Y digo romance lésbico por no decir el “amor de su vida”. La película estrenada esta semana: “I wanna dance with somebody“, sobre la vida de Whitney Houston no está mal, no es una obra de arte, pero solo por ver sus conciertos, interpretados por Naomi Ackie pero con la voz original de la artista, vale la pena.
Además, el film cuenta del profundo amor entre Whitney y su novia de adolescente, Robyn Crawford, con la que siguió manteniendo un día a día durante el resto de su vida.
La cinta aparece en un buen momento para aproximarnos a toda la verdad sobre la historia de la que fuera la mejor voz del planeta. Producida por Clive Davis, productor y gran amigo de la artista, se basa en multitud de testimonios, entre ellos el de la propia Robyn Crawford, la que fuera novia de Whitney en la juventud y su compañera de vida. Robyn ha estado décadas, literalmente, sin decir una palabra sobre los constantes rumores sobre su relación sentimental. Pero hace exactamente dos años publicó “A song for you: My life with whitney Houston”, un libro que recomiendo encarecidamente y en el que cuenta cómo Whitney decidió negarse a sí misma su sexualidad por la presión de los medios y de su propia familia.
Foto inferior: Clive Davis y una joven Whitney Houston firmando su primer contrato.
Antes de aquel momento, en que Whitney le regaló una biblia a Robyn para decirle que lo suyo se acababa, ellas se habían enamorado con 17 y 19 años, se habían ido incluso a vivir juntas y vivían un idilio feliz. Dos años después Whitney se hizo conocida mundialmente tras firmar para Clive Davis y su relación sucumbió a la presión social. Hasta aquel momento, Whitney y Robyn paseaban su amor por donde fueran sin miedo a los paparazzi (son muchas las fotos donde están en actitud cariñosa).
En el imprescindible documental “Whitney”, se muestran entrevistas en que a la cantante le preguntan directamente si es lesbiana. Paralelamente las revistas del corazón no hacían más que sacar fotos de la pareja junta. Incluso el hermano de Whitney, abiertamente homófobo, confesaba en el documental que odiaban a Robyn y que el padre de la artista había querido contratar a un sicario para partirle las dos piernas a modo de amenaza.
Foto inferior: Whitney y Robyn en la calle.
Eran los 80´. Whitney era negra. Era mujer. Puedo imaginarme que no fue fácil.
La historia de esta estrella, -mi amor platónico, por cierto-, es estremecedora, pero de la película sales feliz, no solo porque es bastante buenista en ocasiones y no profundiza demasiado en la desgarradora historia entre ella y Bobby Brown, o entre ella y su padre, sino porque verla cantar alegra el alma y en esta película canta mucho, pero mucho. Foto inferior: Whitney y Robyn.