lo contrario, durante ese segundo que para ellas fue una eternidad, ella no se movió, sino que se dejó besar. Unos minutos después, lo que tardó en reaccionar, se asustó de lo que estaba pasando en su interior y salió fuera del local llena de dudas sobre lo que había sentido, sobre su vida y concretamente sobre lo que ocurriría ahora con su novio.

Después de ese día ambas ignoraron lo que había ocurrido pero Aixa tenía claro que quería estar con ella, aunque lo veía como algo imposible. A pesar de eso, decidió no alejarse y los momentos juntas cada día eran más, dormían en la misma cama cuando salían de fiesta, comían juntas, se iban de viaje y hablaban durante horas sin que sintieran que el tiempo pasaba, pero nunca ocurría nada a pesar de las ganas incontrolables que Aixa sentía.

La tensión cada vez crecía y era más difícil de controlar, hasta que una noche en un viaje a Barcelona, y mientras otras dos amigas dormían en la cama de al lado, Aixa comenzó a hacerle caricias por la espalda. Sus dedos le acariciaban de manera suave pero intensa, dejándose llevar por su piel. Sólo de sentirlo, algo se removía dentro de ellas, sus manos avanzaban por el cuerpo de Laia haciendo que la tensión golpeara cada parte de sus cuerpos. Poco a poco comenzó a recorrer su costado, llegando al límite de su pecho, pero sin tocarlo, haciendo que ésta deseara aún más que lo hiciera. El deseo era cada vez mayor e irresistible, sus cuerpos cada vez estaban más cerca, por lo que decidió comenzar a bajar su mano lentamente por su vientre y cuando estaba a punto de acercarse al interior de sus piernas, Laia se apartó. En ese momento Aixa temió haberse pasado del límite, pero lo que Laia le dijo la dejó sorprendida, la excitación le recorría el cuerpo y la vergüenza podía con ella.

Al día siguiente no se volvió a mencionar el tema, pero de vuelta a Madrid, cuando iban en el coche juntas en la parte de atrás, Laia le mandó un mensaje al móvil a Aixa: “no es que no quiera hablar de lo que pasó ayer, sino que no se qué decir”. Una sonrisa apareció en su cara y mientras la miraba a los ojos, le contestó que no tenía que decir nada.

Tras ese momento era evidente la atracción que sentían ambas, pero Laia tuvo un conflicto interior y decidió decirle que era imposible, que nunca estaría con una mujer, por lo que Aixa decidió que lo mejor era alejarse, estaba demasiado implicada ya y no quería sufrir.

Semanas después, Aixa conoció a una chica que para ella no era importante, pero en un momento dado cuando ésta le besó, su propia reacción hizo que se diera cuenta de que con la única que quería estar era con Laia. Curioso destino el que hizo que cuando se armó de valor y le llamó por teléfono para contárselo descubrió que ella estaba a punto de dejar a su chico, porque se estaba dando cuenta de que Aixa le gustaba, pero este fue el empujón que le hizo tomar la decisión, ya que al sentir que los celos la invadían al saber que otra había besado a la chica que tanto le atraía, se quitó la máscara de los ojos y decidió dar el paso.

mi primera vez con una mujer 2Al día siguiente, Laia dejó a su novio y tuvo que marcharse unos días a casa de Aixa por no compartir la casa con él. Esa fue su primera noche, una noche mágica donde la complicidad entre ambas hizo su papel y ese fue el momento en el que Laia miró fijamente a los ojos a Aixa y descubrió que quería estar con ella, a pesar de lo que pensara el resto del mundo o de lo que hubiera arriesgado.

Puede que esta sea la historia de estas dos chicas que se aman con locura, pero no sólo la suya, sino la de muchas más que en algún momento de nuestras vidas hemos pasado por algo similar. Y es que, muchas veces en la vida, debemos arriesgarnos y luchar por eso que queremos, por que quizá detrás de esos miedos que tenemos a lo desconocido, a esas dudas que nos asaltan al principio, podemos encontrar a la mujer de nuestra vida, tal como les ocurrió a Laia y a Aixa.

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12 comentarios en “Mi primera vez con una mujer”

  1. Romanticismo y laísmos que duelen un poco de leer (al menos si no eres de Madrid dónde son muy comunes). Siento la crítica, el artículo en general me gusta.

  2. Mi primera vez fue con mi profesora de matematicas. Ella tenia 37 y yo 17. Aquella tarde me llevo a dar un paseo por el paraiso.

  3. Hola estoy separa hace 13 años tengo 45 años estuve con hombres dsd q me separe pero ahora solo pienso y deseo estar con una mujer nunca estuve ni siquiera un beso…..

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