“Ellas dan el golpe” fue una de la grandes películas de Gina Davis en la época de Thelma y Louise, allá por los 90. La película es legendaria a la par que muy divertida pero es que la serie, creada para Prime Video por Abbi Jacobson -también actriz principal- y Will Graham, le da una vuelta de tuerca más.
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Primero porque la película, basada en una historia real, no se adentra en las realidades lésbicas de sus protagonistas, mientras que la serie no deja trama por desarrollar al respecto. Muchos de sus personajes protagonistas se basan en los personajes reales que formaron parte de la liga.
La segunda es que la serie se atreve a ampliar el foco y cuenta cómo la historia era tan tremendamente diferente para negras y blancas. A través del precioso personaje de Max Chapman la cinta profundiza en el racismo y la homofobia que padecía la población afroamericana en la Norteamérica de entonces.
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Era la Segunda Guerra Mundial. Hasta los propios jugadores de béisbol masculino habían tenido que ir al frente, dejando el deporte nacional herido de muerte. Pero a sus ejecutivos se les ocurrió una idea hasta entonces impensable: poner a mujeres a jugar. Al principio, cómo no, se veía como algo caricaturesco para entretenerse mientras los protagonistas de la Liga masculina volvían, pero acabó siendo un grandísimo paso para el deporte femenino y el feminismo en general. Las Peaches hicieron historia, y no te la vamos a desentrañar, lo tienes que ver.
Te guste o no el Beisbol -a mi la verdad me es tan indiferente que todavía no me entero de por qué corren rodeando el campo de juego- la serie es imprescindible para conocer la realidad de las lesbianas en los años 40. Fascinante ver cómo ellas descubren su sexualidad en un mundo sin referentes, cómo se organizan los bares y casas de encuentro LGTB de forma subterránea, doloroso ver cómo la policía empieza a perseguir a la población LGTB justo cuando esta crea sus espacios de encuentro.
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Y, sobre todo, maravilloso ver cómo las mujeres empiezan a darse cuenta de su verdadero valor cuando no tienen la presión de los hombres sobre ellas.