Capítulo 10
Lady Amanda y yo tardamos unos segundos en desnudarnos la una a la otra. En cuanto a Arlette, tan pronto como había llegado a la habitación con el bolso colgado del hombro se había encendido un cigarro que se estaba fumando con toda la calma del mundo. Parecía que no tenía la prisa que la italiana y yo tratábamos de controlar, a pesar de que hacía unos minutos estaba de cara a la pared con mi mano azotando sus nalgas.
Sin poder ir más despacio, la otra dominante y yo empezamos a besarnos. Suspiré sobre sus labios, sumergiéndome en una burbuja junto a ella. Me concentré tanto en el juego que se traían nuestras lenguas que olvidé que había una tercera persona en la estancia. Pero Arlette se encargó de recordármelo: se acercó a mí por la espalda y mordió mi cuello con fuerza.
Me separé de Lady Amanda frunciendo el ceño porque el mordisco de Arlette me había dolido más que excitado y me encontré con su mirada. Sentí que con sus ojos azules desnudaba mi alma. Entonces me di cuenta de que entre nosotras había una conexión especial que no sabía exactamente de dónde nacía.
Con aquello ya me había quedado más que claro que a Arlette no le gustaba sentirse excluida del grupo, así que acaricié su cintura al mismo tiempo que Lady Amanda jugaba con sus pechos por debajo del sujetador. Sus suspiros cargados de deseo inundaron la sala, haciendo que yo también comenzara a jadear solamente al estar participando en aquella escena.
—Sois dos diosas, chicas —dijo Arlette entre leves gemidos—. Pero parece mentira que os vaya el sado. ¿Qué os pasa?
Lady Amanda apretó los dientes y me miró, con una expresión que conocía muy bien. Aquí empezaba el juego. Empujó a Arlette para que cayera sobre la cama y se sentó a horcajadas sobre ella y le arrancó el sujetador sin pensárselo dos veces.
—Noe, abre mi bolso y trae lo que necesito —me pidió Lady Amanda mientras forcejeaba con una rebelde Arlette.
Me apresuré en buscar el bolso que colgaba del mando de la puerta de mi dormitorio. Era grande y de tela beige. Abrí la cremallera y metí la mano en el interior sin saber exactamente qué necesitaba mi mentora. No tardé en dar con una especie de vara flexible de medio metro. Cuando la saqué descubrí que era una fusta y sonreí satisfecha por mi hallazgo.
Cuando volví a poner mi atención en la pareja, Lady Amanda estaba usando las cuerdas que sujetaban las cortinas a su colgador para aprisionar las muñecas de Arlette. Su rostro estaba cubierto por un ligero sudor causado por el esfuerzo. Cuando llegó y se aseguró de que la sumisa estaba bien atada a la cama se puso en pie y me hizo un gesto para que me ocupara de ella.
Miré la fusta con su punta fina y rectangular y la empuñé. Sentí como si aquel instrumento estuviera diseñado para encajar perfectamente con mi mano. Me puse frente a Arlette y me aseguré de que me mirara. Volví a sentir sus ojos clavándose en los míos con esa intensidad que todavía seguía sorprendiéndome y tragué saliva. Comencé a deslizar la punta de cuero de la fusta, acariciando cada centímetro de su piel blanca. Noté cómo el vello de su cuerpo se erizaba y arqueaba la espalda, regalándome un suspiro.
Esperé a que hubiera cerrado los ojos y se hubiera abandonado a mis atenciones para azotar su vientre, que quedó marcado por una pequeña tira roja. De sus labios se escapaba un jadeo incesante que a mí tan sólo me excitaba más.
Me fijé en su melena rubia que se esparcía por la almohada sobre la que había dormido hacía unas horas Lady Amanda, las marcas que se estaban formando en sus muñecas a causa de las ataduras y los pequeños espasmos que iban recorriendo su cuerpo. Me senté en la cama, a su lado, acercándome cuidadosamente a su rostro. Miré sus labios e hice ademán de besarla pero me aparte al último momento, sin darme cuenta hasta mucho después de que estaba imitando las actitudes de mi dominante que tanto me habían molestado al principio y que me habían estado creando inseguridades.
No se quejó, pero me miró de esa forma que me hacía estremecer. A pesar de que no la conocía en absoluto —no sabía su edad, de dónde era ni qué le gustaba, ni siquiera cuáles eran sus límites—, cuando sentía esa mirada me dejaba llevar y me sentía más cerca de ella.
Mordí en el lugar que había entre sus senos, dejando una marca notoria y volví a ponerme en pie, dispuesta a cederle el control a Lady Amanda. Salvo por el hecho de que ella no estaba en la habitación. Miré a mi alrededor preguntándome dónde demonios debía estar y después salí al pasillo.
La vi en el balcón, cubierta sólo con una manta de cuadros rojos que debía haber cogido prestada del salón. Yo me puse un batín y salí en su busca. Me aseguré de que oyera mis pasos para que fuera consciente de mi presencia, pero me mantuve en silencio. Y durante un rato, ella tampoco habló.
—Amanda, creía recordar que se te daba bien el bondage. O al menos lo suficiente como para que la víctima no fuera capaz de desatarse por sí misma —rió y nos miró, antes de exhalar el humo del tabaco que había estado conteniendo.
Oh, me la había olvidado.
—Dame el cigarrillo y déjanos solas.
No vaciló. Arlette conocía ese tono y sabía que no era bueno discutir cuando Lady Amanda contestaba de ese modo. En mi interior seguía sin comprender por qué se había ido cuando el trío apenas había empezado, aunque tenía una ligera idea.
La italiana cogió el cigarrillo y observó con concentración cómo se iba consumiendo. Esperó a que Arlette nos dejara solas en el balcón, bajo la luz del amanecer.
—Te voy a dar una última lección. ¿Sabes qué es lo peor que puede hacer una dominante que ha firmado un contrato profesional? —susurró y le dio una calada. Yo negué con la cabeza un par de veces, esperando su respuesta—. Enamorarse de su aprendiz.
Thais Duthie
Muy bueno, lo.estaba esperando
¡Muchas gracias! 😉
Brutal:) pero no nos hagas esperar dos semanas que me muero!
¡Siento la espera, pero no depende de mí! De todos modos, la idea es dejaros con las ganas 😛 El jueves 20 ya podréis leer cómo termina Fugace piacere…
Que buena historia; quisiera saber quien la escribe
¡Gracias, Lina!
La escribo yo, Thais Duthie 😉
Ya quiero leer el capitulo número 11 de esta historia, de hecho ya quiero saber el final
¡Solo queda el epílogo! Estás muy cerca de saber el final.
Muy buena historia como pasa la aprendiz a ser una gran dominante y que se de entra ellas un vinculo mas allá de ese juego pervertido y rico para muchos, te felicito pensé que Lady Amanda no tenia sentimiento pero si, es un personaje que atrapa desde el principio. Es una hermosa historia tienes una gran imaginación espero con muchas ansias el final de esta increíble historia.