El método ropa es el preferido por las lesbianas para tener hijos
Os voy a confesar que desde que me enteré que para una lesbiana era posible gestar un bebé del óvulo de su novia me quedé enamorada de la idea y del avance que la medicina ha hecho para que estemos aquí.
Yo soy mamá de un niño de 4 años que se llama Julen, lo tuve como madre soltera por elección gracias a una inseminación artificial. Fue un procedimiento bastante sencillo. A los 35 tomé la decisión, me fui a la clínica IVI de mi ciudad, Madrid, y en el primer intento lo conseguí.
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Ser mamá de Julen es uno de los mejores regalos que me ha dado la vida, el segundo fue conocer a Sara, mi esposa.
Sara y yo nos conocimos en el gimnasio cuando Julen tenía 9 meses. Conectamos rápido, nos hicimos amigas y empezamos a apuntarnos a las mismas clases. Las dos nos dimos cuenta, sin decir nada, que la otra “entendía”.
Empezamos a salir y desde el primer momento Sara fue muy comprensiva con mis tiempos y horarios de madre, es la mujer más dulce, honesta y generosa que he conocido. No llevábamos ni un año de relación cuando Julen y yo nos mudamos a vivir con ella.
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Si desde el comienzo encajábamos muy bien, con el tiempo quedó claro que lo nuestro era un amor de esos que te hacen pensar que son para toda la vida. Sara y Julen también fueron estrechando su relación y su amor, y a día de hoy no pueden vivir uno sin el otro.
Sara no se había planteado antes tener hijos, pero la convivencia con Julen le hizo cambiar de idea, por otro lado yo sí quería darle un hermanito a mi pequeño.
“¡Tengamos un hijo de las dos!”, me dijo un día. Comenzamos a informarnos y así conocimos lo que se llama el método ropa, un tratamiento que es exclusivo para parejas de lesbianas casadas.
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Y la verdad es que era perfecto para nosotros porque yo ya tengo un hijo biológico, queríamos otro que fuera genéticamente de Sara pero ella no se quería embarazar.
En IVI comenzamos el proceso. Evaluaron la reserva ovárica de Sara y al tener ovocitos de buena calidad comenzó una estimulación hormonal. Durante 12 días yo le pinché hormonas en la tripa. No era doloroso ni tampoco tuvo otro efecto secundario más que estar algo sensible.
Cuando ya tenían el tamaño suficiente fuimos para que le realizaran la extracción. La sedaron y en una hora más o menos le extrajeron 11 óvulos. Se fecundaron 9 con el mismo donante de esperma del que nació Julen, como yo sabía que quería tener otro hijo fui previsora y reservé.
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De los 9 embriones conseguimos 5 de excelente calidad.
Ese fue el proceso de Sara. El mío fue preparar mi endometrio y transferirme el embrión. Este proceso es muy sencillo, se hace sin sedación, con una cánula, como cuando te haces una inseminación.
El primer intento falló. Así que fuimos a por otro de nuestros embriones y en este segundo intento lo conseguimos.
Actualmente estoy embarazada de 30 semanas. Es mi segundo embarazo y aunque las emociones son parecidas hay sentimientos nuevos muy bonitos. Con Julen sabía que tenía dentro algo que era absolutamente mío, un trocito de mi.
Con Hugo siento también mucha emoción, pero ya no solo ese sentimiento de que es algo mío, sí, es algo mío, pero también es algo de Sara. Sentir las pataditas y los movimientos y saber que un pequeño que se formó de una célula de mi esposa está ahí dentro de mí es tan emocionante.
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