La telenovela española Amar en tiempos revueltos estrenó su tercera temporada en agosto de 2008, presentándonos como protagonistas a dos veinteañeras de distinta ideología y clase social en la posguerra española. Aquellos primeros capítulos no auguraban nada insólito: cualquier espectadora alérgica a lo previsible hubiera husmeado la posibilidad de que la chica rica terminara enamorándose del hermano de la chica pobre, etcétera, etcétera, etcétera, desarrollando la misma historia de amor que hemos presenciado innumerables veces en la Historia de la ficción. “Bueno, ¿y qué le vamos a hacer?”, me dije yo en aquel entonces. Al menos la trama de cómo se hacen amigas y superan sus diferencias será entretenida: por un lado teníamos a Ana Rivas, rica heredera de los Grandes Almacenes de su padre, educada en los colegios más prestigiosos y de mentalidad abierta. Por otro, a Teresa García, hija menor de un matrimonio de clase obrera que comienza a trabajar en dichos Almacenes. El encuentro se producirá cuando Ana decida hacerse pasar por otra empleada, en un intento por saber lo que se siente al ser una persona sin privilegios.
En sí, la premisa ya sonaba atractiva, ¿no? La cuestión es que de interesarme fue pasando de forma paulatina a sorprenderme, cuando comprobé que la trama no era sólo una excusa para introducir una trama mayor de cómo encontraban al hombre de sus vidas. Lo esencial se centraba en las rencillas y pequeños conflictos que se producían entre ellas, incluso asistí gustosamente a lo que a todas luces eran ataques de celos, que pese a parecerse a los que pueden surgir entre amigas siempre tenían ese matiz que delata que hay algo más (todas sabemos a qué me refiero). Lo que aún no me imaginaba es que estaba a punto de presenciar la primera relación explícitamente lésbica en este formato televisivo (la telenovela), y menos en una serie inspirada en los años 50.
“El castigo para la mujer en aquella época era la invisibilización, tanto de la mujer homosexual como de la mujer heterosexual, por eso mucha gente cree que la homosexualidad femenina no existía” señaló a este respecto Miguel Ángel González Merino, presidente del COGAM. Boti García Rodrigo, que también presidió el colectivo, se pronunciaba sobre el mismo asunto apuntando que “el lesbianismo se vivía con una tremenda culpa. (…) Las ideas políticas del franquismo, mezcladas, asociadas y potenciadas por las ideas nefastas de la Iglesia Católica, hicieron un todo imposible de digerir”.
Así, Ana y Teresa se enamoran muy a su pesar, cosa que acabará resintiendo su relación y tiñéndola de drama. Al principio, a ninguna le extraña el afecto especial que siente por la otra: son las mejores amigas, nada más. Pero pronto Teresa comienza a sentirse extraña cuando Ana la abraza: pronto Ana empieza a sentirse traicionada cuando Teresa no antepone su relación a todo lo demás, incluso al inspector Héctor Perea, joven del barrio que se erigirá como principal pretendiente de Teresa. Como era de prever, esta se refugia en él para superar lo que siente por Ana, y Ana hará lo propio con Alfonso, el hermano de Teresa: pero reprimir los sentimientos nunca sale bien, y al final terminarán sucumbiendo a ellos.
Para las que hayáis visto la serie, merece la pena recordar la escena del primer beso en el ascensor, y cuando después Ana intenta tranquilizar al Teresa diciéndole que no importa que sean dos mujeres, porque lo esencial en la vida es encontrar a su alma gemela. También cabría mencionar la tensión erótica que se aprecia en muchos de los momentos que comparten, particularmente cuando Ana va a tomar el té a casa de Teresa en una de las fases más tensas de su relación: Teresa, nerviosa, lo derrama sobre la falda de Ana, y esta se ve obligada a cambiarse delante de ella. Después, ya más tranquilas, Teresa ofrece a Ana una rosquilla y Ana la muerde de una manera bastante sugerente. Pero el colofón a estos momentos será cuando ambas discutan acaloradamente en la tienda que Teresa instala junto a los Almacenes, para después terminar besándose de una manera que no me voy a molestar en describir…
Lo admirable de Amar en tiempos revueltos es que fue la primera telenovela que introdujo una relación de este tipo en todos los hogares, en un horario donde el público objetivo suelen ser personas mayores no familiarizadas con la realidad homosexual. Que dicha temporada tuviera tanto éxito resulta esperanzador en nuestra cruzada de que algún día no importe pertenecer a una generación o a otra, o vivir la homosexualidad más o menos de cerca, para que parezca posible terminar de normalizarla: y mejor aún si lo logramos a la hora del té y muy bien acompañadas.
Inma Miralles
estuvo bien pero como casi siempre terminaron matandolas, esperemos que no hagan ahora lo mismo con Lupe
Contiene SPOILERS. Montse, quizá te perdiste los últimos capítulos, pero era todo un montaje para huir juntas a Argentina y empezar una nueva vida allí.
Contiene SPOILERS: en la serie amar es para siempre las mataron en un incendio de un hotel en Portugal (ni siquiera salieron las actrices todo fue por una trama absurda de Héctor)