Nueve suicidios a causa del bullying homófobo en el 2010

Joël Horn, Holly Stuckey, Aher Brown, Tyler Clementi, Raymond Chase, Seth Walsch, Billy Lucas, Tom Mullaney y Justin Aaberg son nombres de nueve adolescentes que el año pasado se quitaron la vida después de sufrir continuos abusos e insultos por parte de sus compañeros por ser homosexuales. Todos ellos tienen entre 12 y 19 años, una edad en la que somos muy influenciables por las opiniones de los demás, una edad en la que empezamos a perder la inocencia y podemos tocar la cruda realidad con los dedos de la mano. Tod@s ell@s eran niñ@s, tan solo dos habían cumplido la mayoría de edad. Unos eran más guapos, otros más altos; ella tenía los ojos marrones, algunos los tenían azules… Pero ahora, de ellos, tan solo queda un nombre, alguna fotografía y recuerdos y dolor en el corazón de todos sus familiares y amigos.

 

Joël Horn tenía 13 años cuando el 14 de mayo de 2010 en Velden (Austria) se quitó la vida tirándose a las vías del tren después de ver en su facebook una imagen de porno gay con su cara añadida. Hasta el mes pasado su madre no ha sido capaz de hablar con la prensa, y en la entrevista que le hicieron reveló que lo acosaban porque le sobraban un par de quilos, porque no llevaba ropa de marca o por su cara (ya que llevaba el pelo larguito y tenía los ojos azules). Ella no se había dado cuenta del bullying que sufría. Sí se había dado cuenta de que sus notas habían bajado, pero pensó que era la pubertad. Michaela, después de lo sucedido, intentó hablar con los padres de los compañeros de Joël, pero la escuela no la dejó y la amenazó con “consecuencias” si hacía público lo ocurrido. Ha costado un par de meses, pero Michaela no se ha callado y ha alertado a los padres de todos los peligros de dejar Internet a depende qué edades sin supervisión.

 

Por otra parte está Holly, una chica de 12 años. Cuando el 6 de octubre del 2010 llegó a su casa con dolores en el pecho y diciendo que no podía respirar, sus padres llamaron a una ambulancia, pero antes de que llegara dejó de respirar y no pudo ser reanimada. Las causas de la muerte no se saben; a la única conclusión a la que han podido llegar es que ha sido a causa del estrés emocional por la intimidación de sus compañeros, ya que ponían una presión excesiva sobre su corazón. La llamaban lesbiana, según sus padres, porque era una chica muy inocente y no quería saber tanto de educación sexual como sus compañeros. En las semanas antes de su fallecimiento no quería ir nunca sola a ningún sitio.

Tom Mullaney tenía 15 años, y se ahorcó el 21 de mayo del 2010 después de sufrir un acoso a través de facebook. Querían pegarle en clase y no pudo más. Otros casos parecidos son los de Justin Aaberg y Billy Lucas, también de 15 años, que se suicidaron en septiembre del 2010.

 

El 29 de septiembre también se suicidaron dos chicos de 13 años: Asher Brown, que se pegó un tiro en la cabeza y Seth Walsh, que se colgó de un árbol de su propio jardín.

 

Tyler Clementi y Raymond Chase son los únicos mayores de edad. A Tyler, con 18, le habían dado una beca como violinista, y en la residencia universitaria su compañero de habitación le puso una webcam oculta y le grabó teniendo sexo con otro chico. Después lo publicó en twitter y colgó el vídeo. Tyler, al ver lo ocurrido, se tiró con su coche por un puente el 22 de septiembre del 2010. Para finalizar tenemos a Raymond, con 19, que se colgó de una soga en su propio dormitorio el 1 de octubre del 2010.

 

Ocho chicos y una niña sin vida, gracias a la homofobia que nos rodea. Nueve adolescentes que se han quitado la vida por no poder aguantar más. Insultos y palizas día tras día, mes tras mes; miedo a expresarse, a explicarse, sentimiento de culpabilidad, confusión… son muchos de los motivos que pueden haber llegado a causar estas muertes. Estos chicos no tenían apoyo ni confianza con la familia, ya que en casi todos los casos esta desconocía su inclinación sexual. No entendían por qué se metían con ellos y no sabían dónde recurrir debido a la escasa información que hay sobre el tema. Cada día les echan la moral por tierra y llega un momento que no encuentran ningún sentido a la vida: prefieren morir.

Son muchas las soluciones que hay para resolver parte de los problemas y poder ayudar a muchos adolescentes, pero pocas se ponen en marcha. En España, escasos son los colegios que dan charlas de educación sexual y de homosexualidad. Aún así, hace un par de años se implantó la asignatura “Educación para la ciudadanía”, en la que hay un tema que habla de la homosexualidad, pero ¿qué pasa? Todos los colegios religiosos, privados, y muchos de los concertados se saltan el tema, ya que desde su punto de vista no es moral. Si la asignatura se diera en todos los colegios desde el primer ciclo de primaria muchos de estos abusos no existirían, y aún si fuera así, las víctimas de los acosos tendrían un punto de apoyo y una fuente de información para poder entender que ser homosexual no es nada malo.

 

Hoy en día hay bastantes webs de apoyo en las que poder consultar e informarte. También hay nuevas iniciativas, como el blog que lanzó Paul V con fotos de homosexuales cuando eran niños (www.borngaybornthisway.blogspot.com) o la web de adultos gays contando sus experiencias para poder ayudar a pequeños adolescentes (http://www.itgetsbetter.org). Las redes sociales ayudan a que la información llegue a todo el mundo y puede ser bueno para hacernos ver, como el #soytanlesbiana de twitter, pero también es uno de los medios por donde se produce acoso.

 

Cada vez nos vamos haciendo más visibles, pero aún quedan lugares donde no quieren ver esta realidad. Un claro ejemplo es el estado de Minnesota, de donde era Justin Aaberg. Allí la Junta Escolar del distrito y una asociación de padres se negaron a introducir medidas anti bullying y a ofrecer información de orientación sexual.

 

En fin, sólo de pensar que a pesar de lo que hemos avanzado sigue habiendo tanto bullying homófobo en las aulas me entran escalofríos, ya que en España, aunque no hayamos oído ningún caso, puede que sea más común de lo que nos imaginamos, aunque no se publique.

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