Eran pasadas las 3 de la mañana del domingo y las chicas se divertían en Frida Kahlo, discoteca lésbica de Chillán, ciudad ubicada al sur de Santiago de Chile. Vamos, un día normal de fiesta como todas hemos tenido, bailando, bebiendo y ligando en cualquier discoteca lésbica de Chueca o nuestra ciudad.
Junto a esta discoteca vive un hombre que profesa la religión evangélica y predica el odio a diestro y siniestro. Sobre todo hacia el colectivo LGTB. Mientras las chicas se divertían, este hombre lesbófobo decidió coger un bidón de gasolina e intentó incendiar el club lésbico.
Según cuenta Jacqueline Ortega, la dueña del bar, “escuchamos un fuerte estallido y nuestros clientes llegaron a alertarnos que nuestra terraza estaba ardiendo. Entre todos quienes estábamos en el lugar apagamos las llamas para que no se propagaran”.
Cuando salieron todas, asustadas, se encontraron con el vecino que aprovechó el momento para increparlas: “si no se queman aquí, se quemarán en el infierno y si eso no pasa lo haré yo”.
“Sin ningún tipo de pudor o arrepentimiento nos afirmó que él había comenzando el fuego y, peor aún, nos amenazó con matarnos por depravados”, cuenta Jacqueline.
Este hecho recuerda uno terrible que aconteció en 1993, cuando una famosa discoteca gay chilena, “Divine” fue incendiada por homófobos, acto que acabó con la vida de 16 personas.
La dirección regional del Movilh. Movimiento de Liberación Homosexual, anunció que iniciará las acciones legales respectivas e instó a denunciar otros que, no descartan, no hayan sido informados y que pudiesen haber sido cometidos por el mismo individuo, al que identificaron como José Cortés.
“Su acto marca un negativo y funesto precedente para la seguridad de las personas lesbianas, gays, bi, trans e intersex que debe ser combatido al instante y con el máximo rigor de la ley”, apuntó la organización.